El misterio del Tesoro


El tesoro del “Vita”

El misterio de la existencia de un valioso cargamento en el yate ibero “Vita”, del que se contaban fabulosas historias, fue revelado a principios de los 1940´s por el general Juan Merino Segura, quien entabló una demanda por defraudación fiscal por 200 millones de pesos.
Construido en 1931 en Kiel (Alemania) por la firma Germania Werft GmbH, con el nombre de "Argosy", se trataba de un yate de propulsión diésel con una eslora máxima de 62,20 m, por 9,20 de manga.
Fue vendido a un ciudadano filipino, navegando bajo pabellón estadounidense. En 1934 cambió su nombre al de "Vita".

A fines de 1938, Marino Gamboa, uno de los tantos hombres de paja utilizados por Juan Negrín, entonces Presidente del Consejo de Ministros de España, adquirió el buque y le puso el nombre de Vita.

El "Vita" se hallaba de vacaciones en Holanda en febrero de 1939, cuando Marino de Gamboa recibió una orden de Juan Negrín, último jefe de gobierno de la Segunda República Española para fletar la embarcación. Gamboa llevó el "Vita" al puerto británico de Southampton para cerrar el contrato y de allí parte al puerto francés de El Havre, dejando allí el "Vita" a disposición de las autoridades españolas republicanas.

Carga del tesoro
Al terminar la guerra los dirigentes del Frente Popular se pusieron a salvo, sin atender a los miles de izquierdistas, muchos de ellos implicados en crímenes brutales, que quedarían a merced de sus enemigos. Así que los dirigentes, a salvo lograron acumular un inmenso tesoro, cuya venta serviría para controlar políticamente el exilio, a cuyo fin se formó el SERE (Servicio de Evacuación de Republicanos Españoles).
Negrín, "previsoramente", como él decía, organizó desde los primeros meses de la contienda el gigantesco despojo. Y el 28 de febrero de 1939 embarcó en el puerto francés de El Havre las 120 maletas que contenían los objetos incautados por la Caja General de Reparaciones durante la Guerra Civil Española y otros de diversa procedencia,  llevando un grupo de carabineros españoles leales a Negrín, dirigidos por el capitán Enrique Puente, capitán relacionado con los separatistas vascos, con órdenes de anclar en el puerto de Veracruz, México. Su carga debía recibirla el doctor Puche, ex rector de la universidad de Valencia y agente de Negrín en México. Pero tanto el PNV como Prieto intentaron apoderarse de él. El botín valía la pena: depósitos del banco de España, cajas de oro amonedado, objetos históricos de la catedral de Tortosa, el Tesoro Mayor y Relicario Mayor de Santa Cinta, ropas y objetos procedentes de la catedral de Toledo, entre ellos el famoso manto de las 50,000 perlas, colecciones de monedas de alto valor numismático, con ejemplares únicos de valor histórico, objetos de culto de la Capilla Real de Madrid, entre ellos, el joyero y el Clavo de Cristo, pinturas, alhajas de los montes de piedad. La mayor parte de la carga, de contenido ignorado, iba en más de cien grandes maletas, que, nos informa el dirigente de la UGT Amaro del Rosal, habían adquirido en París con gran sigilo unos empleados del Banco de España, socialistas de confianza.

El tesoro en México
El Vita llegó a Veracruz el 28 de marzo. En dicho puerto debía esperar la llegada del "Vita" el delegado oficial de Negrín en México, el doctor José Puche Álvarez, no estaba presente para recibir la carga. Sin embargo el 17 de marzo el "Vita" había hecho escala en la isla caribeña de Saint Thomas y allí Enrique Puente telegrafió a Negrín para preguntarle a quién debía entregarse la carga del "Vita", pero Puente jamás obtuvo respuesta.

Así, ante la urgencia de descargar el fabuloso tesoro, con valor estimado en 300 millones de dólares, producto de donaciones de bancos, la iglesia y donaciones particulares a la llegada al poder español del general Franco;  el capitán Puente telegrafió al embajador de la República Española en México y líder socialista Indalecio Prieto. Prieto quien a su vez contactó con el entonces presidente de México, Lázaro Cárdenas y lo convenció que, como embajador tiene derecho a asumir la responsabilidad por la carga del "Vita" y controlarla. Así su cargamento se descargó en el puerto de Tampico y posteriormente fue trasladado a la Ciudad de México, bajo el control y la responsabilidad de la JARE (Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles), la entidad de ayuda al exilio republicano dirigida por el mismo Indalecio Prieto, apartándolo así de manos negrinistas y comunistas y rivalizando con el SERE (Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles), la entidad de ayuda dirigida por Juan Negrín y sus aliados.

Prieto demostró más habilidad que sus competidores: de acuerdo con el presidente  Lázaro Cárdenas, burló a Negrín y al PNV y se apropió del barco. Luego se respaldó en la supuesta autoridad de las Cortes en el exilio, grupo de personas sin representatividad real, a quienes había sobornado con espléndidos giros, según explica Del Rosal. La maniobra produjo un duro cruce de correspondencia entre Prieto y Negrín. Con los fondos así obtenidos, Prieto montó la JARE que disputaría al SERE el control sobre los políticos exiliados, mediante pensiones más elevadas. Ambas organizaciones serían acusadas de corrupción y favoritismo. Amaro sospechó que los objetos de valor histórico o artístico fueron desguazados o fundidos para borrar la huella de su origen.

Los racistas jefes del PNV habían mostrado aversión a recibir ayuda de entidades españolas, pero, burlados en su plan de adueñarse del Vita, cambiaron de idea y trataron de "comer a dos carrillos", en expresión suya, beneficiándose tanto del SERE como de la JARE, pese a que cada organismo negaba su ayuda a quienes la recibieran del otro. Tendrían éxito sólo a medias. Los líderes nacionalistas catalanes habían defraudado sumas considerables al Frente Popular, aparte de lo que se quedaran de los saqueos anarquistas, quienes al parecer no había sufrido grandes penurias

De hecho el control del "Tesoro del Vita" fue un elemento decisivo de la disputa política y personal de Prieto y Negrín dentro del exilio republicano, precipitando la permanente ruptura de relaciones entre ambos líderes y alimentando las numerosas censuras contra Negrín que lanzaron líderes republicanos como Francisco Largo Caballero. Como el presidente mexicano Lázaro Cárdenas era amigo personal de Indalecio Prieto, por lo tanto no hubo interferencia alguna del gobierno de México en la administración hecha por los exiliados españoles.

Pocos dirigentes rehusaron las atenciones del SERE o de la JARE. Uno de esos pocos fue el ex presidente Alcalá-Zamora, víctima a su vez del robo de las cajas de seguridad de los bancos por el gobierno de Largo Caballero. Pese a soportar una dura necesidad, rechazó el dinero que consideraba manchado. Otro fue el insobornable Cipriano Mera, para quien "aceptar algo del SERE era reconocer tácitamente al nefasto doctor Negrín como representante oficial de los españoles exiliados". Mera, sufriendo pésimas condiciones en un campo de presos en Argelia, replicó a las ofertas de un enviado del SERE: "Mi caso no es diferente del de varios miles de refugiados. Ni más ni menos. Rechazo por adelantado cualquier privilegio personal, pues no me lo admite mi dignidad. Y ahora quiero decirte una cosa: estáis manejando un tesoro que no os pertenece y del que tendréis que rendir cuentas el día de mañana. ¡No lo olvidéis!". Nunca hubo rendición de cuentas, ni antes ni después de la Transición.

En enero de 1941, el presidente mexicano Manuel Ávila Camacho, sucesor de Cárdenas, ordenó que México asumiera el control de la JARE después de que salieran a la luz diversas irregularidades, como la fundición de monedas de oro de gran valor numismático, aunque no pudo realizarse ninguna auditoría por falta de documentación oficial.
La principal fuente a tal respecto, el propio Amaro del Rosal escribía:
"...A estas alturas resulta ineludible la pregunta clave que deben hacerse los españoles: ¿Qué fue de todo aquello? Están por explicar los paraderos, el empleo que se dio al oro, a la plata, a los valores y a las joyas y, sobre todo, debe aclararse qué se hizo con los objetos de arte», para concluir: «Mucho nos tememos que una gestión irresponsable convirtiera en lingotes de oro o plata aquellas colecciones numismáticas de valor incalculable y que se hiciera lo mismo con los objetos religiosos...."
Así el famoso tesoro desapareció un día, en donde uno de los principales implicados fue don Indalecio Prieto y el general José Manuel Nuñez, ex inspector de la policía y ex jefe de ayudantes del ex presidente Lázaro Cárdenas del Río, quien fungió como jefe de la escolta federal que supervisó el desembarco en Tampico y la conducción de la valiosa carga dentro del furgón 1065 de Ferrocarriles Nacionales, hacia la ciudad de México.

A pesar de la demanda establecida y del intento por esclarecer la introducción a territorio nacional de bienes de origen español, entre algunos de los refugiados privaba la indignación. Los dirigentes de la fundación México-España, Antonio Vargas y Julio Luelmo, declararon que don Indalecio Prieto si había desembarcado en el “Vita” y había introducido las maletas del valioso cargamento, aun cuando no se pagaron los derechos por tratarse de un gesto humanitario del gobierno mexicano de utilizar esa riqueza en beneficio de los refugiados españoles, que se había librado de los campos de concentración europeos. Sin embargo había pasado 20 meses y no se había apoyado a un solo inmigrante, lo que motivó la demanda para incautar ese tesoro y todos aquellos bienes controlados por don Indalecio Prieto.

Días después Prieto respondió a los señalamientos:
Mi deber es callar. No es de extrañar, que un hombre como yo tenga que arriesgar la reputación y la vida misma en nombre de los muy altos intereses, que en esta ocasión me imposibilitan para la defensa personal, que por lo demás no he buscado. El tiempo de hablar llegará… conozco perfectamente la intención y el alcance de esta campaña, y no haré el juego a los interesados con declaraciones que pudieran ser imprudentes y lastimar la actitud recta del gobierno que nos ha dado generosa acogida o lesionar los intereses de los españoles residentes.
Por otra parte, en la aduana de Tampico no existía expediente alguno sobre la entrada del “Vita”, ya que todas las órdenes fueron dadas verbalmente por el general Núñez, obedeciendo al expresidente Lázaro Cárdenas.

En un comunicado fechado el 25 de abril de 1941, la Procuraduría declaraba que “no hay delito que perseguir” afirmando que “la acción penal prescribió el 7 de julio de 1940. Actualmente el “Vita” se llama “Abril” y los tripulantes están tramitando su naturalización”.

Sin embargo las declaraciones no dejaron contentos a los refugiados españoles, por lo que a finales de 1942, siguieron exigiendo la renuncia de Indalecio Prieto a la Junta de Ayuda a Refugiados Españoles (JARE) y las cuentas claras con respecto a los tesoros de “El Vita”. Ante la problemática el gobierno mexicano intervino limitando las actividades del líder y exigiendo que en el comité figuraran tres mexicanos. Como respuesta, Indalecio Prieto y miembros del JARE se ampararon contra los actos del Presidente de la República y de la Secretaría de Relaciones Exteriores; sin embargo, a pesar de ello, fue nombrado Santiago Flores como auditor para precisar cuáles eran los bienes de la JARE con la tarea específica de pagar los subsidios que se adeudaban a los refugiados.

En enero de 1943, los señores Felix F. Palavicini y Luis Sánchez Pontón, directivos de la Comisión Administradora del Fondo de Auxilio para los Refugiados Españoles, declararon:
…Que el comité no estaba en posibilidades de obtener, con exactitud numérica, la verdad sobre los fondos que durante tres años retuvo en su poder la JARE; puesto que del total de ellos, a México vino la menor cantidad, quedándose la mayoría de los recursos en Rusia, Inglaterra y Francia, de donde no se les permitía la salida.

Se hizo un recuento de las inversiones de la JARE, concluyendo que la mayoría de los proyectos se debieron de haber destinado al apoyo de los refugiados para establecer empresas fuera de las concentraciones urbanas, mediante proyectos agroindustriales; siendo que por el contrario, casi la totalidad de los refugiados, alrededor de 13 mil personas, en su mayoría profesionistas se hallaban concentrados en el Distrito Federal.

Respecto al Servicio de Evacuación de los Refugiados Españoles (SERE), organismo que manejaba el grupo del doctor Juan Negrín, encabezado por José Puché, sus recursos que eran de ocho o nueve millones de pesos se encontraban agotados.

La inconformidad entre los refugiados españoles continuaba a pesar de que los informes había sido difundidos ampliamente, sosteniendo que Indalecio Prieto habría negociado buena parte del tesoro del “Vita” en Nueva York y, ya en dólares, lo envió a Chile, en donde supuestamente se encontraba.

Inventario del tesoro del “Vita”

Aun cuando el valor de los bienes transportados en el Vita nunca ha podido ser determinado. Mientras que Negrín estimaba oficialmente su valor en 40 millones de dólares, algunos lo elevaban a 300. Su venta durante la Guerra Mundial rindió únicamente entre ocho y diez millones de dólares, menos de la cuarta parte de lo tasado por Negrín.

El socialista Amaro del Rosal, único presidente de la Caja de Reparaciones y principal fuente al respecto, reproduce el siguiente inventario:

·         Bultos del 1 al 10. Objetos entregados por la Caja de reparaciones.
·         11 Depósitos Banco de España de gran valor.
·         12 Monte de Piedad de Madrid. 2 Gran valor.
·         13 Monte de Piedad y Depósito Banco de España.
·         14 Monte de Piedad y Depósito Banco de España, de gran valor.
·         15 Depósitos Banco de España.
·         16 Depósitos y una custodia de gran valor.
·         17 Depósitos Banco de España.
·         18 Depósitos Banco de España y una custodia Caja de Reparaciones.
·         19 Depósitos Banco de España y especial de Caja de Reparaciones.
·         20 Depósitos Banco de España y una custodia de Caja de Reparaciones.
·         21 Depósitos Banco de España y dos custodias Caja de Reparaciones.
·         22 Depósitos Banco de España y una custodia Caja de Reparaciones.
·         23 Depósitos Banco de España.
·         24 Depósitos Banco de España y una custodia de la Caja de Reparaciones.
·         25 Objetos religiosos Caja de Reparaciones de excepcional interés.
·         26 Depósitos Alicante.
·         27 Depósitos Banco de España.
·         28 Depósitos Bancos de España y objetos religiosos Caja de Reparaciones.
·         29 Depósitos Bancos de España y dos custodias Caja de Reparaciones.
·         30 Depósitos Banco de España y Castellón.
·         31 Depósitos Banco de España.
·         32 Depósitos Banco de España y entregas al Ministerio de Hacienda, de gran valor.
·         33 Depósitos Banco de España y entregas al Ministerio de Hacienda.
·         34 Depósitos Banco de España.
·         35 Depósitos Banco de España y entregas Ministerio de Hacienda.
·         36 Depósito.
·         37 Objetos varios.
·         38 Cajón entrega Generalidad Cataluña oro amonedado.
·         39 Depósitos de Bancos y reliquias del Patrimonio Real. Todo el joyero de Capilla Real. El célebre Clavo de Cristo.
·         40 Depósitos Monte de Piedad.
·         41 Depósitos Banco de España y custodia.
·         42 Depósitos Banco de España y lingotes oro.
·         43 Depósitos Banco de España y lingotes oro.
·         44 Depósitos Banco de España, y objetos históricos Catedral Tortosa.
·         45 Depósitos Banco de España y objetos históricos Catedral Tortosa. Objetos religiosos y ropa de gran valor artístico e intrínseco.
·         47 Objetos religiosos de gran valor artístico e intrínseco.
·         48 Entrega Generalidad de Cataluña. Objetos de gran valor.
·         49 Ropas y objetos religiosos procedentes de la Catedral de Toledo entre ellos el famoso Manto de las cincuenta mil perlas.
·         50 Ropa y objetos religiosos de Toledo. Depósitos del Monte de Piedad de Madrid y tres sobres de la Caja de Reparaciones conteniendo brillantes de alta calidad y de gran valor.
·         51 Depósitos Monte de Piedad de Madrid.
·         52 al 54 Depósitos Monte de Piedad de Madrid.
·         55 Depósitos Banco de España.
·         56 Depósitos Banco de España.
·         57 Una colección de relojes. Valor histórico y artístico.
·         58 Colecciones de monedas de oro de valor numismático. Ejemplares únicos de incalculable valor histórico.
·         59 Colecciones de monedas de oro de valor numismático. Ejemplares únicos de incalculable valor histórico.
·         60 a 80 Depósitos del Monte de Piedad y Banco de España. Más colecciones de monedas y otros objetos de alto valor. Ministerio de Hacienda.
·         81 Caja pequeña de madera conteniendo el monetario de la Casa de la Moneda de Madrid, de oro. Mucho valor.
·         82 al 84 Depósitos Banco de España.
·         85 al 87 Caja de Reparaciones. Objetos gran valor.
·         88 Depósitos Bancos y Monte de Piedad. 89 Entrega de la Generalidad y Monte de Piedad.
·         90 Entrega de la Generalidad y Monte de Piedad.
·         91 Depósitos Monte de Piedad. 92 Depósitos Monte de Piedad.
·         93 Depósitos Monte de Piedad.
·         94 Entregas de acuerdo con Decreto. En depósito.
·         95 Depósitos Generalidad y otros. 96 Entregas de acuerdo con Decreto.
·         97 Depósitos Monte de Piedad.
·         98 Depósitos Monte de Piedad.
·         99 Depósitos de la Generalidad y sacos con monedas de oro. (Sin revisar su valor numismático).
·         100 Varios bultos objetos de valor.
·         101 Objetos del Culto de la Capilla Real de Madrid.
·         102 Objetos del Culto de la Capilla Real de Madrid.
·         103 al 110 Depósitos Monte de Piedad.


Nota:
Fuentes Consultadas
MATEOS, Abdón (2009). La batalla de México. Final de la Guerra Civil y la ayuda a los refugiados, 1939-1945. Madrid: Alianza. ISBN 9788420682679.
OLAYA MORALES, Francisco, (2004a): El expolio de la República. De Negrín al Partido Socialista, con escala en Moscú: el robo del oro español y los bienes particulares. Barcelona, Belacqua. ISBN 84-95894-83-1.
OLAYA MORALES, Francisco,(2004b): La gran estafa de la guerra Civil: la historia del latrocinio socialista del patrimonio nacional y el abandono de los españoles en el exilio. Barcelona, Belacqua. ISBN 84-96326-09-8.
ROSAL, Amaro del, (1977): El Oro del Banco de España y la historia del Vita. Barcelona, Grijalbo. ISBN 84-253-0768-6.



Alfredo Héctor Donadieu alias “Adrián Dreesky” o “André Alfred de Villa” o “Henry Alfred Rey” o “Adrian Harles Delmont” o “Enrico Sampieto”; nació en el barrio de Andoume en Marsella, Francia, en febrero de 1900. Desde muy joven aprendió el oficio de expertos grabadores, mismo que le daría fama y dinero, además de muchos años en la cárcel.
Tras un largo historial delictivo y varias reclusiones en distintas cárceles logrando escapar de todas, incluyendo su reclusión en la “Isla del Diablo”, llegó a México gracias a un invitación de un español, madrileño, de nombre “Roberto”, radicado en México.
A sus 36 años, la trayectoria de su vida comprendía desde falsificaciones, contrabando de whisky, municiones, artículos varios hasta agente del espionaje en el Partido Fascista.
Con maquinaria comprada en Estados Unidos por “el amigo Roberto”, rápidamente se inició en México, con un grupo de colaboradores y amigos, el lucrativo negocio de la falsificación. Sampietro era un experto con el buril, así que los billetes falsos comenzaron a circular, eran de 20 dólares y su calidad era notable. La distribución se hacía en la isla de Cuba y en los Estados Unidos.
La policía, aunque enterada de las maniobras, no tenía pruebas ni verdaderas pistas para detener a los culpables, razón por la cual el detective Alfonso Farías, tomando el reto en sus manos, dedicó todo su esfuerzo para terminar con el grupo de Sampietro.
Un año después los colaboradores colombianos de Sampietro fueron aprehendidos, en uno de sus viajes a Cuba, meses después fue puesto en libertad y enviado a su país. Año y medio después, Farías aprehendió a “Roberto”, cabeza de la organización. Y si bien, por falta de pruebas fue puesto en libertad, por sus antecedentes lo deportaron de México.
Con la expulsión de “Roberto”, el mercado de los Estados Unidos se vino abajo, pues sólo él conocía a los compradores y no tuvo tiempo de dar la información antes de ser deportado. Unos meses después fue sustituido por Pepe, “El Gordo”, quien residía en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas, en donde se dedicaba al contrabando. Esta relación duró poco tiempo, por la torpeza con la que operaban.
El falsificador Sampietro narra, en su libro de memorias, la manera en que se practicaba la prueba de legitimidad a los billetes de los Estados Unidos:
Por falta de entendimiento o acuerdo, unos hombres de “El Gordo” había hecho circular dólares falsos en una casa comercial. Quien había mandado a los Estados Unidos los billetes espurios, ya esta al tanto de que éstos era falsos, pues le fue comunicada una forma sencilla de averiguar la legitimidad de los dólares, la cual consistía en emplear la punta de un alfiler, con la cual, si el billete era legítimo, del papel moneda se desprendía hilitos de seda; de lo contrario, en los falsos impresos nada se sacaría con él…
Gracias al método de los hilitos, Farías pudo detener a varios cómplices de Sampietro, pero al escurridizo grabador no le llegaba su turno. Ante las dificultades y peligros que le representaba el papel que usaba, Sampietro mandó traer papel “legítimo” de Europa. Para entonces, el detective Farías era comandante de la Jefatura de Policía y continuaba tras de sus pasos. La persecución termino en 1937, cuando el comandante Farías, utilizando a un contacto con el que Sampietro había hecho negocios anteriormente, le tendió una trampa logrando apresar al falsificador, mientras éste caminaba por una calle en compañía de uno de sus lugartenientes.
No tenía en mi poder ya el material para la falsificación, pero había cometido un error de guardar los negativos de los billetes tras os respaldos de los asientos del desayunador. Farías me interrogó en forma legal e inteligente; comprendí que un cateo iba a ser practicado en mi alojamiento temiendo que los policías descubrieran los negativos y como allí vivía en compañía de una mujer y no cabía duda que al ser encontradas las pruebas de falsificación, mi compañera sería comprometida en un delito del cual era inocente, propuse al comandante Farías entregarle las pruebas suficientes para ser sentenciado a cambio de que mi amante no fuera molestada. El detective aceptó. Cumplí mi palabra y Alfonso Farías cumplió estrictamente la suya. Fui enviado a la penitenciaría bajo los cargos de falsificación y asociación delictuosa.
Al año de estar en prisión, entablé amistad con un grupo de fanáticos cristeros, dirigidos por el sacerdote José Aurelio Jiménez, quien cumplía una pena de 20 años de prisión por haber bendecido la pistola con la que Toral asesinara a Obregón.
El padre Jiménez era un hombre bajito, con lentes tras los cuales miraban tranquilos sus ojos miopes, de pelo lacio, trigueño y rechoncho. En el penal había acondicionado con tubos de cemento macetas pintadas de colores en donde sembraba rosas, buganvilias, geranios y verduras de varios tipos. A este espacio que se encontraba entre crujía y crujía, lo bautizó como Calzada de Cristo Rey, y por ahí acostumbraba pasear a la hora del Angelus. En el Penal era el director de aguas gaseosas: … vigilo las fórmulas, el colorido y la preparación de los jarabes, llevo los libros del negocio y gano 2.50 diarios, de los que me quitan el 30% para dármelo cuando salga de aquí.
El grupo de fanáticos hacía constantes reuniones en la celda del sacerdote, a las que era invitado Sampietro. En una de las reuniones el sacerdote propuso la fuga del falsificador, pues aducía que la falsificación le causaba un grave mal al Estado y todo lo que lo perjudique es beneficioso para nosotros. Para Sampietro recobrar la libertad era su más grande deseo, pro lo que la propuesta fue de inmediato aceptada, comprometiéndose a todo lo que le pidieron.
Como varios colaboradores pertenecían a la Liga de la Defensa o ex cristeros, Sampietro junto con Francisco Godoy Ibáñez, pasaron sin problema todas las puertas del penal, hasta quedar libres.
Estaba dispuesto a todo por cooperar con ellos, en primer lugar, por agradecimiento, y, en segundo, por simpatizarme. Me hice a la idea de que esta vez iba a delinquir por una causa que juzgaba buena y justa.
Durante varios años, Sampietro en compañía de los dirigentes de la Liga de la Defensa recorrió los principales puntos de reunión de los combativos grupos de “la causa de la fe”, mientras en Tampico se hacían circular entre 1944 y 1946, grandes cantidades de billetes falsos.
Cuando terminó el periodo presidencial del general Lázaro Cárdenas y subió al poder el presidente electo general Manuel Ávila Camacho, éste decretó un armisticio general para todos los levantados en armas; los dirigentes de la liga que comprendía la inutilidad de la lucha, no desperdiciaron la oportunidad que les brindaba el gobierno, y en su totalidad los diferentes grupos de guerrilleros se entregaros y salieron el libertad, poniendo fin a la insensata lucha armada.
Un año después empezaba la falsificación, en un país en el cual todas las falsificaciones, de la clase que fueran, hechas por mí o no, infaliblemente tendrían que imputármelas. Comprendí el peligro que me acechaba, sabía perfectamente que sólo huyendo de México podría salvarme, pero esto me era vedado por los mismos individuos que sin conocerlos había tenido confianza en ellos, estimándolos como hombres sinceros… que luchaban por sus ideales.
Los siguientes 10 años de su vida, Sampietro los dedicó completamente a la liga, viviendo totalmente recluido, con una vida monótona, sin diversiones ni distracciones.
En 1947, el subjefe de la policía bancaria era el señor Alfonso Farías. Y el jefe de la oficina de Prevención e Investigación de Falsificaciones, era el doctor Alfonso Quiroz Cuarón. Esta oficina fue crada en 1941, tras del fracaso de la Policía Judicial Federal para recapturar a Sampietro.
Ambos urdieron que el Banco de México ofreciera una recompensa de 10 mil pesos, a quien diera información sobre Enrico Sampietro. La codicia se despertó en Godoy Ibañez y, entonces, supieron que Sampietro lo había liberado “La causa de la fe”. Por lo que al poco tiempo, elementos de la Procuraduría de Justicia llegaron hasta el pueblo de Iztapalapa, presentándose en la casa de la presidente de una asociación religiosa, y donde vivía el que personificaba a Cristo en la representación de la pasión de semana santa. Lugar en donde había sido escondidos Sampietro y su mujer. Según versión de Quiroz Cuarón, los agentes llegaron cuando Sampietro se disponía a salir, vestido de militar del ejercito mexicano y le fueron recogidos varios fajos de billetes y solo musitó: “algún día tenía que suceder”.
En 1948, Sampietro fue recluido en una de las seis celdas circulares que tenía la penitenciaría de Lecumberri, quedando entre los presos aislados.
Durante los años de su reclusión, el doctor Quiroz Cuarón, consciente de las dotes artísticas de Sampietro, lo impulsó a realizar retratos y para motivarlo, consiguió que María Asúnsolo posara para él.
En una entrevista publicada en Revista de Revistas de fecha 3 de julio de 1974m, el doctor Quiroz Cuarón define la personalidad de los falsificadores:
El falsificador de especies valederas, es decir de cheques o billetes, es generalmente un artista fallido… Donadieu, mi amigo Enrico Sampietro, era un magnifico grabador desde muy joven. Su primer maestro fue un delincuente quien, conociendo sus aptitudes para el retoque y el dibujo, le enseñó las técnicas fotomecánicas para falsificar… Este tipo de falsificador necesita dominar una serie de técnicas. Por eso no abunda. No puede ser un débil mental… en el mundo no llegan a 80 los artistas.
Por otra parte, el falsificador tiene la mentalidad de un delincuente. Un hombre normal se disciplina a una vida regular y rutinaria; el delincuente no cree en los valores. Cree y quiere el dinero fácil; todo en la vida se conquista a base de esfuerzos, de preparación, de disciplina. El falsificador, además del afán del dinero fácil, tiene espíritu de aventura, le agrada la acción. Vive generalmente una existencia pobre en lo afectivo y en lo social. Por eso cambia tan fácilmente de compañera o de compañeros en el delito. Tampoco cree en la esperanza. Comete un delito, es descubierto, va a la cárcel; pero siempre piensa que el siguiente golpe va a salir bien, va a lograr cometer el delito perfecto. No llega a convencerse de que esto no es posible. Además no es nada previsor. El que trabaja, siempre trata de guardar algo para el futuro. El falsificador no. Simplemente no cree en esas cosas.

Sampietro cumplió su condena de 13 años en prisión y en 1961 fue expulsado del país.