Atraco a sangre fría en Cuautlancingo: le disparan en la cabeza a trabajador de minisúper
Cuautlancingo, Puebla. — En un país donde la vida vale menos que el contenido de una caja registradora, un joven trabajador fue baleado en la cabeza durante un asalto perpetrado la noche del viernes en un minisúper ubicado en la calle Allende, en la junta auxiliar de Sanctorum. Sobrevive, pero apenas.
Eran las 21:40 horas cuando al menos dos sujetos armados ingresaron al establecimiento. Uno de ellos no sólo exigió el dinero de la venta: también accionó su arma sin titubeos, disparando directo al cráneo del empleado. El ataque quedó registrado en video, testimonio crudo de un acto que, en México, ya no indigna: sólo suma.
Mientras un tercer cómplice esperaba en el exterior, el empleado cayó malherido. Fue trasladado con vida a un hospital cercano, pero su estado es delicado y reservado. La bala no sólo perforó su cabeza; hirió, una vez más, la posibilidad de creer que hay justicia para los trabajadores que apenas sobreviven entre la precariedad y la violencia.
El agresor: conocido, pero libre
Lo más indignante no es el atraco, ni siquiera el disparo: es el nombre del agresor. Según vecinos, el delincuente es un rostro conocido en la colonia, cliente frecuente del minisúper. Su familia, aseguran, se dedica a la venta de elotes y suele moverse en una combi y una camioneta entre Sanctorum y Romero Vargas.
Es decir, no se trata de un fantasma del crimen organizado, sino de un criminal de proximidad, visible y tolerado, protegido por un entramado de omisión, miedo y falta de voluntad institucional. La policía municipal conoce el entorno. La comunidad conoce a los implicados. Y aun así, nadie lo ha detenido.
Una constante llamada Cuautlancingo
El caso no es aislado. Cuautlancingo se ha convertido en uno de los municipios con mayor percepción de inseguridad en la zona metropolitana, especialmente en colonias como Sanctorum, donde los delitos patrimoniales y las agresiones con armas de fuego se multiplican mientras el gobierno municipal guarda silencio o se limita a condenas vacías en redes sociales.
Hasta el momento, ni el Ayuntamiento ni la Secretaría de Seguridad Pública han ofrecido resultados concretos. La Fiscalía General del Estado ha iniciado investigaciones, pero no hay detenidos. Solo un joven entre la vida y la muerte. Y una comunidad que se pregunta cuánto más tiene que normalizar el horror.
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