Tras un atentado, medidas de astucia

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Don Rodolfo Igor Archundia Sierra, el procurador general de Justicia, se está documentando para controlar a los reporteros de la nota policiaca. Ahora no es el procurador que niega, sino que disfraza la información y que la dosifica.
Es más, juega, se divierte con los reporteros.
Dueño de una inteligencia que le dio el estudio profundo de expedientes a partir de 1988, cuando se inició como agente del Ministerio Público, Archundia Sierra estudió el comportamiento de cada uno de los reporteros de la fuente y ahora sabe qué debe responderles.
El procurador de la tarde del jueves 2 de octubre no es el mismo que el del 16 de abril, cuando ocurrió el primer atentado de un grupo armado contra un miembro de la Policía Judicial del Estado —Felipe García Guillén—. El procurador de ahora no es tímido, habla despacio para no equivocarse y dice sólo lo que tiene que decir, la información extra es un “condimento” que pone el reportero; eso si está enterado del tema.
Prueba uno
La noche del jueves el procurador reunió a los reporteros de policía. Horas antes, un jefe de grupo había sido asesinado por un par de sujetos que iban a bordo de una motocicleta Kawasaki en la ciudad de Tehuacán. Entonces, Archundia sabía del interés de la prensa por preguntarle del caso, sobre todo porque en Puebla la palabra crimen organizado es una constante y de hecho ya se volvió oficial.
Pero el procurador ahora no pierde el estilo. Los reporteros esperaban que saliera de su despacho hacia el salón de Procuradores, como lo hace siempre que convoca en esa oficina a conferencias de prensa, pero no fue así, entró por la puerta trasera, de espaldas a los reporteros y escuchó comentarios, pero no dijo nada, se guardó sus opiniones y saludó de mano a reporteros y de beso a reporteras, luego regresó a su oficina —se le olvidaron los lentes— y alertó un morboso nerviosismo.
Luego se fue directo a la primera de tres informaciones —dos de ellas oficiales—. Dijo de la detención de tres tabasqueños y de un oriundo del DF, todos, dijo, vinculados al crimen organizado en robo de vehículos y sólo esperó que un reportero hiciera la pregunta para reconocer que entre los presentados había un exagente ministerial de Tabasco, a quien corrieron por no pasar el examen de confianza.
La prueba dos
Archundia detalló la detención de otros dos sujetos acusados de robarse un lienzo de la virgen de Guadalupe, valuado en 800 mil pesos. Encaró a los reporteros cuando les dijo que el caso ellos lo habían tomado a la ligera, porque no ocurrió en un templo antiguo, pero les dijo que se trataba de una obra de gran valor que dos sujetos dañaron por su inexperiencia en este tipo de felonías.
Ya iba a terminar la información cuando un reportero le preguntó si existía algún policía implicado y Archundia se divirtió en el juego de palabras, como si se tratara de una adivinanza de la que quiere ayudar para que se resuelva, primero dijo “sí, un policía” y miro al reportero, luego siguió “judicial”, y se reservó el nombre para el final.
El atentado en Tehuacán, la prueba de fuego
El procurador reconoció lo ocurrido en Tehuacán tras el asesinato del jefe de grupo Laurencio Muñoz González, no como ocurrió el pasado 15 de abril, que tuvieron que pasar nueve días para que se reconociera el atentado de Orizaba.
En esta ocasión no mintió a reporteros, les informó lo que legalmente existe, se trató de un homicidio donde no se sabe quién es el responsable.
En la calle se habla del crimen organizado, de las venganzas entre grupos armados, pero en la realidad legal es otra.
La realidad es el inicio de la averiguación previa 3394/2008/Tehuacán por el delito de homicidio calificado y dice “en contra de quien resulte responsable”.
Nos vemos cuando nos veamos.
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