El Inframundo en la Mitología de Nuestro México del ayer, La Colonia y Hoy

 El Inframundo en la Mitología de

Nuestro México del ayer, La Colonia y Hoy.


Por Julián Romero Tehuitzil

Las fechas de las fiestas de Todos los santos y de los Fieles difunto

En la actualidad: En algunos lugares esperan a las ocho de la

noche del 31 octubre a las ánimas ó espíritus de los niños ó

Todos los Santos y su regreso en la tarde del1º de noviembre.

Fieles Difuntos 1º de noviembre, Por la tarde del primero de

noviembre la llegada de las animas de los adultos y su retiro en la

tarde del día 2 de noviembre.

Cuando los sacerdotes católicos llegaron a las tierras recién

conquistadas, para difundir su mensaje religioso, no solamente

tuvieron la dificultad de una lengua extraña, también tuvieron que

entrar en contacto con el mundo imaginario y simbólico de los

pueblos. De lo que ellos decían y los indígenas entendían nació una

nueva realidad.

Para comprender nuestra realidad, para vivirla con mayor

placer, tenemos que regresar al doble origen del hoy; al tiempo sin

tiempo de los antiguos, y al momento en que un fraile adapto su

mensaje medieval a mundo vaporoso de los mitos autóctonos.

La tradición prehispánica nos señala que en el ritual indígena

Náhuatl existían dos festejos dedicadas al culto a los muertos: la

fiesta de los muertecitos (Miccailhuitontli) que se conmemoraba en

el noveno mes del calendario nahua y era equivalente a agosto del

año cristiano y la fiesta de los muertos mayores, que se celebraba

en el décimo mes.

Eran presididas por la diosa Mictecacíhuatl, esposa del señor

de la tierra y de los muertos: Mictlantecuhtli. Esta deidad era

conocida como la “Dama de la Muerte”, que por cierto ahora está

relacionada con “La Catrina”.

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Mictecacihuatl, en náhuatl "Señora de la muerte", tenía como

propósito vigilar los huesos de los muertos.

Ella presidía los festivales Aztecas hechos en honor de los

muertos (que evolucionaron con la incorporación del cristianismo

hasta el Día de Muertos contemporáneo), es conocida como la

"Dama de la Muerte", ya que se cree que murió al nacer.

Mictlantecuhtli, el señor de la muerte: también era llamado

Popocatzin, del "Popo" Humo, por lo tanto era el dios de las

sombras. Juntamente con su esposa Mictecacíhuatl, regía el mundo

subterráneo o reino de Mictlán. Ejercía su soberanía sobre los

"nueve ríos subterráneos" y sobre las almas de los muertos.

Se le representa como el esqueleto de un humano con una

calavera con muchos dientes. Asociado con las arañas, los

murciélagos y los búhos, al ser dibujado se representaba con

cabello negro y con ojos estelares o estrellas. No fue la única

deidad de la muerte adorada por los pueblos nahuas, pero si la

principal.

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En el pensamiento e intuición indígena Mictlantecuhtli y

Quetzalcóatl son los principios opuestos y complementarios, muerte

y vida, principio y fin, lo que del cielo nos dan y lo que de la

profunda tierra nos llega; ambos conforman el ciclo básico del

universo (Códice Borgia).


El extraño Mictlantecuhtli, entre los dones que otorga (aunque

sea paradójico), están el otorgar vida. El señor de los muertos

aparece en diferentes códices asociado a la penetración sexual, al

embarazo, al corte del cordón umbilical y a la lactancia.

Este extraño protagonismo tiene su explicación en el poder

regenerativo de los huesos-semillas que el mantiene escondidos en

su palacio. Con ellos Quetzalcóatl (tras obtenerlos en el Miktlán)

crearía a la humanidad, a los hijos del maíz.

El señor de la Muerte es, ante todo, un devorador insaciable

de carne y sangre humanas. Además se le relaciona con animales

temibles para los antiguos: la araña, el ciempiés, el alacrán, el búho

y el murciélago.

Para los nahuas de la primera época de la Colonia (S. XVI), el

Mictlán era un lugar yermo, espacioso y sumamente oscuro, un

“sitio sin orificios para la salida del humo”.

Fray Alonso de Molina en su Vocabulario, anota la frase

“yuhquim micqui itzinco” que significa literalmente “como en el culo

del muerto”, y que se asocia con lo tenebroso y lo oscuro.

Los mayas, por ejemplo, utilizaban como uno de los nombres

del inframundo el término Xibalbá. En quiché esta palabra quiere

decir “lugar de miedo” y en yucateco xibil significa “temblar de

miedo, espantarse o erizarse los cabellos”.

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El Mictlán es definido como un temible lugar de tormentos,

pestilente, en el que se bebe pus y se comen únicamente la

malayerba que crece en el baldío.

Fray Torquemada nos dice que los tlaxcaltecas suponían que en el

inframundo las almas de la gente común se convertían en

“comadrejas, y escarabajos hediondos, y animalejos, que echan de

sí una orina muy hedionda, y en otros animalejos rateros”.

También Mictlantecuhtli suele aparece como un sacrificador armado

de un hacha o de un cuchillo de pedernal y para extraer el corazón

de sus víctimas.

Y aún en la actualidad los otomíes de la Huasteca tapan ciertas

cuevas con costales porque de allí emanan aires cargados de

enfermedad, de muerte y de olor a podre. Pareciera que todavía

sobrevive la idea de la cueva-pasadizo al submundo.

Su animal favorito es el perro que guía a las almas en su viaje al

Mictlán. También los murciélagos los tenía en buena consideración,

ya que eran sus mensajeros.


En Cholula dicha pirámide a Xolotl se encuentra al frente del templo

Xólotl era también el Dios de fuego y de la mala suerte. Era

gemelo de Quetzalcóatl, y la personificación maligna de Venus.

Protege al Sol cuando viaja a través del inframundo durante la

noche. También llevo adelante al género humano y le entregó el

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fuego de la sabiduría. En el arte, Xólotl fue representado como un

esqueleto, un hombre con cabeza de perro.

El nombre xoloitzcuintle (náhuatl: xólotl-itzcuintli, Perro de

Xólotl, Perro monstruoso) hace la referencia a Xólotl porque,

históricamente, una de las misiones de este perro debía acompañar

a los muertos en su viaje en la eternidad, del mismo modo en que el

dios era acompañante del viaje del Sol por el inframundo. A pesar

de este lugar prominente en la mitología, la carne del Xoloitzcuintle

era gran parte de la dieta de algunos pueblos de Mesoamérica.

El Mictlán era concebido también de forma dual, como una

caverna a través de la cual llegan los muertos, pero de igual forma

era el lugar del nacimiento de los hombres.

El noveno mes del año del calendario mexica (cercano a la

fiesta católica de todos los santos) se llevaba a cabo la fiesta de los

muertos-niños.

Se realizaban ritos y festividades con los que se les

recordaban y a la vez se prevenía su muerte mediante hechizos que

realizaban los ancianos. También el décimo mes del año, hacían

grandes solemnidades sacrificando un gran número de hombres,

colocando abundantes ofrendas a su alrededor mientras un grupo

de jóvenes bailaban en torno suyo adornados con plumas y joyas, lo

cual era una forma de celebrar la muerte y darle la bienvenida a la

vida.

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Mictlan o Mitlán, era el nivel inferior de la tierra de los

muertos, y se encontraba muy al norte. Los guerreros que morían

en el campo de batalla y las mujeres que morían en el parto no iban

al Mictlan después de la muerte, estos iban al ILHUICATL Tonatiuh

(Camino del Sol); los "muertos por agua" (ahogados, tocados por un

rayo o de hidropesía) iban al Tlalocan y los pequeños muertos

antes de nacer regresaban al Chichihuacauhco (Lugar del árbol

amamantador).

Los niños que habían muerto cuando todavía estaban

mamando iban a un lugar específico, probablemente situado dentro

del Cincalco, que se llamaba Chichihualcuauhco "el lugar del árbol

de los pechos" .

Allí se alimentaban del néctar vegetal que manaba del árbol. Códice

Vaticano Ríos. Enterraban a los niños pequeños frente al granero

(cuezcomatl) lo que indicaba que estaban directamente

relacionados con el maíz.

Es probable que los suicidas fueran también a este "paraiso y

deleite del cincaIco" que regía Huemac, el rey tolteca en la cueva

del mismo nombre en Chapultepec un día 7 -conejo. Cabe recordar

aquí que en otro contexto Huemac después de haber ganado un

partido de pelota contra los tlaloques, divinidades del agua y de los

mantenimientos, había despreciado lo que ellos le ofrecían por su

victoria: el maíz, prefiriendo los jades y las plumas de quetzal.

Según el mito una terrible hambruna había entonces asolado el

imperio tolteca