La reforma y exterminio del INE

 La polémica reforma electoral impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador y que sus críticos y antagonistas han resumido en la desaparición del Instituto Nacional Electoral (INE) no debería ser descalificada del todo, pues contiene propuestas que de implementarse en las elecciones del 2024 serían favorables para la democracia y la participación ciudadana como el voto electrónico, la reducción de senadores, la reducción de tiempos de radio y televisión y la reducción del financiamiento ordinario a partidos, restringiéndolo solo a las campañas.


Creo que la oposición debería aceptar estas reformas, a cambio de que el gobierno y sus partidos aliados desechen la idea de desaparecer el INE, y de que los consejeros y magistrados electorales sean propuestos por los poderes y elegidos por el voto popular mediante elecciones abiertas.

Otra cuestión que la oposición debería rechazar son las elecciones de suma cero, es decir aquellas donde el ganador se lleva todo y los perdedores nada. México debe mantener su sistema electoral mixto, con diputados de mayoría y de representación proporcional, ya que éste no solo equilibra la representación en la Cámara de Diputados y los congresos estatales, sino da voz y voto a las minorías parlamentarias.

Si 500 diputados son muchos y la propuesta es que sólo sean 300, entonces que se reduzca el número de distritos electorales en el país de 300 a 200 y los plurinominales que pasen de 200 a 100, privilegiando en el reparto a aquellas entidades que estarían subrepresentadas en esta nueva división electoral distrital.

El objetivo de centralizar la organización de las elecciones, en un solo organismo el INE, desapareciendo los OPLES, y la calificación de estas en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), eliminando los tribunales estatales, es controversial. Yo personalmente creo que es acertada, mientras el federalismo no se consolide y la división de poderes en los estados siga siendo una entelequia.

Otro aspecto favorable de la propuesta de reforma electoral de AMLO es la disminución a 33% del umbral de participación ciudadana para que una consulta de revocación de mandato fuera vinculante. Esta iniciativa alentaría la participación ciudadana y haría que los gobernantes se preocuparan de involucrar a los ciudadanos en la toma de decisiones.

En resumen: creo que la propuesta de López Obrador no es desechable del todo y que la oposición haría bien en negociar la permanencia de un INE más eficiente y austero, a cambio del intento de la 4T de que los consejeros y magistrados electorales sean designados por el voto popular.

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