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Ramiro González Vieyra: la caída del mayor de los “Uruvieles”

Ramiro González Vieyra: la caída del mayor de los “Uruvieles”

Por José Herrera
29 de mayo de 2025

PUEBLA. Tuvieron que pasar ochenta y tres días desde su fuga aparatosa —y protegida—, para que finalmente cayera. Este jueves, en un giro que parecía inevitable pero prolongado, Ramiro González Vieyra, expresidente municipal con licencia de San Nicolás Buenos Aires, fue detenido por la Fiscalía General del Estado de Puebla tras comparecer en la Casa de Justicia de Ciudad Serdán.

El hombre que un día dirigió los destinos del pequeño municipio enclavado en el nororiente del estado, cayó no por voluntad política, sino por la acumulación de evidencias, presiones sociales y el desgaste de una narrativa oficial que ya no podía seguir ignorando los vínculos de poder y crimen entre los “Uruvieles” —el mote con el que se conoce al clan de los hermanos González Vieyra.

Ramiro, el mayor del trío, estaba acusado de delitos contra la salud: posesión de cocaína y marihuana con fines de venta y distribución. Según fuentes ministeriales, no se trataba de consumo personal, sino de una operación sostenida y con presunta protección institucional.

Fuga protegida y omisiones voluntarias

El 7 de marzo, cuando agentes ministeriales intentaron cumplir una orden de aprehensión, Ramiro escapó entre la multitud. Campesinos, empleados municipales y civiles afines a su administración salieron en su defensa, impidieron su captura y lo escoltaron hasta ponerlo fuera del alcance de la justicia. Aquella escena quedó registrada en videos filtrados y, aun así, no hubo consecuencias legales para quienes facilitaron su huida. La Fiscalía tardó días en reconocer que el edil estaba prófugo.

Mientras sus hermanos, Giovanni y Uruviel González Vieyra, eran detenidos, procesados e incluso exhibidos públicamente por sus vínculos con delitos similares, Ramiro se mantuvo en las sombras. No estaba desaparecido, sino protegido. Se sabía de su ubicación, pero no hubo acciones contundentes.

El miércoles 28 de mayo, Ramiro debía comparecer ante un juez. No lo hizo. En su lugar, presentó un justificante médico que lo declaró “incapacitado temporalmente”. Fue una maniobra dilatoria que las autoridades aceptaron sin cuestionamientos. Pero al día siguiente, finalmente se presentó ante el juzgado. Tras concluir la audiencia, fue detenido en la puerta misma del recinto judicial.

La despedida y la narrativa del mártir

Testigos relatan que, al salir de la audiencia, Ramiro abrazó a su madre y a su padre. Ambos lloraron. En esa imagen, difundida discretamente entre allegados, el clan quiso construir la figura del mártir político: el hombre de pueblo, traicionado por el sistema. Nada más lejos de la verdad.

Durante su administración, Ramiro González Vieyra acumuló señalamientos por corrupción, nepotismo, adjudicación irregular de obra pública y vínculos con bandas dedicadas al narcomenudeo. San Nicolás Buenos Aires se convirtió, bajo su mando, en un corredor de trasiego tolerado, con nexos hacia municipios como Tlachichuca, Cañada Morelos y Esperanza.

Silencio institucional y complicidad política

La Fiscal General del Estado, Idamis Pastor Betancourt, confirmó la detención en una escueta rueda de prensa. No respondió preguntas. Tampoco ofreció detalles sobre la investigación que, en teoría, debería involucrar a más funcionarios municipales. Ni una palabra sobre la posible red de protección política.

Hasta ahora, el Congreso local no ha iniciado procedimiento alguno para retirar derechos políticos al exedil, ni ha solicitado información sobre los contratos firmados durante su administración. Tampoco se ha investigado si hubo encubrimiento desde la Secretaría de Gobernación estatal, que fue notificada de su fuga semanas antes de que se emitiera la ficha roja.

¿Y ahora qué?

La captura de Ramiro González Vieyra representa un paso —tardío— de la Fiscalía, pero no resuelve el entramado de complicidades que permitió su huida, su encubrimiento y su presunto enriquecimiento ilícito.

¿Quién lo protegió durante su fuga? ¿Cómo logró evadir los cercos institucionales durante casi tres meses? ¿Quién firmó los contratos de su administración? ¿Quiénes más están implicados?

Por ahora, la justicia sólo ha capturado al personaje. El sistema que lo encumbró, lo sostuvo y lo protegió, sigue intacto.

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