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Día 11 del ayuno: siguen sin cancelar a Manson y ya se acabó la miel

Día 11 del ayuno: siguen sin cancelar a Manson y ya se acabó la miel

Por Carlos Charis
20 de julio de 2025

Ya pasaron once días desde que arrancó el ayuno espiritual colectivo contra Marilyn Manson en San Luis Potosí. Los baches siguen ahí, el calor no se ha ido, y Manson no se ha enterado de que un grupo de fieles potosinos están dejando el pan dulce por su culpa. O quizá sí, pero le da igual, como le dio igual todo desde 1999.

El gobernador Gallardo Cardona sigue firme: el concierto va. La FENAPO no es una peregrinación, y Manson vende boletos. Punto. Y si por cada denuncia hay una oración, por cada canción que toque en agosto habrá tres aves marías, dos padres nuestros y una columna incendiaria en Facebook.

Los organizadores del ayuno, por su parte, siguen con fe inquebrantable y tripa vacía. Han dicho que ya no están tomando miel porque eso no es ayuno verdadero. Y aquí es donde uno empieza a sospechar que más que pelear contra el demonio, están peleando por el manual.

¿Quién necesita al diablo teniendo Wi-Fi?

Mientras tanto, en TikTok circula un video de un joven disfrazado de Manson bailando “The Dope Show” frente a la catedral. El algoritmo no perdona. La sátira tampoco. Porque en este país todo termina en memes, procesiones o tamales.

Y aunque nadie lo diga muy fuerte, en San Luis hay quienes planean ir al concierto y luego confesarse el domingo. No porque crean que eso limpia el alma, sino porque así han vivido siempre: entre la culpa y el gozo, entre la cruz y la cumbia.

Y Manson, en su mansión (o lo que quede de ella)

Al parecer, Manson no ha emitido ningún comentario sobre el asunto. Ni un tuit, ni un comunicado, ni una historia con filtro gótico. Lo más probable es que esté contando el cheque, o simplemente despertando tarde, como buen espectro de otra era.

Pero aquí, en la tierra del mezcal y la fe de rancho, lo están esperando con rosarios y cartelones, como si fuera el Anticristo con botas negras. Y es que, por muy decadente que esté, todavía funciona como espejo. Y eso es lo que más incomoda: que muchos se reflejan en él y no les gusta lo que ven.

La guerra santa se vuelve rutina

Ya no es protesta, es costumbre. Ayunan, rezan, dan entrevistas. Cada día es como el anterior, con menos azúcar y más indignación. Y mientras el reloj avanza hacia el 10 de agosto, el ayuno se vuelve una puesta en escena más en la feria, como los juegos mecánicos o el show de los payasos que se insultan con gracia.

Manson va. Los fieles también. Cada quien en su esquina, con su credo y su discurso. Porque esta no es una batalla entre el bien y el mal, es un duelo entre la nostalgia y el ruido. Y al final del día, como en toda buena feria mexicana, todos terminan comprando churros.

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