La responsabilidad de Huesca

Huesca fue cómplice de Nicolás Aguilar
El arzobispo de Puebla le extendió un permiso al cura pederasta para que oficiara misas
Selene Ríos Andraca/Cambio

Las denuncias penales levantadas en México y Estados Unidos por abuso sexual contra menores de edad no fueron un obstáculo para que Rosendo Huesca permitiera al cura pederasta Nicolás Aguilar oficiar misas a principios de 2001.

PRIMERA PARTE / El arzobispo de Puebla, Rosendo Huesca y Pacheco otorgó al cura pederasta Nicolás Aguilar Rivera un permiso para ejercer ministerio sacerdotal en la parroquia de Santa Clara Huitziltepec en abril de 2001, aún cuando los escándalos de abuso sexual de menores ya habían detonado en México y cuando en Estados Unidos se iniciaba la causa penal que tiene hoy a Norberto Rivera Carrera a punto de enfrentar un proceso penal en la Corte Superior de Los Angeles, California.

Mediante un oficio en poder de Cambio, Alfonso Mejorada, canciller del Arzobispado de Puebla, le notifica a Nicolás Aguilar que su petición de oficiar en una parroquia de la arquidiócesis poblana ha sido respondida por Rosendo Huesca y Pacheco de manera favorable y que podrá apoyar eclesiásticamente a su mejor amigo, Gilberto Nájera Nájera.

Rosendo Huesca ha negado en reiteradas ocasiones haber conocido los escándalos sobre pederastia en los que se ha visto envuelto Nicolás Aguilar —acusado de abusar sexualmente de al menos 86 menores en México y Estados Unidos—, empero, las pruebas que presenta hoy Cambio —extraídas de los documentos que presentó para su defensa Norberto Rivera ante la Corte de California— terminan por hundir al arzobispo de Puebla.

A pesar de las denuncias que tenía en su contra Nicolás Aguilar —26 en Los Angeles, una en la ciudad de México y cuatro en San Vicente Ferrer, Tehuacán— Gilberto Nájera le pidió a Rosendo Huesca permiso para recibir al oriundo de Huehuetlán el Chico en su parroquia. (Ver anexo uno.)

La solicitud para que Nicolás Aguilar permanezca en Santa Clara Huitziltepec fue enviada el 12 de marzo de 2001 al cardenal de Colombia y alto jerarca del Vaticano, Darío Castrillón Hoyos, con copia para Rosendo Huesca y Mario Espinosa, entonces obispo de Tehuacán.

El argumento de Gilberto Nájera es que su amigo de la infancia estaba convaleciendo debido a dos operaciones quirúrgicas a las que se sometió.

“Yo, el presbítero Gilberto Nájera Nájera, le envío un cordial saludo, al mismo tiempo que le notifico que he recibido a un hermano sacerdote que responde al nombre de Nicolás Aguilar Rivera, de la diócesis de Tehuacán, Pue. Mex.

El cual por motivos de salud (dos operaciones quirúrgicas) se encuentra en convalecencia, de ello hemos comunicado a los respectivos Ordinarios. Por lo que le solicitamos tengan a bien concedernos las licencias para el oficio ministerial”, dicta el oficio que contiene las rúbricas de los sacerdotes Nicolás Aguilar y Gilberto Nájera.

El 2 de abril de 2001, Alfonso Mejorada contestó a la solicitud de Gilberto Nájera, pero dirigida a Nicolás Aguilar Rivera, en la que Rosendo Huesca Pacheco concede el ministerio sacerdotal. (Ver anexo 2.)

“El señor Arzobispado de Puebla Dr. Don Rosendo Huesca Pacheco, mi muy digno prelado, en el acuerdo de este día, conforme a la petición que usted hace, ha tenido a bien concederle ejercer el ministerio sacerdotal en la parroquia de Santa Clara Huitziltepec, ayudando al párroco Sr. Cura Dn. Gilberto Nájera Nájera, durante dos meses a partir de la fecha del presente documento, renovables a petición expresa hecha por escrito.

”Lo que comunico a usted para su conocimiento y fines consiguientes. Dios Nuestro Señor Guarde a Usted por muchos años.” finaliza la carta enviada por el canciller del arzobispado de Puebla al cura pederasta.

Es así, como Rosendo Huesca se ve involucrado en la protección al cura pederasta. Por lo que si la Corte Superior de California determina que tiene jurisdicción para actuar en contra de Norberto Rivera Carrera, el siguiente en comparecer es el arzobispo de Puebla.

Rosendo Huesca —quien en marzo pasado presentó su renuncia en atención al derecho canónico— tendrá que explicar porqué le permitió a Nicolás Aguilar oficiar si éste era un prófugo de la justicia en Estados Unidos desde 1987 y tenía en su haber al menos cinco denuncias penales en la Ciudad de México y San Vicente Ferrer.

Estos documentos presentados por la defensa de Norberto Rivera ante la Corte de California y a los que Cambio tuvo acceso, desmienten las declaraciones de Rosendo Huesca, quien en reiteradas ocasiones ha dicho que él no tiene nada que ver con el caso porque Nicolás Aguilar pertenece a la diócesis de Tehuacán y no a la de Puebla.

Y fue así, que a pesar de que los rumores de que Nicolás Aguilar abusaba sexualmente de menores detonaron en 1986, cuando fungía como párroco de la iglesia de San Sebastián Mártir en Cuacnopalan, Palmar de Bravo y estaba bajo el mando de Norberto Rivera, entonces obispo de Tehuacán y actual primado de México, Rosendo Huesca dio su venia para que el pederasta oficiara en la Arquidiócesis de Puebla.

El ocho de agosto de 1986, Nicolás Aguilar sufrió un atentado de dos “chamacos de Tlaxcala” según declaró Miguel Pérez Medel, exagente auxiliar del Ministerio Público de Cuacnopalan, quien afirmó en una entrevista para Cambio publicada el tres de octubre del 2005 que Norberto Rivera supo del abuso sexual del joven Pablo Silva Rosas —quien años más tarde murió por SIDA—, víctima que le entregó una carta para informarle del abuso del cura poblano.

En 1987, Nicolás Aguilar pidió su traslado a Los Angeles, California, donde le recibió el arzobispo Roger Mahony —también denunciado en 2006 por Joaquín Aguilar Méndez ante la Corte de California por conspiración internacional a la pederastia— por recomendación directa de Norberto Rivera.

Pasaron solamente nueve meses para que Nicolás Aguilar abandonara la parroquia de Santa Agata, por las 26 denuncias penales de abuso sexual que tenía en su contra, y se reincorporara en una iglesia de la Ciudad de México, en la que conocería a Joaquín Aguilar Méndez, abusado sexualmente por el párroco poblano a finales de 1994.

En esas fechas Joaquín Aguilar denunció penalmente a Nicolás Aguilar por abuso sexual. La denuncia fue archivada, a pesar de que los estudios físicos y psicológicos señalaron que el joven había sido atacado sexualmente.

Dos años más tarde, en San Vicente Ferrer —junta auxiliar de Tehuacán— el 27 de noviembre de 1997 quedó asentada en la averiguación previa 34/97/DRZS la violación de Nicolás Aguilar en contra de otro menor de edad.

Dicha denuncia fue recibida por Rodolfo Igor Archundia, entonces director regional de Averiguaciones Previas y Control de Procesos de la Zona Sur y actual subprocurador de Justicia del gobierno marinista.

Escasos meses después de que se le termina el permiso a Nicolás Aguilar para oficiar en Santa Clara Huitziltepec, el 6 de septiembre del 2001, éste ingresa a la cárcel de Tehuacán por ataques al pudor.

Ninguno de esos antecedentes bastó para que Rosendo Huesca lo entregara a la justicia civil o a las autoridades eclesiásticas, o bien le expulsara de la orden sacerdotal.

Rosendo Huesca —quien en marzo pasado presentó su renuncia en atención al derecho canónico— tendrá que explicar porqué le permitió a Nicolás Aguilar oficiar si éste era un prófugo de la justicia en Estados Unidos desde 1987 y tenía en su haber al menos cinco denuncias penales en la Ciudad de México y San Vicente Ferrer.

En 1987, Nicolás Aguilar pidió su traslado a Los Angeles, California, donde le recibió el arzobispo Roger Mahony —también denunciado en 2006 por Joaquín Aguilar Méndez ante la Corte de California por conspiración internacional a la pederastia— por recomendación directa de Norberto Rivera.