Libre, el zeta implicado en la fallida ejecución de agentes poblanos

Salió por la puerta principal del Hospital General de Córdoba, abordó un taxi y se fue. Los médicos que lo atendieron dicen que nadie lo había acusado de nada
Alfonso Ponce de León Salgado/Intolerancia
Por su propio pie, Rubén Ramírez González, el único detenido tras la emboscada que sufrieron elementos de la Policía Judicial del Estado de Puebla (PJEP) en Córdoba, salió del Hospital General de Yanga, camino hasta donde lo esperaba un taxi y se retiró sin ser molestado o requerido por alguna autoridad tanto del estado de Veracruz como de la Procuraduría General de la República (PGR), que supuestamente habían atraído el caso.
Rodolfo Igor Archundia Sierra, el titular interino de la Procuraduría General de Justicia (PGJ), confirmó la liberación del presunto agresor a los hermanos del agente 464 Felipe García Guillen, de 32 años de edad, levantado por miembros del grupo armado —presuntos zetas—, tras externarles su preocupación por lo ocurrido, cuando el 16 de abril pasado, un día después del atentado, agradeció al gobierno de Veracruz su “ayuda” e “intervención” para el auxilio de los agentes poblanos y por las investigaciones que realizaban.
De esta forma, el único testigo y presunto responsable de la agresión armada a elementos de la Procuraduría General de Justicia de Puebla (PGJ) se extrajo de la acción de la justicia y se llevó datos de quienes fueron los agresores, del porqué circulaban en camionetas blindadas con armamento sofisticado y portando uniformes que los identificaban como elementos de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), dejando el saldo de cinco agentes lesionados más un desaparecido.
El viernes, cuando ya habían transcurrido 72 horas del “levantón”, Archundia Sierra recibió a los familiares del agente secuestrado, les dijo que un gripo especializado en investigaciones de gente secuestrada, cuyas instalaciones se ubican en el Distrito Federal, se iba a hacer cargo de buscar a Felipe García, aunque también les dio a entender que ellos tienen las “manos amarradas” para poder ejercer justicia.
Las únicas rutas para pedir auxilio
El viernes Rafael Guillen y sus familiares regresaron de la ciudad de Córdoba, Veracruz, con las manos vacías y un poco de esperanza. Les dijeron en el vecino estado que todas las corporaciones policiacas unen esfuerzos para buscar al agente poblano levantado, pero no les dieron detalles de dónde estaban buscando y si ya había detenidos o pistas.
El mismo viernes acudieron a la Delegación Estatal Puebla de la Procuraduría General de la República (PGR) para interponer una denuncia por la desaparición de su hermano, señalando como dato principal que su consanguíneo le había avisado a su esposa que lo mandaban a la ciudad de Córdoba, Veracruz, a realizar un trabajo, luego se enteraron que los habían emboscado y que Felipe era el único que no había regresado.
También acudieron con el procurador interino Rodolfo Igor Archundia, quien tranquilamente les dijo que el único testigo y sospechoso de lo que le ocurrió a su hermano ya estaba libre, que en el Hospital de Yanga, donde fue atendido de lesiones de disparos en las piernas, lo dejaron salir debido a que en su contra no había una sola acusación o un oficio donde les indicara que debería quedarse retenido. De las tres balaceras ocurridas la noche del martes 15 de abril, ninguno de los agentes que se vio involucrado ha sido llamado para declarar.
Alteran el área donde ocurrió el enfrentamiento Aún se desconoce si fue intencional o como consecuencia de un delito del orden común, pero el área donde se originó el primer enfrentamiento entre el grupo armado —presuntos Zetas— y elementos de la Policía Judicial del Estado de Puebla (PJEP), fue removida para alterar pruebas, esto trascendió luego de que dos elementos de la Policía municipal de Córdoba fueron detenidos y consignados por haberse apoderado de un rifle de asalto AK-47, con misa telescópica y rayo láser que uno de los integrantes del grupo agresor dejó abandonado.
Este rifle, por supuesto, no se encuentra radicado en el listas de pruebas que la noche del miércoles pasado recabaron peritos en criminalística de la Procuraduría General de Justicia de Veracruz, adscritos a la ciudad de Córdoba, y se conoció de su existencia por varias fotografías que fueron publicadas por periódicos veracruzanos donde aparece el arma tirada en el piso, indicando que la dejaron armada los integrantes del grupo agresor.
Los policías que fueron enviados al Penal de Mediana Seguridad de la Toma, son Esteban Salas Nava y Luis García Romero, quienes llegaron la noche del martes 15 de abril al bulevar Córdoba-Pañuela, lugar donde se registró el primer enfrentamiento entre agentes poblanos y miembros del grupo armado y donde quedó abandonada el arma de asalto.
Fueron elementos de los grupos elite de Seguridad Pública de Fortín quienes detuvieron a los dos uniformados, desconociéndose aún si los uniformados pensaban regresar el arma a su propietario, lo que demostraría su complicidad con el grupo armado o si sólo pensaban robarla para después venderla.
Reflexiones de un lector vía mail “Conociendo de la experiencia periodística de ustedes, los invito a reflexionar e investigar al respecto del incidente en Córdoba Veracruz, y al hecho de que nadie habla de como fue que se sacó a los policías caídos y cómo se llevaron a la ciudad de Puebla, en medio de una crisis que hizo vibrar lo más profundo de las administraciones estatales y federales, les invito a cuestionarse lo siguiente.”¿Qué tan complejo es el problema con los Zetas que nadie se atrevió a sacar a los heridos inmediatamente del lugar con todo y las amenazas de ejecución que había contra los judiciales además de el probable intento de rescate del zeta herido?”¿Porque se tuvo que organizar un complejo y rápido operativo de evacuación de los policías caídos desde las oficinas del cosejo de seguridad de Puebla y no fue realizada la evacuación con personal de Gobernación, la PGJ, el Ejército, de policías de Veracruz o federales?”¿Qué tan grave es el asunto, que se tuvo que mandar encubierto con ambulancias al personal del Consejo de Seguridad Pública desde Puebla a hacer esa estracción de heridos y hechando mano de alguien cuyo perfil siempre se ha caracterizado por su entrenamiento en asuntos de contraterrorismo y subversión?”¿Tan complicado fue todo que al llegar desde Puebla y con órdenes de su jefe Alejandro Fernández de evacuar a los heridos, hasta el ejercito y los niveles federales de policías practícamele se cuadraron a las idicaciones de este personaje quien coordinó un despliegue impresionante de protección y escolta desde Córdoba hasta Puebla y aún dentro del hospital movilizo a personal medico?”¿Qué pasa? Solo recordemos que en países como Israel centro y Sudamérica Colombia y muchos otros así se ha comenzado y el desenlace ha sido muy malo, espero que la necesidad de hechar mano de esta gente con ese entrenamiento y formación en temas tan difíciles y poco conocidos sirva para lograr hacer un control de daños y así el trazar de estrategias reales de prevención. Si no lo lamentaremos.”
Quiero terminar con lo siguiente: y estoy segura que la visión del problema cambia desde que personas entrenadas en países en conflicto como Israel, EU y otros, en temas tan especiales y técnicos como el manejo de crisis el contraterrorismo y otras cosas, tienen que involucrarse para de alguna manera resolver y evitar problemas mayores como en el caso particular la probable ejecución de los judiciales poblanos heridos a manos de los zetas la cual en esta ocasión se pudo evitar.”Debemos reflexionar sobre la magnitud del problema que a todas luces nos orienta a pensar que pronto veremos tristemente enuestras calles lo que nisiquera hemos imaginado y ojalá y estemos preparados para aprender a vivir con eso”.
15 de abril, la noche de tres tiroteos
De acuerdo a información de Notiver, los agentes poblanos fueron abandonados a su suerte por parte de la Policía ministerial de Veracruz y la Policía municipal de Córdoba, al grado de que permitieron al grupo armado no sólo atacarlos en tres ocasiones sino pasearse por toda la ciudad, mientras que sus víctimas heridos tuvieron que ocultarse hasta que se le ocurrió aparecer a la uniformada, cuando los sicarios se habían retirado.
De acuerdo a informes recabados por el reportero, los primeros al llegar a la bodega donde se encontraba el tráiler oculto fue un agente del Ministerio Público de la Agencia Investigadora de Robo de Vehículos de Puebla y dos agentes que hicieron el trabajo de inteligencia y quienes reportaron que en el interior de ese lugar había otras seis unidades del transporte de carga.
Con el oficio de colaboración respectivo llegaron otros seis agentes en dos vehículos, que no se apostaron donde se encontraba la bodega sino calles antes, en espera de intervenir si era necesario, pero mientras esto ocurría alguien avisó a los del taller de la presencia de los cuerpos policiacos poblanos y éstos comenzaron a sacar los tráileres.
Una camioneta de modelo reciente, al parecer Xtrail, salió en forma precipitada de la bodega, uno de los sujetos que iba a bordo lanzó una granada de mano a los ministeriales que habían llegado al apoyo y luego estos mismos se fueron tras la unidad, mientras que los agentes poblanos ingresaron a la bodega y detuvieron a un sujeto que custodiaba las unidades.A los pocos minutos regresaron los ministeriales y les dijeron a los agentes “váyanse a la chingada, este grupo está cabrón, vienen por ustedes” y después estos mismos se retiraron.
Los agentes poblanos y el Ministerio Público se llevaron al detenido a bordo de un vehículo Jetta color gris con placas de circulación TVH 74-83 del estado de Puebla, y calles adelante se dieron cuenta que aproximados 40 sujetos que llevaban puestos uniformes de la AFI (Agencia Federal de Investigaciones) ya habían detenido a sus seis compañeros que los esperaban, entonces se detuvieron a tratar de dialogar con ellos y se identificaron como judiciales de Puebla.
Cuando estaban dialogando el sujeto que llevaban detenidos les gritó a los supuestos Afi, “soy yo”, lo que originó que el grupo armado comenzara a disparar contra los agentes, los que aún no habían sido desarmados repelieron la agresión pero fueron diezmados de inmediato porque sólo llevaban un R-15 con un solo cargador y otros pistolas de cargo, mientras que sus agresores llevaban rifles de asalto AK-47, además de R-15 y granadas.
Los agentes que iban en el Jetta resultaron heridos, aún así abordaron el Jetta y se retiraron, no sin antes lesionar a dos de los agresores, luego fueron perseguidos hasta los limites de Córdoba y Amatlán, donde dejaron abandonada la unidad para tratar de resguardarse de la lluvia de balas.
Otro de los vehículos que llevaban los agentes poblanos, un Chevrolet Optra, con placas TVZ60 75 del estado de Puebla, quedó abandonado frente al motel el Silencio, la unidad fue abandonada por los agentes que para ese momento ya estaban heridos y los que aún tenían pistola ya no tenían balas, el vehículo recibió al menos una ráfaga de 50 disparos de un rifle R-15.
En el lugar donde ocurrió el primer enfrentamiento los sicarios dejaron abandonada una camioneta Xtrail modelo reciente con placas YEC-33-44 del estado de Veracruz, que en su interior llevaba cuatro mini R-15 y 41 cartuchos, siete granadas de fragmentación 2005, cinco escuadras de diferentes calibres, 2 mil cartuchos percutibles, cuatro furnituras y tres uniformes de la AFI.En este lugar también quedó un elemento del grupo armado herido, mismo que fue identificado como Rubén Ramírez.
Una vez que el grupo armado se retiró al lugar llegaron ambulancias de rescate que trasladaron a los heridos, incluyendo al agresor, al Hospital Regional de Atzayanca; en este lugar los médicos se negaron a atender a los judiciales, les dijeron que mejor se fueran porque iban a regresar para rematarlos.
Más tarde un grupo de al menos 60 elementos de la Policía Judicial del Estado de Puebla llegaron a Córdoba, acordonaron el hospital y en medio de un dispositivo de seguridad los sacaron y los trajeron a Puebla, ya en ambulancias del 060, para que recibieran atención médica, en tanto que la ciudad de Orizaba fue acordonada por elementos del Ejercito mexicano y de la AFI —los verdaderos—, quienes se hicieron cargo de las investigaciones, incluyendo al detenido.