Los demonios de Israel

A los escritores del Tanaj en Israel llegó el nombre "Shedu" de los caldeos, quienes aplicaron la palabra como dialogismo a los dioses cananeos. Mencionaron a "El destructor" (Éxodo 12:23) como un demonio maligno, cuyo efecto sobre las casas de los israelitas había de ser rechazado por la sangre del sacrificio pascual:
"Pues el Señor pasará para herir a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes de la puerta, el Señor pasará de largo aquella puerta, y no permitirá que el ángel destructor entre en vuestras casas para heriros" (Éxodo 12:23)
Un ritual se menciona en Isaías 57:6 en donde la voz de Dios cuestiona el culto a los dioses paganos:
Israel, tú prefieres dar culto a las piedras lisas del arroyo, pues allí tienes un lugar destinado para ti. A ellas les has derramado ofrendas de vino, les has ofrecido cereales. ¿Y después de todo esto voy a sentirme contento?
En Samuel 24:16

Crónicas 21:15 el demonio que esparce la pestilencia es llamado "El ángel exterminador" (comparar "el ángel del Señor" en Reyes 19:35; Isaías 37:36), porque, a pesar de que son demonios, estos "mensajeros del mal" (Salmos 78:49 y A. V. "ángeles del mal") no siguen sólo las órdenes de Dios, son los agentes de su ira divina.

Hay indicios de que la mitología hebrea popular atribuye a los demonios de una cierta independencia, un carácter malvado propio, porque se cree que vienen no de la morada celestial de Dios, sino del mundo inferior.

Los demonios hebreos eran los hacedores de daño. A ellos se atribuyen las diversas enfermedades, sobre todo, como afectan el cerebro y las partes internas. Por lo tanto, existía el temor de "Shabriri" (literalmente, "el resplandor deslumbrante"), el demonio de la ceguera, que descansa sobre el agua descubierta en la noche y afecta a las personas con ceguera que beben de la misma. También se mencionó el espíritu de la catalepsia y el espíritu del dolor de cabeza, el demonio de la epilepsia, y el espíritu de la pesadilla.

Estos demonios se supone que entran en el cuerpo y provocan la enfermedad, mientras abruman o se "apoderan" de la víctima (como si se apoderaran del cuerpo). Para curar dichas enfermedades era necesario sacar los demonios por ciertos encantamientos y rituales con talismanes, en los que sobresalían los esenios. Josefo, que menciona a los demonios como "espíritus de los malvados que entran en los hombres que están vivos y los matan", pero que pueden ser expulsados ​​por cierta raíz, fue testigo de un ritual en presencia del emperador Vespasiano, y atribuye su origen al rey Salomón.