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Vacuna rusa

 

Fauna Política

Cifras alegres pero ineficientes

Por Rodolfo Herrera Charolet

La vacuna contra el terrible virus le “vino como anillo al dedo” a los creadores de contenidos de la propaganda amloista. El ejercicio propagandístico en la víspera de las elecciones intermedias de 2021, proporciona al gobierno una oportunidad de lujo para amarrar el voto popular beneficiado con los programas sociales y en los cuales se destinarán 304 mil millones de pesos  (304,000,000,000.00), lo cual, equivale a regalarle 10 mil 133 pesos a 30 millones de votantes, los necesarios para asegurar mayoría parlamentaria en las elecciones intermedias.

Entre las estrategias que serán empleadas durante el 2021, se incluye la manipulación de la verdad y el uso propagandístico de la vacuna contra el virus que ha cobrado la vida a más de 150 mil personas en los primeros 10 meses, pero que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) con los otros datos suman más de 300 mil.

La ineficiencia y descaro descarriló la intención de monopolizar el programa de vacunación nacional, cuya estrategia establecía la aplicación en primer lugar a los médicos que se encuentran en el frente de batalla, luego los servidores de la nación (por no decir la fuerza electoral de tarea), miembros del ejército, para proseguir con los adultos mayores de 60 años… hasta llegar a al resto de la población, a excepción de los niños menores de 15 años (no votarán durante el sexenio) y mujeres embarazadas.

Para fortuna de la democracia y en beneficio de la salud pública, la estrategia tocó fondo, cuando similar a un gran buque de cemento, encalló tan pronto fue anunciado.

Las primeras tres mil vacunas, escoltadas por el ejército desde su llegada, causaron risa y debate en redes sociales, porque puso en evidencia que el gobierno no tenía las vacunas ni las había pagado. Tras un mes de recibir cargamentos de vacunas, el anuncio de reducción de la molécula, se vio afectado por la decisión del presidente de acatar la sugerencia de la Organización Mundial de la Salud de apoyar a países más pobres, en los momentos que México ocupa el tercer lugar en el mundo por la cantidad de muertos.

La decisión presidencial en detrimento de la salud de los habitantes en territorio nacional, sean chairos o fifís, daña el programa de vacunación, porque hasta el 24 de enero de 2021 y a más de un mes de haberse iniciado, únicamente 630 mil personas se habían vacunado. Al ritmo publicitado el gobierno mexicano requiere de poco más de 16 años para vacunar a la población que tiene actualmente.

Para que el gobierno mexicano logre vacunar a la totalidad de la población en contra del mortal virus, se requiere el esfuerzo de aplicar más de 340 mil dosis diarias durante un año y eso, si se trata de una sola dosis, porque de aplicarse dos dosis por habitante, serían 680 mil dosis diarias las que se requieren durante un año.

Dicho más simple, el gobierno festejó con bombos y platillos, que aplicó en un mes, lo que debió haber hecho en un día. Esta la realidad de sumas y restas puso en evidencia su gran deficiencia, en cuanto a estrategia para atender la pandemia.

El vocero y responsable de atender la crisis tardó más en justificar su estrategia que el presidente en desmentirlo. Ese mismo día Andrés Manuel López Obrador autorizó que sea la iniciativa privada y los gobiernos de los estados, quienes también adquieran vacunas y atender a la población. Con esta autorización y en el imaginario del mundo chairo, los fifís pagaran la molécula a precios de “libre mercado”, porque el que quiera azul celeste que le cueste. Los que no pueden pagar, el pueblo de tabla rasa, podrá ser vacuna con fórmulas de prueba, gratis, rebajadas o de tener suerte las “buenas”.

En una mañanera el presidente sepultó el monopolio de las vacunas, el desastre mediático logró un respiro cuando volcó la opinión pública en el aviso presidencial, en el sentido de que había dado positivo a Covid-19. Las voces inquisidoras no dudaron en difundir el famoso “te lo dije” y las afines hacer del presidente un mártir. Cuestión de ópticas y simpatías. Sea cierto o no la gravedad del contagio en el presidente, lo cierto es que el aviso provocó mitigar las diversas voces de protesta y cuestionamiento al programa de salud.

Otros anuncios que caen como balde de agua fría a los operadores de la propaganda de las vacunas, es el hecho de que la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris) no ha autorizado el uso de la vacuna Sputnik V, contra el Covid-19 en territorio nacional, cuando Rusia ya anunció que tiene la Sputnik V Ligth, una vacuna de menor efectividad para vender al mundo.

Las 24 millones de dosis rusas que aún esperan autorización, podrían atender a un diez por ciento de la población nacional y que requieren de dos aplicaciones. Sin embargo, el problema que se presentará, es si el gobierno de México toma la decisión de la variante Ligth, que es de menor efectividad o rebajada, como ya se anunció.

En resumen y sin darle vueltas al asunto, en la propaganda hay mucho cacareo y pocos huevos. Deficiencias y problemas que se acumulan en la estrategia para atender el verdadero problema que enfrenta el país, el crecimiento de la mortalidad causada por Covid-19 en México. La alta letalidad en el país ha sido anticipado y advertido por expertos nacionales y extranjeros.

En tales circunstancias, no es extraño que algunos organismos califiquen a México como el peor país en el mundo para quien sufra la enfermedad, en donde la vacuna es un instrumento de propaganda.

¿O no lo cree usted?

Transcribo desde un satélite ruso 30 de enero de 2021

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