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La muerte viaja en AU

La muerte viaja en AU: 21 muertos, entre ellos 9 docentes y dos militares, en la autopista de la desidia.



Por José Herrera
16 de mayo de 2025

SANTIAGO MIAHUATLÁN, PUEBLA.— Era miércoles. El calor rebotaba en la cinta gris de la supercarretera Cuacnopalan-Oaxaca, donde la vida se parte en dos con la misma violencia con que una pipa de agua partió en dos a una combi llena de trabajadores, madres, niños, maestros. Eran las 11 de la mañana y el infierno estalló sobre el asfalto del kilómetro 27.

Veintiún muertos. Una cifra que, en este país donde las cifras se vuelven paisaje, parece solo un número más, hasta que se le pone rostro: nueve eran maestros del SNTE, otros eran sus familiares. También cayeron dos militares de la 19 Zona de Veracruz. Entre los heridos hay una niña de seis años que aún no entiende por qué duele tanto respirar.

Un accidente que no fue accidente

Las autoridades lo llaman “choque múltiple”. Como si el término técnico pudiera encubrir la violencia estructural de una autopista que no tiene condiciones mínimas de seguridad, sin señalización adecuada, sin presencia permanente de cuerpos de emergencia. Una carretera por donde circulan combis, autobuses, pipas de agua sin frenos ni control, vehículos que viajan con la muerte como copiloto.

Ahí murieron:

  • Liliana Gallardo Cázares, maestra de primaria en Ajalpan.

  • Laima Labastida González, directora de preescolar en Chapulco.

  • Rosa Idalia Matías Regino, docente de San Mateo Tlacoxcalco.

  • Crimilda Matías, profesora en Chilac.

  • Alma Martínez Atanacio y Ana Karen Ramos Balderas, maestras de educación especial.

  • Carlos Villanueva Gutiérrez, docente de secundaria en Tehuacán.

  • José Luis Rodríguez Martínez, maestro de primaria.

  • Jesús Alejo Campos, hijo de un supervisor.

  • Ximena Marín Games y Esperanza Games, familiares de un docente.

También murieron los militares Víctor Gerónimo Vázquez Juárez y Juan Erasto Francisco García, cuyos cuerpos fueron recuperados entre fierros retorcidos. Su compañero, José Roberto Santiago, permanece en terapia intensiva.

Los sobrevivientes: huesos rotos, memorias truncas

En la Clínica del Sagrado Corazón de Tehuacán, seis personas siguen luchando contra el dolor, entre ellas la pequeña Lesli Aidi Monrroy Nava, de seis años, con múltiples fracturas, y su madre Lesly Nava Villa, ambas sobrevivientes del autobús AU.

Con ellas están Óscar Martínez Gregorio, María del Carmen Núñez Sánchez, Regino Matías, y Juan Erasto Francisco García. Todos comparten el mismo escenario: las salas colapsadas, el silencio de los que aún no entienden qué pasó, y el miedo de que vuelva a pasar.

¿Y el Estado?

La tragedia dejó un boquete abierto en el alma de Tehuacán y sus comunidades, pero también una pregunta sin respuesta: ¿cuántos muertos más hacen falta para que se actúe? La autopista Cuacnopalan-Oaxaca es conocida por transportistas y habitantes como “la supercarretera de la muerte”. La llaman así porque se lo ha ganado con cada cuerpo que arrastra, con cada familia que deja en ruinas.

Los reclamos van desde la falta de regulación en las unidades de transporte público, hasta la presencia ausente de la Guardia Nacional, pasando por el abandono sistemático de las vías federales en el sur del estado.

Las urnas, el luto y el olvido

Este hecho ocurre a menos de un mes de las elecciones. Pero los discursos no alcanzan. A las familias les quedan las urnas funerarias, no las electorales. Queda el luto. Queda el olvido que se instalará como polvo sobre el pavimento.

Y mientras la clase política acude a tomarse fotos en las coronas de flores y prometer comités de prevención, los dolientes entierran maestros, madres, hijos, soldados. Y se preguntan si el país los mató por accidente… o por costumbre.

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