Roban arte sacro del siglo XVIII en templo de Puebla; INAH confirma daño al patrimonio cultural
Por José Herrera | Especial para EPrensa
PUEBLA, Pue.— Una docena de cuadros religiosos con los rostros de los apóstoles, un cáliz histórico, una custodia y otros objetos litúrgicos fueron sustraídos del Templo de Nuestra Señora de los Gozos —conocido popularmente como Los Gozos de María—, ubicado en pleno Centro Histórico de Puebla, como parte de un atraco que ha encendido las alarmas entre la comunidad católica y las autoridades encargadas de preservar el patrimonio cultural del país.
El robo, denunciado por feligreses la tarde del miércoles 28 de mayo, fue ejecutado con sigilo pero con violencia simbólica. Los autores no sólo sustrajeron piezas de arte sacro del siglo XVIII, sino que profanaron el recinto: documentos tirados, muebles revueltos, cajoneras abiertas y ornamentos sagrados fuera de lugar. El daño espiritual es profundo y el material incalculable, aseguran los custodios del templo.
La Capilla de Nuestra Señora de los Gozos se encuentra sobre la 13 Poniente, entre la 16 de Septiembre y la 3 Sur, en una de las zonas más transitadas de la capital poblana. Sin embargo, los ladrones lograron ingresar sin ser detectados por los vecinos ni por las escasas cámaras de videovigilancia del entorno. Se presume que el robo ocurrió la noche del martes 27 de mayo, cerca de las 20:30 horas.
El hallazgo fue hecho por el sacristán del templo, Manuel Herrerías, quien al ingresar a la sacristía se percató de que varios objetos litúrgicos habían desaparecido. El párroco del lugar, el padre Ernesto Martínez, confirmó a este medio que se trató de 12 cuadros con los rostros de los apóstoles, obras de arte sacro que datan del siglo XVIII y que, aunque no están firmadas, han sido previamente evaluadas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) como patrimonio cultural.
Además de las pinturas, los ladrones se llevaron un cáliz antiguo, una custodia, una campana de mano y equipo de sonido. Aunque el valor simbólico y espiritual de las piezas es incalculable para la comunidad, se estima que el equipo hurtado tiene un valor comercial que oscila entre los 10 mil y 20 mil pesos.
Martínez reveló que al acudir a la Fiscalía General del Estado de Puebla para levantar la denuncia, las autoridades se negaron a recibirla bajo el argumento de que primero debía probar que los bienes robados eran propiedad federal. Ante esta omisión, la Arquidiócesis de Puebla y el INAH iniciaron una investigación paralela para acreditar el carácter patrimonial de los objetos sustraídos.
“El problema no es solo el robo. Es el abandono institucional que deja a los templos expuestos y sin protocolos claros para proteger el arte sacro”, lamentó el párroco, visiblemente molesto por la falta de reacción oficial.
Vecinos de la zona consultados por EPrensa señalaron que no notaron actividad sospechosa en el templo, aunque sí confirmaron la presencia de patrullas días después del robo. Policías ministeriales acudieron a solicitar videos de cámaras de seguridad de negocios aledaños, con la esperanza de identificar a los responsables.
Aunque no es la primera vez que un recinto religioso en Puebla es objeto de saqueo, este caso ha provocado una fuerte indignación entre fieles y defensores del patrimonio histórico, no solo por la magnitud de lo sustraído, sino por la indolencia institucional que rodea a este tipo de hechos.
Organismos civiles como el Consejo de la Crónica de Puebla y académicos del área de conservación del patrimonio han exigido un plan urgente para proteger iglesias y templos, sobre todo aquellos que resguardan arte sacro sin sistemas de seguridad ni vigilancia activa.
“Estamos ante una tragedia patrimonial que podría haberse evitado”, afirmó Rodolfo Herrera Charolet, investigador y cronista poblano, quien urgió a las autoridades estatales y federales a diseñar una estrategia interinstitucional para resguardar los templos del país. “Los ladrones saben que pueden actuar con impunidad. Y eso es lo más grave”, concluyó.
Mientras tanto, la comunidad de Los Gozos de María vive el atraco como una herida abierta. No es solo lo que se llevaron, dicen los feligreses, es lo que rompieron en el corazón de quienes aún creen.
Firma: José Herrera / EPrensa
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