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Tianguismanalco: La zona gris

 


La zona gris

En Tianguismanalco no hay líneas divisorias, hay zonas grises. Polvo sin dueño. Fronteras de saliva. Territorio partido entre dos municipios que se acusan el uno al otro de ser el verdadero padre de un hijo abandonado: el fraccionamiento GEO. Atlixco lo niega. San Juan Tianguismanalco finge que no existe. Pero sí existe. Allí vive gente. Gente que sangra, que camina entre escombros, que paga cuotas, que es inspeccionada sin razón. Gente que no aparece en los mapas, pero sí en las patrullas sin placas.

Fue el 23 de enero de 2025 cuando el teatro de la farsa volvió a presentarse en ese rincón olvidado. Un motociclista, común, sin armas, sin más pecado que transitar por su calle, fue detenido por elementos de Seguridad Pública del municipio de San Juan Tianguismanalco. Sin placas. Sin uniforme. Sin ley. Actuaron como sombras del narco o como lo que realmente son: una policía sin rostro, sin argumentos, sin moral.

Le pidieron papeles. Luego lo bajaron. Luego revisaron su vehículo. ¿Con qué justificación? Ninguna. Cuando se les pidió sustentar su actuación, callaron. Balbucearon. Improvisaron artículos legales inexistentes, como quien lanza dados en una mesa sin reglas. Los vecinos ya no piden justicia. Piden coherencia.

Porque esos policías —los mismos que han sido señalados por presuntos vínculos con células criminales— se pasean sin freno en una zona que ni siquiera tiene claridad sobre quién debe brindar servicios básicos como recolección de basura o agua potable. Una tierra de nadie, donde la autoridad se disputa a balazos o se vende al mejor postor.

Y el presidente municipal, Juan Pérez Moral, permanece escondido. En su oficina. En su camioneta. En su silencio. Desde 2024, cuando comenzaron las denuncias de abusos de poder, corrupción y omisión institucional, el alcalde no ha mostrado más que desprecio por sus ciudadanos. Porque no los ve como ciudadanos. Los ve como estorbos. Como quejas. Como basura.

Por eso, cuando la policía actúa con brutalidad, nadie interviene. Cuando alguien graba con su celular una detención ilegal, no llega ninguna comisión de derechos humanos. Y cuando hay linchamientos —como el último, en el que las patrullas municipales fueron vandalizadas y los vehículos personales de los oficiales atacados— lo único que emite el gobierno es un comunicado de "consternación", acompañado de silencio cómplice.

¿Dónde están los exámenes de Control y Confianza? ¿Dónde está la capacitación para que los oficiales respeten los derechos humanos? El senador Alejandro Armenta ha urgido a verificarlo, pero en Tianguismanalco las urgencias se entierran bajo papeles húmedos y archivadores oxidados.

Aquí, la ley la dicta el que porta un arma —o una credencial falsa.
Aquí, los ciudadanos se organizan solos.
Aquí, si te roban, lo denuncias en Facebook.
Y si te matan, quizás ni te recojan.

San Juan Tianguismanalco ya no es un municipio.
Es una ruina con bandera.
Un experimento fallido de Estado.
Una burla con placas falsas.

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