En San Lorenzo Almecatla, una comunidad donde los padres aĆŗn creen en la escuela como el Ćŗltimo bastión de esperanza para sus hijos, la corrupción no llegó en camionetas blindadas ni con escoltas. Se instaló poco a poco, en las aulas, en los salones sin ventiladores, en las bancas rotas que nunca se repararon, en los presupuestos que desaparecieron sin que nadie rindiera cuentas. AhĆ, en la primaria “Tierra y Libertad”, el saqueo fue silencioso, domĆ©stico, disfrazado de gestión escolar.
La exdirectora MarĆa Guadalupe GarcĆa HernĆ”ndez y el comitĆ© de padres de familia son seƱalados por padres y madres de haber operado un esquema de desvĆo de recursos pĆŗblicos destinados a mantenimiento, mobiliario y apoyos escolares. No hablamos de millones, hablamos de lo que para muchas familias representa un esfuerzo doloroso: cuotas voluntarias que se volvieron obligatorias, cooperaciones opacas, justificantes fantasmas.
La denuncia no es nueva. Tampoco es exagerada. Ha sido presentada ante la SecretarĆa de Educación PĆŗblica del estado, ante la coordinación de zona, ante la presidencia municipal. Y sin embargo, nada. La respuesta ha sido una mezcla de silencio burocrĆ”tico y evasión. Lo que deberĆa investigarse como un delito se trata como un malentendido entre vecinos.
Las cuentas no cuadran, las actas no aparecen, los justificantes estĆ”n incompletos o simplemente se niegan a mostrarlos. Una madre, con la voz rota por el hartazgo, lo dijo claro: “Nos entregan papeles que no dicen nada. Y cuando pedimos una auditorĆa, nos tratan como si fuĆ©ramos nosotros los problemĆ”ticos”.
La gestión de la exdirectora fue, según testimonios, una administración donde la rendición de cuentas brilló por su ausencia. Bajo su cobijo, el comité operó sin contrapesos. Cada ciclo escolar se recolectaba dinero, pero las mejoras nunca llegaron. No hay ventiladores nuevos, no hay equipo de cómputo, no hay bancas ni pizarrones. Pero sà hay desconfianza, sà hay hartazgo, sà hay un sentimiento generalizado de burla e impunidad.
La SEP estatal, con su discurso de calidad educativa, ha guardado un silencio ensordecedor. Ni una sola auditorĆa, ni una sola suspensión preventiva. La omisión —lo sabemos bien— tambiĆ©n es corrupción. Porque permitir que se roben lo poco que tiene una primaria rural es tan grave como desviar millones desde un escritorio de gobierno.
En Puebla, parece que mientras el robo se mantenga en lo "domĆ©stico", nadie se inmuta. Los poderosos roban millones y son premiados con candidaturas. Los pequeƱos cacicazgos escolares desvĆan recursos y son protegidos por la inercia institucional.
Pero en San Lorenzo Almecatla, algo estĆ” cambiando. Ya no se tragan el discurso de “es un asunto interno”. La comunidad exige una auditorĆa externa, sanciones claras y la destitución del comitĆ© involucrado. No estĆ”n pidiendo favores: exigen justicia. Porque la educación pĆŗblica —la de verdad, la que se defiende con uƱas y dientes— no puede construirse sobre los cimientos podridos de la complicidad.
0 Comentarios