Karla Méndez: La chica que venció al tiempo
En un mundo donde 24 horas apenas alcanzan para sobrevivir, Karla Méndez S. desafía las leyes del reloj. Tiene 19 años y no estudia una ni dos, sino siete carreras simultáneamente, entre la BUAP, la UNAM y el Tec. No es un mito urbano ni un algoritmo encarnado: es una joven de carne, hueso y voluntad sostenida por algo que la ciencia aún no puede explicar del todo.
Promedia arriba de 9.6, salta de clases presenciales a sesiones virtuales, cambia de plataformas como quien cambia de piel, y en sus ratos libres… estudia para obtener la licencia de piloto.
¿Cómo es posible?
La ciencia del comportamiento podría hablar de disciplina extrema. Los neurólogos, de neuroplasticidad. Los sociólogos, de privilegios o condiciones excepcionales. Pero hay algo que escapa a todas las ecuaciones: el hambre de aprender.
Karla no busca títulos, ni acumula carreras como trofeos. Su clave —dice— está en darle a cada cosa su tiempo, como si dentro de ella convivieran siete versiones sincronizadas de sí misma. Y quizá es cierto. Quizá lo que ha logrado no sea solo una hazaña académica, sino una forma de hackear la linealidad del tiempo.
Mientras el mundo se ahoga en la fatiga y el olvido, ella aprende a volar, literalmente. No se trata solo de pilotar una aeronave, sino de elevarse sobre los límites que nos han dicho que existen: uno no puede con tanto, una mujer no llega tan lejos, la juventud es frágil, el tiempo no perdona.
Karla los contradice todos.
Y aunque los expertos aún discutan si el multitasking daña la memoria, o si siete carreras simultáneas son sostenibles a largo plazo, hay algo que ni el método científico puede negar: el fuego del asombro, esa llama inextinguible que convierte la curiosidad en motor vital.
Más allá de la ciencia, hay personas que parecen venir del futuro, o tal vez del pasado, cuando el saber era un acto de amor, no de conveniencia.
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