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¡Llévelo, llévelo! Certificados de defunción, edición limitada

¡Llévelo, llévelo! Certificados de defunción, edición limitada

Por José Herrera / Eprensa

Puebla, Pue. – Mientras médicos esperan durante horas a las afueras de la Jurisdicción Sanitaria número 6 para obtener un certificado de defunción, una mujer que no es doctora, que no trabaja en el sector salud y que ni siquiera viste de blanco, sí tiene folios... y los vende. Como si se tratara de abarrotes, los certificados de muerte se convirtieron en mercancía con etiqueta: "Barato, barato".

La protagonista del nuevo escándalo sanitario responde al nombre de Rizieri. No es médico legista ni forense. Es abogada y, sin embargo, parece tener más acceso que cualquier galeno a estos documentos legales indispensables para liberar un cuerpo y proceder con el funeral. Mientras tanto, los médicos hacen fila con las manos vacías y los deudos, con el alma rota, esperan bajo el sol que alguien les autorice enterrar a sus muertos.

La burocracia de la muerte

Lo que debería ser un trámite digno y sensible se ha convertido en una carrera de obstáculos. Desde febrero de este año, médicos reportan que el sistema de distribución de certificados ha estado plagado de irregularidades: demoras de hasta tres horas, limitación arbitraria de folios y respuestas vagas por parte del personal de la Jurisdicción. El colmo: “No hay certificados”, dicen por la ventanilla. Pero en el mercado paralelo, una abogada sí los tiene, y a buen precio.

¿Cómo es que alguien ajeno al sistema de salud puede acceder a documentos oficiales? ¿Quién le entrega los folios? ¿Quién se los autoriza? Las preguntas se amontonan mientras los responsables se esconden detrás de comunicados institucionales. “Todo está normal”, dicen en la Jurisdicción. Pero en la calle, la muerte hace fila.

El cadáver que no puede descansar

En México, la ley es clara: ninguna funeraria puede recoger un cuerpo sin certificado de defunción. Hacerlo sería incurrir en un delito federal. Y sin ese documento, el cadáver debe esperar. Se retrasa el traslado, se retrasa el entierro, se prolonga el dolor. Y, como en muchos casos, ese dolor se convierte en un negocio para quienes han hecho de la corrupción su única ética profesional.

Que una abogada tenga acceso a certificados y los ofrezca a bajo costo no es solo una irregularidad: es una señal de podredumbre administrativa. Es la prueba viva (o más bien, muerta) de que en Puebla los trámites funerarios también tienen su cártel.

La muerte en tiempos del mercado gris

Mientras los funcionarios sanitarios niegan todo y aseguran que “no hay costo alguno”, la realidad los desmiente. Los certificados fluyen... pero no por los canales oficiales. Los folios aparecen... pero no en las manos adecuadas. Es un sistema de salud donde la escasez se administra como negocio y la muerte como oportunidad de lucro.

En lugar de revisar los procedimientos, abrir una investigación o auditar la entrega de documentos oficiales, la Jurisdicción prefiere lavarse las manos. Como Poncio Pilato, pero versión IMSS.

Quizá sea hora de que la Secretaría de Salud del estado explique por qué alguien que no debería tener acceso a documentos oficiales, los tiene y los distribuye. Y también que nos digan quién está detrás de ese mercado paralelo de certificados, porque la muerte en Puebla ya no sólo es inevitable: también está mal gestionada.

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