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Zacatlán: entre lo mágico y la muerte embolsada

 ⚫ Zacatlán: entre lo mágico y la muerte embolsada.


Por José Herrera
Zacatlán, Puebla | 13 de junio de 2025

La calle Real del barrio de Maquixtla despertó ayer con el hedor de la muerte. Un cadáver embolsado, con claras huellas de tortura, fue arrojado como basura a plena luz del día en una de las zonas semiurbanas de Zacatlán. El cuerpo, amarrado, desfigurado por los golpes y cubierto con bolsas plásticas negras, pertenecería a un hombre de aproximadamente 45 años de edad, cuya identidad aún no ha sido confirmada.

Una vez más, el rostro violento de Zacatlán contradice el discurso institucional que vende un "pueblo mágico" seguro, pacífico y pintoresco. La realidad: cuerpos abandonados en calles de tierra, asesinatos a domicilio y un manto de silencio cómplice.

Tortura y desecho

Fuentes policiales confirmaron que el hallazgo ocurrió la mañana del jueves 12 de junio. Vecinos que caminaban rumbo al trabajo vieron las bolsas junto a la banqueta. Al acercarse, notaron un bulto sospechoso con manchas de sangre. Llamaron al 911.

Al arribar, elementos de la Policía Municipal no tuvieron que hacer muchas conjeturas: el cadáver mostraba señales inequívocas de tortura previa al homicidio. El cuerpo fue encontrado amarrado de pies y manos, con lesiones en rostro, tórax y cuello. Una ejecución sin firma visible, pero con un mensaje claro: el terror se ha normalizado.

Crímenes que no investigan, solo levantan

La Fiscalía General del Estado llegó tarde, como siempre. Peritos recogieron evidencias con parsimonia, sin bloquear completamente la zona, permitiendo que curiosos tomaran fotografías que pronto circularon en redes sociales. Como ya es costumbre, no hubo declaraciones oficiales. Tampoco hipótesis. Solo la promesa hueca de que “ya se investiga”.

El cuerpo fue trasladado al SEMEFO de Zacatlán para la necropsia de ley. Nadie lo ha reclamado. Nadie lo reconoce. Es otro muerto sin nombre, otro expediente que engrosará las cifras frías de un municipio que se desangra en silencio.

La tierra de manzanas podridas

Zacatlán ha sido escenario reciente de hechos violentos que desmienten la narrativa de seguridad promovida por la administración municipal. Apenas el día anterior, un adolescente fue baleado por delincuentes que simularon ser repartidores de Mercado Libre. Hace una semana, se reportaron disparos en Cuautilulco. Y ahora, un cuerpo embolsado frente a una calle transitada.

En este clima de violencia, la autoridad municipal guarda silencio, como si el crimen fuera un fenómeno ajeno. No hay mesas de seguridad ciudadana funcionales, ni programas reales de prevención del delito. Tampoco voluntad política para enfrentar a los grupos que ya operan con códigos propios.

El silencio oficial, la indignación popular

En los barrios populares de Zacatlán —Maquixtla, Cuautilulco, Tlatempa— los vecinos ya no confían en la policía, ni abren la puerta sin recelo. Muchos temen denunciar. Otros prefieren callar. Todos saben que, como en este caso, los cuerpos pueden aparecer sin que nadie se haga responsable.

Mientras los funcionarios locales dan ruedas de prensa para presumir obras menores o anunciar eventos turísticos, la violencia crece como hiedra en las banquetas: silenciosa, rápida, invasiva.

¿Quién gobierna realmente?

Los asesinatos con huellas de tortura no son actos comunes. Son mensajes. Son ajustes. Son ejecuciones que hablan de control territorial. Que se hagan en Zacatlán no es casual: la periferia ha sido abandonada a su suerte, mientras los discursos oficiales maquillan con pintura de pueblo mágico lo que es ya una zona de alto riesgo.

La pregunta que muchos se hacen en voz baja es incómoda, pero urgente:
¿Quién gobierna realmente Zacatlán: el Ayuntamiento o el miedo?


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