Cabeza logo

header ads

Lucha libre: entre el teatro y la cerveza

Arena Solís vs Coliseo San Ramón: una noche para brindar


A veces, sólo a veces, la vida se acomoda lo suficiente para que uno se ría entre golpes, máscaras rotas y caídas dobles. La Arena Solís de Puebla se metió como borracho en cantina ajena a la Coliseo San Ramón… y lo hizo con todo. La función en la Lateral Recta a Cholula olía a sudor, sangre y cerveza barata. Muy buena entrada. Muy buena vibra. De esas noches donde hasta los golpes suenan sabrosos.

La cosa terminó en empate, como esas borracheras donde nadie gana, pero todos cuentan una historia. Siniestro y Silver Panther quedaron tendidos en la lona como si les hubieran disparado los recuerdos. Uno encima del otro, sin moverse. La cuenta de tres cayó y nadie discutió. Allá en la pasarela, Maligno y Emblema dormían el sueño de los justos, noqueados por la vida —y por los trancazos. Hubo retos, claro, porque el orgullo del luchador es lo último que se pierde. Y el del aficionado también. Todos quieren revancha. Todos creen que pueden más. Y eso, maldita sea, es hermoso.

La lucha estelar fue un poema mal escrito con sillazos y cofres. Pequeño Espectro y Legionario Jr contra Police Man Jr e Hijo de Police Man. Un combate que fue más teatro griego que deporte: drama, traición, y un referee que era padre, juez y parte. “Police Papá” atacaba a sus crías y luego las protegía como si fuera domingo de resaca emocional. Pero al final, Pequeño Espectro metió una desnucadora como quien baja el telón después de una ópera brava y acabó con el Hijo de Police. Luego, sin pena, vino el reto por los campeonatos de tercias de la familia Police. Así son: pelean, se matan, se retan, y al día siguiente desayunan juntos.

En otra esquina de esta novela sin lógica, Toxina, Charly Zaragoza y Psicótic Boy cobraron su dosis de justicia venciendo a Furia Casanova, Crayfus y Rey Solís. El único ausente fue “Espíritu Guerrero”, que parece olvidó la cita o simplemente prefirió la calma de una cerveza en casa. No lo culpo. A veces uno se cansa de ser enemigo.

Y para cerrar, como quien pide una copa más aunque ya esté tambaleando, la lucha de dinastías. Laykan y Laykan Jr. volaron desde la tercera cuerda con doble mortal para derrotar a Hechicero Maldito y su hijo. Fue brutal, elegante, y medio suicida. Pero valió la pena. Al final, como buenos hombres de sangre compartida, padres e hijos se retaron otra vez. Porque el orgullo, como el tequila, se hereda.

Salud por ellos.
Salud por nosotros.
Y que viva la lucha libre, ese hermoso caos que a veces parece el único lugar donde todo tiene sentido.



Publicar un comentario

0 Comentarios