Ciudad Serdán, Pue., 11 de septiembre de 2025Marilyn Karina Cote Mendieta, esa alma inquieta que alguna vez jugó a ser psiquiatra sin título, recetando pastillas como si fueran caramelos en una piñata, ha dado un giro que ni el más borracho de los guionistas de telenovelas podría imaginar. En el penal femenil de Ciudad Serdán, donde espera que los jueces decidan su destino, Cote ha colgado el estetoscopio falso para ponerse una aureola improvisada. Ahora, según un video de México al Minuto que parece sacado de un reality show carcelario, esta mujer dirige grupos de catecismo, organiza rezos diarios y se ha coronado como la líder espiritual de unas internas que, quién sabe, tal vez solo buscan un poco de consuelo entre los barrotes.
No es que Marilyn haya encontrado a Dios en una celda; más bien, parece que Dios estaba desocupado y decidió pasar el rato con ella. Acusada de siete vinculaciones a proceso —cinco por hacerse pasar por psiquiatra y dos por amenazas que, según dicen, lanzó contra unos vecinos con la delicadeza de un martillo— Cote no se queda quieta. Mientras las autoridades investigan si también le metió mano a psicotrópicos sin permiso, ella ha decidido que el púlpito es mejor que el banquillo.
¿Delitos contra la salud? ¿Usurpación de funciones? Bah, detalles terrenales para alguien que ahora reparte bendiciones como si fueran recetas.
En 2024 y 2025, su nombre rebotó en los titulares como un escándalo de barrio: la falsa doctora que engañó a medio mundo con su bata blanca y su libreta de prescripciones. Hoy, en el encierro de Ciudad Serdán, ha cambiado el diagnóstico por el sermón, sorprendiendo a las internas, a las autoridades y a cualquiera que siga su caso con una mezcla de incredulidad y morbo.
¿Es redención genuina o solo un truco más en su repertorio? Nadie lo sabe, pero Marilyn Cote, entre rezos y catecismos, parece estar escribiendo un nuevo capítulo en su saga, uno que huele más a incienso que a medicinas.
Por Rodolfo Herrera Charolet
No es que Marilyn haya encontrado a Dios en una celda; más bien, parece que Dios estaba desocupado y decidió pasar el rato con ella. Acusada de siete vinculaciones a proceso —cinco por hacerse pasar por psiquiatra y dos por amenazas que, según dicen, lanzó contra unos vecinos con la delicadeza de un martillo— Cote no se queda quieta. Mientras las autoridades investigan si también le metió mano a psicotrópicos sin permiso, ella ha decidido que el púlpito es mejor que el banquillo.
¿Delitos contra la salud? ¿Usurpación de funciones? Bah, detalles terrenales para alguien que ahora reparte bendiciones como si fueran recetas.
En 2024 y 2025, su nombre rebotó en los titulares como un escándalo de barrio: la falsa doctora que engañó a medio mundo con su bata blanca y su libreta de prescripciones. Hoy, en el encierro de Ciudad Serdán, ha cambiado el diagnóstico por el sermón, sorprendiendo a las internas, a las autoridades y a cualquiera que siga su caso con una mezcla de incredulidad y morbo.
¿Es redención genuina o solo un truco más en su repertorio? Nadie lo sabe, pero Marilyn Cote, entre rezos y catecismos, parece estar escribiendo un nuevo capítulo en su saga, uno que huele más a incienso que a medicinas.
Por Rodolfo Herrera Charolet
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