“Durmiendo con el enemigo”: Procesos judiciales en Puebla destapan la violencia oculta en la intimidad.
El feminicidio de Gabriela Aline R., ocurrido el 9 de julio de 2023 en la colonia Maravillas, Puebla, ha expuesto una vez más la cruda realidad de la violencia de género que puede gestarse en los entornos más cercanos, bajo la sombra de lo que podríamos llamar “durmiendo con el enemigo”. Antonio “N”, médico y pareja sentimental de Gabriela, fue vinculado a proceso por feminicidio tras presuntamente causarle la muerte con una sobredosis intencional de cloruro de potasio. La investigación de la Fiscalía General del Estado de Puebla reveló que, tras una discusión por problemas de pareja, Gabriela expresó a su madre su temor hacia Antonio y su intención de terminar la relación. Horas después, fue encontrada inconsciente en su cama, mientras Antonio, presente en el lugar, afirmó que intentó reanimarla tras un supuesto suicidio. Las pruebas periciales desmintieron su versión, confirmando una necrosis hepática masiva como causa de muerte. Actualmente, Antonio enfrenta el proceso judicial bajo prisión preventiva oficiosa, en un caso que subraya cómo la confianza en una relación puede encubrir un peligro mortal.
Un caso igualmente desgarrador que refleja esta misma dinámica ocurrió en agosto de 2018, con el feminicidio de Yaroslava Nenastyina, una mujer ucraniana nacionalizada mexicana, en Huejotzingo, Puebla. Yaroslava, de 37 años, fue reportada como desaparecida el 10 de agosto tras salir de su domicilio en San Pedro Cholula, donde había estado consumiendo bebidas alcohólicas con su pareja. Según reportes, salió de madrugada hacia un Oxxo y fue contactada por Alfonso “N”, un hombre vinculado al partido Pacto Social de Integración (PSI). Yaroslava le envió a su pareja una foto de Alfonso y su ubicación en Huejotzingo, pero no regresó. Días después, su cuerpo desmembrado fue hallado en un terreno de cultivo, identificado por sus tatuajes y prendas. La Fiscalía detuvo a Alfonso, inicialmente por desaparición de persona y cohecho, aunque posteriormente fue investigado por feminicidio. Las indagatorias apuntan a que, tras una discusión en su departamento, Alfonso la asesinó, desmembró y abandonó sus restos para ocultar el crimen.
En la ciudad de Puebla ocurrió el 25 de marzo de 2022 en Palmar de Bravo, cuandoburgo la muerte de una mujer cuyo cuerpo fue encontrado en una zanja en la localidad de Jesús Nazareno. Según reportes de medios locales, la víctima, una mujer de aproximadamente 30 años, fue asesinada por su pareja, quien la estranguló tras una discusión en su domicilio. El agresor intentó encubrir el crimen presentándolo como un accidente, pero las investigaciones forenses determinaron que la causa de muerte fue asfixia. La rápida movilización de colectivos feministas y familiares en Palmar de Bravo exigiendo justicia llevó a la detención del responsable, quien actualmente enfrenta un proceso por feminicidio. Este caso, al igual que el de Gabriela, pone en evidencia cómo la violencia de género se manifiesta en los entornos íntimos, donde las víctimas, confiando en sus agresores, se encuentran desprotegidas.
Un caso igualmente desgarrador que refleja esta misma dinámica ocurrió en agosto de 2018, con el feminicidio de Yaroslava Nenastyina, una mujer ucraniana nacionalizada mexicana, en Huejotzingo, Puebla. Yaroslava, de 37 años, fue reportada como desaparecida el 10 de agosto tras salir de su domicilio en San Pedro Cholula, donde había estado consumiendo bebidas alcohólicas con su pareja. Según reportes, salió de madrugada hacia un Oxxo y fue contactada por Alfonso “N”, un hombre vinculado al partido Pacto Social de Integración (PSI). Yaroslava le envió a su pareja una foto de Alfonso y su ubicación en Huejotzingo, pero no regresó. Días después, su cuerpo desmembrado fue hallado en un terreno de cultivo, identificado por sus tatuajes y prendas. La Fiscalía detuvo a Alfonso, inicialmente por desaparición de persona y cohecho, aunque posteriormente fue investigado por feminicidio. Las indagatorias apuntan a que, tras una discusión en su departamento, Alfonso la asesinó, desmembró y abandonó sus restos para ocultar el crimen.
En la ciudad de Puebla ocurrió el 25 de marzo de 2022 en Palmar de Bravo, cuandoburgo la muerte de una mujer cuyo cuerpo fue encontrado en una zanja en la localidad de Jesús Nazareno. Según reportes de medios locales, la víctima, una mujer de aproximadamente 30 años, fue asesinada por su pareja, quien la estranguló tras una discusión en su domicilio. El agresor intentó encubrir el crimen presentándolo como un accidente, pero las investigaciones forenses determinaron que la causa de muerte fue asfixia. La rápida movilización de colectivos feministas y familiares en Palmar de Bravo exigiendo justicia llevó a la detención del responsable, quien actualmente enfrenta un proceso por feminicidio. Este caso, al igual que el de Gabriela, pone en evidencia cómo la violencia de género se manifiesta en los entornos íntimos, donde las víctimas, confiando en sus agresores, se encuentran desprotegidas.
El 12 de noviembre de 2020 en la ciudad de Tehuacán, donde el cuerpo de Mariana S., de 28 años, fue encontrado sin vida en su domicilio en la colonia Aquiles Serdán. Según las investigaciones de la Fiscalía General del Estado, Mariana fue asesinada por su pareja tras una discusión motivada por celos, quien la agredió con un objeto punzocortante. El responsable intentó simular un robo para desviar la atención, pero las evidencias forenses y testimonios de vecinos condujeron a su detención. Actualmente enfrenta un proceso por feminicidio, un caso que resalta cómo la violencia íntima puede transformarse en una tragedia letal.
Puebla ocurrió el 7 de abril de 2021 en la colonia San Baltazar Campeche, donde el cuerpo de Claudia V., de 34 años, fue hallado sin vida en su departamento. Según la investigación de la Fiscalía General del Estado, Claudia fue asesinada por su pareja tras una discusión doméstica, quien la asfixió en un acto de violencia desmedida. El agresor intentó encubrir el crimen alegando que Claudia había sufrido un desmayo, pero las pruebas forenses confirmaron la asfixia como causa de muerte. La rápida intervención de vecinos y la presión de colectivos feministas llevaron a la detención del responsable, quien enfrenta un proceso por feminicidio, revelando una vez más cómo la violencia puede ocultarse tras la fachada de la intimidad.
Los casos señalados ilustran cómo la violencia de género puede surgir de relaciones de aparente confianza, transformando a quienes deberían ser aliados en agresores letales. La corresponsabilidad social es urgente: las familias deben actuar ante las señales de alerta, como el miedo expresado por Gabriela o la desaparición de Yaroslava; las autoridades deben garantizar procesos judiciales ágiles y con perspectiva de género; y la sociedad debe rechazar la normalización de la violencia en los espacios íntimos. Estos feminicidios nos confrontan con la necesidad de tejer redes de cuidado y vigilancia colectiva para que ninguna mujer más sea víctima de quienes, en lugar de proteger, se convierten en su enemigo.


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