El régimen de Nicolás Maduro autorizó la salida de al menos dos superpetroleros cargados con crudo pesado Merey rumbo a China, cada uno transportando alrededor de 1.9 millones de barriles según documentos internos de la estatal PDVSA, en un desafío directo a la presión estadounidense que incluye incautaciones recientes y la amenaza de un bloqueo total contra buques sancionados anunciada por el presidente Donald Trump.
Aunque estos navíos no figuran en la lista actual de sanciones de Washington, integran la llamada "flota oscura" o fantasma –embarcaciones que operan sin regulación estricta de aseguradoras y proveedores marítimos occidentales, apagando transpondedores o falsificando posiciones para evadir rastreo–, una red que ha permitido al chavismo mantener exportaciones pese a las restricciones impuestas desde 2019 para asfixiar la principal fuente de ingresos del gobierno venezolano.
Esta maniobra ocurre en medio de una escalada que ya vio la interceptación de al menos dos tanqueros en aguas internacionales cercanas, con cargas valoradas en decenas de millones de dólares, y el estancamiento de decenas de buques cargados en puertos venezolanos por temor a decomisos, lo que acelera la saturación de almacenamiento y amenaza con paralizar parte de la producción petrolera en un país cuya economía depende en más del 90 por ciento del oro negro.
El recurso a esta armada clandestina, compartida con Irán y Rusia, revela la vulnerabilidad estructural del régimen ante la ofensiva estadounidense, que combina operaciones militares con ampliación de sanciones, mientras Maduro denuncia "piratería" y busca mediación internacional, en un contexto donde la devolución de activos históricos a empresas estadounidenses se erige como condición implícita para cualquier alivio, profundizando la crisis de divisas y el aislamiento de un gobierno que apuesta por la opacidad para sobrevivir.
20 de diciembre de 2025 | Redacción EPrensa:

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