Brain rot (o "podredumbre cerebral") es un término coloquial, elegido Palabra del Año 2024 por Oxford, que describe el supuesto deterioro mental por el consumo excesivo de contenido digital trivial y de baja calidad en internet (memes, videos cortos, etc.), causando fatiga mental, falta de concentración y menor capacidad de procesamiento, aunque no es una condición médica, sino un reflejar la ansiedad por el impacto de la tecnología, especialmente entre jóvenes.
Podredumbre cerebral: el término que define la era digitalEl concepto de "brain rot" (podredumbre cerebral) se consagró como la Palabra del Año 2024 según Oxford University Press, tras un aumento del 230% en su uso y más de 37.000 votos públicos que lo prefirieron sobre finalistas como "slop", "demure" o "romantasy".
Este término coloquial, popularizado por las generaciones Z y Alpha en plataformas como TikTok, describe el supuesto deterioro del estado mental o intelectual derivado del consumo excesivo de contenido online trivial, de baja calidad y altamente adictivo: videos cortos, memes absurdos y scrolls infinitos que priorizan la estimulación inmediata sobre la profundidad.
Aunque su origen se remonta a 1854, cuando Henry David Thoreau lo empleó en Walden para criticar la preferencia social por ideas simples y superficiales en detrimento del esfuerzo intelectual, su resurgimiento actual refleja una ansiedad colectiva por el impacto de la tecnología en la cognición, especialmente entre jóvenes inmersos en un ecosistema digital diseñado para capturar atención a cualquier costo.Lejos de ser solo un meme autodespreciativo, estudios acreditados respaldan preocupaciones reales sobre sus efectos.
Una revisión sistemática publicada en 2025 por la American Psychological Association, que analizó 71 investigaciones con casi 100.000 participantes, asoció el consumo intensivo de videos cortos (como TikTok, Instagram Reels o YouTube Shorts) con un peor rendimiento cognitivo, particularmente en atención sostenida, control inhibitorio y memoria de trabajo.
Los investigadores observaron que esta exposición constante estimula el sistema de recompensa cerebral, reforzando hábitos compulsivos similares a adicciones, y genera desensitización ante tareas más lentas y demandantes, como lectura profunda o resolución de problemas complejos.
Otras investigaciones, como las publicadas en revistas como Psychological Bulletin y PMC, vinculan el "doomscrolling" (desplazamiento compulsivo por contenido negativo) y el "zombie scrolling" (navegación pasiva sin propósito) con fatiga mental crónica, mayor ansiedad, estrés, aislamiento social y menor satisfacción vital.
En adolescentes y jóvenes adultos, estos patrones aceleran déficits en funciones ejecutivas, con cambios estructurales observables en regiones como el córtex orbitofrontal y el cerebelo, según neuroimágenes. Aunque no constituye un diagnóstico médico formal, el fenómeno ilustra cómo algoritmos que premian la novedad constante fragmentan la atención y erosionan la capacidad para procesar información compleja, en un contexto donde el tiempo promedio diario en redes supera las seis horas para muchos usuarios jóvenes.
Este término no sólo captura una queja generacional, sino que pone en evidencia la contradicción inherente: las mismas comunidades que generan y consumen este contenido lo nombran con ironía autoconsciente, reconociendo su potencial dañino mientras perpetúan el ciclo.
En una era de sobrecarga informativa, "brain rot" sirve como alerta sobre la necesidad de equilibrar el entretenimiento digital con prácticas que fomenten concentración sostenida y bienestar mental, antes de que la superficialidad se convierta en norma irreversible.20 de diciembre de 2025 | Redacción EPrensa:
Este término coloquial, popularizado por las generaciones Z y Alpha en plataformas como TikTok, describe el supuesto deterioro del estado mental o intelectual derivado del consumo excesivo de contenido online trivial, de baja calidad y altamente adictivo: videos cortos, memes absurdos y scrolls infinitos que priorizan la estimulación inmediata sobre la profundidad.
Aunque su origen se remonta a 1854, cuando Henry David Thoreau lo empleó en Walden para criticar la preferencia social por ideas simples y superficiales en detrimento del esfuerzo intelectual, su resurgimiento actual refleja una ansiedad colectiva por el impacto de la tecnología en la cognición, especialmente entre jóvenes inmersos en un ecosistema digital diseñado para capturar atención a cualquier costo.Lejos de ser solo un meme autodespreciativo, estudios acreditados respaldan preocupaciones reales sobre sus efectos.
Una revisión sistemática publicada en 2025 por la American Psychological Association, que analizó 71 investigaciones con casi 100.000 participantes, asoció el consumo intensivo de videos cortos (como TikTok, Instagram Reels o YouTube Shorts) con un peor rendimiento cognitivo, particularmente en atención sostenida, control inhibitorio y memoria de trabajo.
Los investigadores observaron que esta exposición constante estimula el sistema de recompensa cerebral, reforzando hábitos compulsivos similares a adicciones, y genera desensitización ante tareas más lentas y demandantes, como lectura profunda o resolución de problemas complejos.
Otras investigaciones, como las publicadas en revistas como Psychological Bulletin y PMC, vinculan el "doomscrolling" (desplazamiento compulsivo por contenido negativo) y el "zombie scrolling" (navegación pasiva sin propósito) con fatiga mental crónica, mayor ansiedad, estrés, aislamiento social y menor satisfacción vital.
En adolescentes y jóvenes adultos, estos patrones aceleran déficits en funciones ejecutivas, con cambios estructurales observables en regiones como el córtex orbitofrontal y el cerebelo, según neuroimágenes. Aunque no constituye un diagnóstico médico formal, el fenómeno ilustra cómo algoritmos que premian la novedad constante fragmentan la atención y erosionan la capacidad para procesar información compleja, en un contexto donde el tiempo promedio diario en redes supera las seis horas para muchos usuarios jóvenes.
Este término no sólo captura una queja generacional, sino que pone en evidencia la contradicción inherente: las mismas comunidades que generan y consumen este contenido lo nombran con ironía autoconsciente, reconociendo su potencial dañino mientras perpetúan el ciclo.
En una era de sobrecarga informativa, "brain rot" sirve como alerta sobre la necesidad de equilibrar el entretenimiento digital con prácticas que fomenten concentración sostenida y bienestar mental, antes de que la superficialidad se convierta en norma irreversible.20 de diciembre de 2025 | Redacción EPrensa:

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