Memorable Borrachera

Fauna Política
Una memorable borrachera

Rodolfo Herrera Charolet


El Mural de los Bebedores de Cholula constituye una de las obras pictóricas de gran formato más extraordinarias de las culturas Mesoaméricanas por su relajada temática que aborda. 
También hacían fiesta a todos los dioses del vino, y poníanles… una tinaja… llena de vino, con unas cañas con que bebían el vino los que venían a la fiesta, y aquellos eran viejos y viejas, y hombres valientes y soldados y hombres de guerra, bebían vino de aquella tinaja, por razón que algún día serían cautivos de los enemigos…; y así andaban holgándose, bebiendo vino, y el vino que bebían nunca se acababa, porque los taberneros cada rato echaban vino en la tinaja (Sahagún, 1969, p. 325).
Cuando fray Bernardino de Sahagún en el siglo XVI se refirió a la fiesta para una deidad del pulque, en donde la embriaguez era permitida en la sociedad prehispánica, nunca se habría imaginadoque su relato pudiera asemejarse tanto a una ceremonia que fue representada en uno de los templos más antiguos de Cholula. Un mural de aproximadamene 1400 años antes de la llegada de los españoles a ese templo. El franciscano apunta que, aun cuando en el Tenochtitlan que él conoció emborracharse se penalizaba con fuertes castigos físicos que podían incluso causar la muerte al infractor, en ciertas instancias ese exceso era lícito para los ancianos y los guerreros. El Mural de los Bebedores de Cholula, en el valle de Puebla, al oriente de la Cuenca de México, sugiere que quizá esa concesión provenía de tradiciones ancestrales, en donde, inclusive participaban mujeres adultas mayores.
Como parte del Proyecto Cholula dirigido por el arquitecto Ignacio Marquina, el mural fue descubierto en 1969 por el arqueólogo Ponciano Salazar en el lado sur de la Gran Pirámide, seis niveles abajo del llamado Patio de los Altares. La pintura ornamenta 56 metros de largo por 2.5 metros de altura de la cara interior de un muro que delimitaba un espacio palaciego, y constituye una de las obras pictóricas de gran formato más extraordinarias de Mesoamérica por la desinhibición de su temática. 1) 


EDITORIAL
A diferencia de los funcionarios borrachitos que son motivo de nota roja en los periódicos alarmistas, en donde algunos de los requisitos es llevar preservativos o el “pomo”, cuando algún enamorado despechado o que no le tocó “compañera” filtra las fotografías de un reventón realizado en un camposanto, hubo otros (también altos dignatarios) que ya milenios llevan haciendo historia. Mientras los primeros son motivo de la comidilla política y la sorna popular, estos, son motivo de orgullo de propios y extraños. Esta es la historia.
En el corazón de la milenaria Cholollan, se encuentran congregados en torno a un ritual ancestral, mas de una veintena de dignatarios cholultecas, entre ellos algunas mujeres de avanzada edad. Estos singulares personajes se encuentran ocupados en el nada inocente entretenimiento de rendir culto al pulque, ingiriéndolo en grandes cantidades y sin mayor recato que ser fieles a la tradición, porque es bebida sagrada y con ella se logran las sensaciones paradisíacas y se logra el contacto con los dioses.
Los protagonistas sentados en diversas posiciones, ingieren el aguamiel fermentado,  extraído del maguey mediante un acocote, distribuidos a lo largo de una banca de la que cuelga un tapiz. El singular ornamento está formado con motivos alternados, rombos en líneas concéntricas, flores de cuatro pétalos y otros circulares con una atadura central semejante a los broches de los Tezcacuitlapilli, todos de variados colores, predominando el rojo, ocre, negro y azul maya.
En el recinto pintado en dos tonos de rojo, resaltan los dignatarios cholultecas de piel ocre y blanco, sus cuerpos casi desnudos y tan solos ataviados con maxtlates y complicados tocados de tela que llevan sobre la cabeza, cuyas puntadas, caen elegantemente sobre sus hombres. Algunos asiduos bebedores llevan sobre la cintura fajas de color azul, collares y orejeras circulares verdes o azules. Pareciera que llevan máscaras en forma de cabezas de animales. Pero los centzontotochtin son en verdad los numerosos conejos o borrachos, abundantes dioses del pulque, porque los ebrios lloran, otros vocean, algunos riñen o aporrean. Así se dice que cada beodo tiene su particular conejo. Aún cuando centzontotochtin significa literalmente 400 conejos, en el mural de los bebedores en cholulteca solo parecen escasamente una veintena de personajes.
Algunos de los conejos representados corresponden a la lista de Sahagun; Acolhoa, Chimapantécatl, Colhoatzíncalt, Izquitécatl, Ometochtli, Pantécatl, Papáztac, Tepoxtécatl, Texcatzoncatl, Tlaltecayohua, Tlamatzincatl, Tlihjoa, Toltécatl y Yiauhtécatl.
El mural corresponde a un tablero del clásico teotihuacano del siglo II o III de la era cristiana, se encuentra en el corazón mismo del machihualtépetl o tlachihualtépetl. Representa una ceremonia religiosa. Decorado al fresco del cual existe al menos un fragmento de 56.27 metros de largo, con una altura original que fue de 2.50 metros, diseñado en tres fajas horizontales, dos de ellas con una cenefa enmarcando la central, la cual ejemplifica el ritual de beber el pulque.
Algunos de los participantes de sexo femenino se distinguen por sus arrugas en la cara y pecho saliente, así como la forma de sentarse. Según Sahagún a las mujeres adultas mayores se les permitía concurrir a la ceremonia de la embriaguez.
Siglos después ningún historiador, cronista o antropólogo había reparado en el análisis de un utensilio que se utiliza en la ceremonia y que corresponde a un recipiente que sostiene uno de los sirvientes. Se trata de un depósito que da la impresión de que fuera de vidrio transparente. El brazo derecho del paje representa el efecto mismo de la refracción de la luz, fenómeno no registrado en otras pinturas prehispánicas. Así mismo este tipo de utensilios o sus restos, por ahora, tampoco se han encontrado entre las ruinas cholultecas.
No obstante que la embriaguez crea fama, en algunos casos con testimonios para la posteridad, creo que hay mejores formas de lograrla, esperando que no sea en la nota roja.
¿O no lo cree usted?

1) Uruñuela y Ladrón de Guevara, Gabriela, y Patricia Plunket Nagoda, “El Mural de los Bebedores de Cholula. Ceremonias de embriaguez”, Arqueología Mexicana núm. 114, pp. 40-43.