El Poder Judicial

No ruedan cabezas en el TSJ
por: Alfonso Ponce de León / Intolerancia Diario


¿Se ha dado cuenta que en el Tribunal Superior de Justicia (TSJ), los servidores públicos que incurren en malos tratos, corrupción, abuso de autoridad y otras irregularidades como el retraso en su trabajo, no son despedidos, sólo los cambian de juzgado?
¿Se ha dado cuenta que los únicos burócratas que llegan a su trabajo después de las 10:00 horas, cuando tienen que estar presentes desde las 8:30 es el personal del Poder Judicial del estado y que nadie les dice nada?
No hay extrañamientos ni castigos, los dejan hacer lo que quieran, al final de cuentas los juzgados están muy alejados de la vista de la Sedecap o de la Fiscalía Anticorrupción, por cierto, estos últimos ¿los ha visto?
El caso de Arturo Osorio Rivera, el secretario par del juzgado Octavo de lo Penal —no es el único— existen otros secretarios que trabajan “en renta” para los principales despachos de abogados, ¿a quién no le conviene tener una persona de confianza en un juzgado, que filtre información, que saque copias, que altere o dilate procesos?
No esta usted para saberlo ni yo para contárselo pero Arturo Osorio Rivera, desde hace tiempo ya se había ganado su traslado, que no su cese, y es que la juez Blanca Laura Olivier Palacios, ya le había levantado varias actas administrativas y estas duermen el sueño de los justos, de hecho, fueron archivadas cuando la funcionaria fue enviada a otro juzgado.
Así como le digo, el cambio de Blanca Laura se debió a dos razones, la primera es que ella no aceptaba sobornos y Arturo sí; la segunda es que descubrió las actividades de su subordinado y le levantó varias actas, por eso la cambiaron “por fijada”.
Pero la solicitud para que la juez Olivier Palacios fuera enviada a otro juzgado no la realizó don Arturo sino los abogados a quienes sirve.
Los abogados que tienen presente el día de su santo, cumpleaños, del abogado, Navidad, Reyes, matraca, calavera y lo que sea.
A estos abogados, muchos de ellos renombrados no les conviene que un aliado como Arturo Osorio se vaya y los deje en el ostracismo, prefirieron “hacer presión” y tras manipular la verdad sostuvieron a su secuaz.
¿Hasta cuándo?

Negocitos de un juez cholulteca
La fuerte presión ejercida por la opinión pública, impidió que el juez de lo Penal en San Pedro Cholula, Francisco Javier Martínez Castillo, pudiera hacer negocio redondo con el líder del sindicato de electricistas en Orizaba, Veracruz, Vicente García Trujeque, padre del jovenzuelo de nombre Luis Eduardo García García, mejor conocido como “El asesino de la Hummer”.
Aun cuando todo estaba cocinado con el abogado defensor, Florentino Téllez Bernal, alías “El Mago”, para una sentencia “a modo” que le permitiera conmutar su condena por el pago de una sanción económica, el junior no pudo abandonar la prisión, toda vez que el juez se vio obligado a imponer una condena de ocho años de prisión, con lo que legalmente le canceló la posibilidad de acogerse a un beneficio que el Código de Procedimientos en materia penal concede a los reos por delitos menores, conocido como conmutación de la pena.
Sin embargo, “el juez de fierro” como se le conoce en los corredores del Poder Judicial a Francisco Javier Martínez Castillo, por su adicción a la venta de sus resoluciones judiciales, no se ha quedado un solo minuto con los brazos cruzados y ahora está dedicado en cuerpo y alma a negociar con los familiares de otro junior, de nombre Juan Manuel Olea Salmerón, estudiante de la Ibero, que el pasado 10 de abril del año en curso, conducía completamente alcoholizado un volkswagen Lupo y se volcó sobre el periférico ecológico, accidente en el que murieron tres de sus compañeras, hechos que se encuentran radicados dentro del proceso número 133/2010/en el juzgado penal de Cholula.
El caso es que desde hace más de dos meses del percance, este otro junior, no ha pisado el Cereso, toda vez que con la absoluta complacencia del “juez de fierro”, Francisco Javier Martínez Castillo, lo mantienen internado en el hospital Puebla, ubicado en la exclusiva zona de Angelópolis, haciéndolo pasar como “enfermo”, para que todo el proceso judicial permanezca recluido en la comodidad de un hospital de primer mundo.
No se necesita ser muy inteligente para saber que la sentencia seguramente ya está “apalabrada”, ¿verdad?

Nos vemos cuando nos veamos
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