José Herrera / ePrensa
Nepotismo en Cuautempan: el ay
untamiento como herencia familiar
Cuautempan, Puebla | Abril 21, 2025
En Cuautempan, Puebla, el poder huele a sangre vieja y convenios de alcoba. El ayuntamiento no se gobierna, se hereda. Los ciudadanos —los que aún no se acostumbran a mirar para otro lado— lo gritan en redes, lo murmuran en la plaza, lo escupen como maldición: el municipio está tomado por un clan.
El alcalde Gerardo Cortés Caballero gobierna como si el pueblo fuera rancho. Y en ese rancho, su parentela cobra, manda, calla y vigila.
Son al menos ocho familiares directos los que aparecen en nómina, en cargos clave. Está su tÃa Yolanda Cortés Betancourt en Atención Ciudadana; AlaÃn RodrÃguez Cortés, primo, en Desarrollo Rural; Hugo Bonilla Pineda, sobrino, como contralor municipal, el que deberÃa fiscalizarlo. Su hermana Griselda Michel Pineda también figura ahÃ, y su madre, Georgina Pineda Posadas, reparte alimentos en el DIF. Hasta el Registro Civil quedó en familia: lo dirige MarÃa Maribel Hernández Cabrera, supuesta tÃa del edil.
Y como en toda historia de cacicazgo de tercera, no podÃa faltar la esposa. Cristal RamÃrez Cárcamo, presidenta del DIF municipal, devenga un salario de 20 mil pesos mensuales por un puesto que, según la ley, deberÃa ser honorario. Pero en Cuautempan, la ley es una broma de mal gusto que nadie se atreve a contar.
Todo esto sucede mientras el edil Gerardo Cortés Caballero se encuentra prófugo, investigado por la FiscalÃa de Puebla por delitos graves: secuestro, extorsión, portación ilegal de armas y vÃnculos con el narco. Su nombre circula en los expedientes como los perros sin dueño: sucio, peligroso, escapista.
No es la primera vez que el apellido Cortés gobierna. Ricardo Cortés Betancourt, priista, fue alcalde entre 1996 y 1999. Luego vino su hermano Gerardo Cortés Betancourt, postulado por el PAN, y regresó en 2018 con las siglas recicladas del moronovallismo: Movimiento Ciudadano y Pacto Social de Integración. Cambio de partido, no de mañas.
Desde 2008, dos familias —los Cortés Betancourt y los Cortés Caballero— se han repartido la presidencia municipal como si se tratara de una herencia ganadera. Hoy, los apellidos siguen ahÃ, aferrados al presupuesto, a los sellos oficiales, a los puestos como botÃn.
Y mientras los Cortés se enroscan en el poder, el pueblo respira con miedo y resignación. “Asà ha sido siempre”, dicen algunos. Pero otros —cada vez más— están hartos, publican, denuncian, abren espacios como Denunciómetro Cuautempan, levantan la voz en TikTok y Facebook, usan hashtags como cuchillos: #NepotismoCuautempan, #CorrupciónCuautempan.
Porque en la sierra, la justicia no llega en helicóptero. Se camina a pie, se escribe con rabia, se construye con nombres.
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