Carlos Marín y el mito del fraude perfecto
Por Rodolfo Herrera Charolet
La columna de Carlos Marín publicada el 16 de junio de 2025 en Milenio no es una crítica legítima al proceso electoral: es un manifiesto emocional, cargado de adjetivos, prejuicios y afirmaciones sin sustento que intenta construir la narrativa de un “fraude” monumental sin ofrecer una sola prueba concluyente.
Veamos por qué su texto carece de rigor:
1. Afirmaciones sin evidencia: “boletas sembradas”, “acordeones”, “fraude sistemático”
Marín habla de “boletas planchadas”, “más votos que votantes”, “acordeones con listas exactas” y “porcentajes estadísticamente imposibles”, sin citar ni una sola fuente oficial, peritaje técnico o resolución judicial que respalde tales anomalías. No se presenta ningún informe formal del INE, de la Fepade, del TEPJF o de observadores electorales nacionales o internacionales que valide esta versión apocalíptica.
La única fuente que menciona es una declaración de Martín Faz, consejero del INE, fuera del contexto técnico, para concluir que 61% de las casillas coincidieron con los “acordeones” del oficialismo, algo que puede deberse a estrategia electoral eficaz, no a fraude. La coincidencia en los votos no es en sí misma evidencia de manipulación, sino de votación orientada, perfectamente legal si no media coacción.
2. Desconoce el sistema de control del INE
El autor omite convenientemente que el sistema electoral mexicano tiene múltiples candados de verificación:
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Las boletas están foliadas, con código QR, papel de seguridad, y sólo se entregan conforme a la lista nominal de cada casilla.
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Las casillas son vigiladas por representantes de todos los partidos, incluidos los de oposición.
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El PREP y los conteos rápidos fueron auditados y validados por organismos independientes.
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Cualquier inconformidad puede impugnarse ante los tribunales, donde la carga probatoria recae en quien denuncia.
¿Dónde están esas impugnaciones sólidas del fraude estructural que Marín asegura?
3. Confunde correlación con causalidad
El hecho de que muchos votantes hayan seguido las listas de “acordeones” promovidas por Morena o aliados no prueba coacción ni compra de votos. En democracia, los partidos entregan listas sugeridas a sus bases: se llama estrategia de voto en bloque, es legal y utilizada en muchos países con elecciones colegiadas o plurinominales.
Que millones votaran por las mismas candidaturas no es prueba de manipulación, sino posiblemente de disciplina política, segmentación territorial efectiva, o desinformación de la oposición.
4. Inconsistencia con su propio historial
Carlos Marín exige hoy lo que él mismo negó durante décadas. En 2006, desestimó todas las denuncias de irregularidades que presentó Andrés Manuel López Obrador. Para él, entonces, “el IFE era impoluto”. Hoy, con el mismo modelo institucional, pero resultados desfavorables a su simpatía política, el INE es "cómplice del fraude".
¿Cuándo fue imparcial Carlos Marín? ¿En 2006 o en 2025? La incongruencia mina la credibilidad de su discurso.
5. Uso abusivo del lenguaje emocional y desinformativo
El artículo está plagado de expresiones como:
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“El cúmulo de marranadas”
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“El asqueroso proceso”
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“El descarado atraco”
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“Porquerías que se cometieron”
Este lenguaje no corresponde al de un periodista serio ni de análisis político riguroso, sino al de un opinador que busca manipular la percepción pública desde el enojo, no desde la razón.
6. Ninguna mención a la participación ciudadana
El autor ignora olímpicamente que el 1 de junio hubo una de las elecciones más participativas de los últimos años, con más de 60% de participación en muchos distritos, miles de observadores y una movilización nacional que confirma la madurez cívica del electorado mexicano.
Llamar a eso un "suicidio del INE" es no sólo irresponsable, sino profundamente injusto con los ciudadanos que votaron, contaron, vigilaron y organizaron los comicios.
7. Minimiza la autonomía del INE para atacar a sus autoridades
A pesar de que cinco consejeros expresaron votos particulares, la mayoría del Consejo General validó la elección, conforme a los procedimientos legales y con base en dictámenes técnicos.
La presidenta Guadalupe Taddei no impuso su visión, sino que representa la voz de la mayoría del colegiado, como en cualquier órgano democrático. No hay prueba de sumisión al poder Ejecutivo, sólo una narrativa alimentada por el sesgo y el prejuicio.
Conclusión
Carlos Marín no prueba el fraude, lo declara como dogma. Su columna es un panfleto, no un análisis. No tiene fuentes, no tiene evidencia, no tiene imparcialidad. Sólo un tono airado que parece más interesado en crear caos que en defender la democracia.
En una época donde la información se manipula con facilidad, necesitamos crítica con argumentos, no berrinches editoriales. Lo que Marín escribió no es un “asalto a la razón”; es un asalto a la inteligencia.
¿O no lo cree usted?
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