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El edil pepenador: basura, humo y negocio en San Jerónimo Xayacatlán

El edil pepenador: basura, humo y negocio en San Jerónimo Xayacatlán

Por José Herrera

En San Jerónimo Xayacatlán, un municipio polvoriento al suroeste de Puebla donde los servicios públicos suelen llegar tarde o de plano no llegar, el alcalde Johan Alberto Muñoz encontró una forma peculiar de gestionar los residuos: prenderles fuego y hacer negocio con lo que quede útil. Así lo denuncian vecinos hartos del humo, de la peste y, sobre todo, del silencio cómplice de las autoridades ambientales.

Según relatan habitantes de la cabecera y comunidades cercanas, el edil ha convertido un terreno baldío en un tiradero a cielo abierto. Allí, camiones municipales depositan toneladas de desechos que, lejos de ser enviados a un relleno sanitario con manejo adecuado, son incinerados sin control, sin filtros y sin vergüenza. La razón: ahorrar unos pesos en transporte y, de paso, embolsarse unos cuantos más.

La escena se repite semana a semana: bolsas negras amontonadas, humo espeso al atardecer, y un grupo de trabajadores municipales —a veces sin protección— separando botellas de PET para almacenarlas en costales. Ese plástico reciclable, denuncian los vecinos, es vendido por órdenes del presidente municipal a empresas de acopio, sin que exista registro público de los ingresos ni se rindan cuentas sobre su destino.

"No es por el medio ambiente, es por el billete", dice un poblador que prefiere no dar su nombre por temor a represalias. "El PET se va directo a la venta, pero el humo se queda aquí. Las mañanas amanecen con olor a plástico quemado, y los niños ya empiezan a tener tos que no se les quita".

Lo que en otros municipios es parte de una estrategia ambiental, aquí se ha convertido en un negocio rudimentario, casi artesanal, manejado desde la presidencia. Y mientras tanto, las enfermedades respiratorias comienzan a aparecer, el aire se vuelve irrespirable y la palabra "sustentabilidad" suena tan lejana como el propio relleno sanitario de Tepeaca, al que el edil se niega a pagar cuota alguna.

La Ley de Bienestar Ambiental, las normas federales en materia de residuos sólidos y los derechos básicos a un medio ambiente sano parecen no aplicar en este rincón olvidado de la Mixteca poblana. La quema de basura —práctica prohibida por la norma oficial— ocurre a plena luz del día, sin que Profepa, Semarnat ni la Secretaría del Medio Ambiente estatal asomen siquiera la nariz.

Lo más alarmante, quizá, es el silencio. Johan Alberto Muñoz no ha emitido declaración alguna. Como si gobernar consistiera en ignorar denuncias mientras el humo se disipa con el viento. Los vecinos exigen respuestas, intervención institucional y, sobre todo, respeto a su derecho a respirar aire limpio.

Pero mientras no haya sanción, ni vigilancia, ni voluntad, el tiradero seguirá activo, el PET seguirá llenando costales, y el edil —de oficio pepenador improvisado— seguirá quemando basura como quien quema tiempo y responsabilidad.

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