Asilo, altar y abandono: las súplicas sociales de la Iglesia de La Luz en Izúcar
En la Iglesia de La Luz, la fe no solo se reza: se gestiona. Entre vitrales rotos, ancianos olvidados y techos agrietados, el párroco Manuel RamÃrez Moreno se convirtió en una suerte de gestor social con sotana. Este viernes, durante la gira del secretario de Gobernación José Samuel Aguilar Pala, el sacerdote no pidió milagros: pidió fisioterapeutas, lámparas, pisos nuevos y hasta un médico de planta para el asilo “La Divina Providencia”.
No es la primera vez que la Iglesia católica actúa como intermediaria del abandono institucional. Pero esta vez el gesto fue más claro: el clero tuvo que hacer lo que el Ayuntamiento no quiso o no supo hacer.
El Estado como altar de peticiones
El Programa de Obra Comunitaria (POC), una bolsa discrecional del gobierno estatal diseñada para cubrir “necesidades urgentes” de infraestructura, se ha convertido en la tabla de salvación para iglesias, escuelas sin techos, y calles sin luz… cuando hay buena voluntad polÃtica.
“Los proyectos no requieren autorización del presidente municipal”, aclaró Aguilar Pala, con gesto de benevolencia, “basta con que esté completo el expediente”.
Una forma elegante de decir que la administración municipal de Izúcar de Matamoros ha sido excluida —por inoperancia o desinterés— de los circuitos de atención social.
El padre RamÃrez entregó carpetas con solicitudes técnicas: personal médico para el asilo parroquial, remodelaciones básicas, ampliación de habitaciones. No hubo incienso, ni campanas, ni indulgencias. Solo papeles, cifras y evidencias de un abandono prolongado.
Asilo sin manos
El asilo “La Divina Providencia” es un anexo de la Iglesia de La Luz, operado por la comunidad parroquial con más voluntarismo que presupuesto. Alojados en condiciones modestas, una veintena de adultos mayores convive entre paredes agrietadas y rutinas médicas precarias.
Las solicitudes al gobierno estatal incluyen un médico general, un nutriólogo y un fisioterapeuta. No como lujo, sino como respuesta mÃnima a las necesidades geriátricas.
Hasta ahora, la SecretarÃa de Salud no ha respondido. El DIF Regional y la Jurisdicción Sanitaria 07 estuvieron presentes en la reunión, tomaron nota, sonrieron y se fueron.
Hospital sin humanidad
El sacerdote también aprovechó para denunciar públicamente que el Hospital General de Izúcar negó atención a un adulto mayor en situación crÃtica, y que la burocracia del sistema de salud regional está más interesada en la hoja de afiliación que en el paciente.
La denuncia fue directa, sin ambages, frente a funcionarios del estado. La respuesta fue más evasiva que institucional: “se investigará”.
Como en muchas otras regiones de Puebla, los templos han sustituido a las clÃnicas y los curas a los servidores públicos. Las iglesias —esas que alguna vez se criticaron por ser poder paralelo— hoy llenan vacÃos que el Estado dejó abiertos.
Turismo y propaganda
La gira oficial incluyó también visitas a sitios turÃsticos de bajo impacto: el balneario San Carlos y el manantial de Xuchapa. AllÃ, el secretario prometió “apoyo institucional” para promover su desarrollo, aunque no se detallaron proyectos, plazos ni presupuestos. La gira tuvo más forma que fondo.
Lo que quedó claro es que el gobierno de Sergio Salomón Céspedes ha convertido el POC en una válvula de escape electoral, donde la Iglesia se perfila como aliada útil… siempre y cuando sepa llenar bien los formularios.
Entre la caridad y la omisión
La situación en Izúcar de Matamoros es una postal de lo que ocurre en gran parte del sur poblano: infraestructura comunitaria descuidada, sistemas de salud colapsados, redes de atención social ineficientes y una Iglesia que, entre la misa y el rosario, se ve obligada a organizar comités, gestionar expedientes y mendigar recursos.
No es un milagro. Es una ausencia.
Y mientras las lámparas prometidas aún no iluminan los callejones, ni los médicos llegan al asilo, la fe sigue siendo el único servicio que no se ha suspendido.
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