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Cecilia Monzón: abogada sin tregua, víctima sin justicia

Cecilia Monzón: abogada sin tregua, víctima sin justicia.

Su asesinato marcó un antes y un después en la lucha feminista en Puebla. Pero tres años después, las dudas sobre los móviles reales del crimen y la fragilidad de la acusación contra Zavala mantienen el caso en la incertidumbre.

Por Redacción

El asesinato de Cecilia Monzón Pérez, ocurrido el 21 de mayo de 2022 en el Periférico Ecológico de Puebla, sigue siendo uno de los crímenes más dolorosos e incómodos en la historia reciente del estado. No sólo por la saña con la que fue ejecutada —a plena luz del día, con seis disparos, en una zona transitada—, sino por lo que ella representaba: una mujer que no callaba, una abogada que denunciaba, una figura incómoda para muchos, no sólo para su expareja y padre de su hijo, el exdiputado Javier López Zavala.

La Fiscalía General del Estado lo señaló como autor intelectual del feminicidio, junto con dos supuestos cómplices. Sin embargo, con el paso del tiempo, el caso se ha ensombrecido por contradicciones, pruebas deficientes y testimonios endebles, lo que ha permitido a los abogados defensores sugerir que la versión oficial puede no ser tan sólida como parecía.


Una vida entre litigios, causas y confrontaciones

Cecilia Monzón era abogada, feminista, madre, expolítica y una mujer que se sabía en riesgo. Durante años defendió casos de violencia intrafamiliar, pensión alimenticia y abuso de menores, pero también arremetió contra funcionarios omisos, jueces corruptos, diputadas oportunistas y partidos que usaban la agenda de género como herramienta electoral.

Tenía enemigos. No uno, ni dos. Muchos. Y no todos hombres.

Su carácter confrontativo era parte de su esencia. En redes sociales señalaba sin filtros a quienes consideraba hipócritas, indiferentes o cómplices. Lo mismo cuestionaba a diputadas de Morena por sus posturas tibias, que a funcionarios panistas por encubrir agresores, o a operadores priistas por chantajear mujeres con dádivas a cambio de votos.

Fue militante de partidos, pero también renunció a ellos. Formó parte del sistema, pero terminó como su crítica más feroz.


Zavala, ¿único enemigo o blanco más visible?

La relación con Javier López Zavala fue larga y compleja. Tuvieron un hijo y luego un litigio por la custodia. Monzón lo acusó públicamente de violencia económica y de querer silenciarla usando su influencia política. Pero también es cierto que no fue la única persona con la que mantenía enfrentamientos legales y personales.

El expediente judicial, por momentos, parece más construido sobre suposiciones que sobre certezas. Las pruebas clave —vehículos, peritajes, testimonios— se han debilitado en el proceso. Y aunque la FGE insiste en que Zavala planeó el asesinato, la duda se instala: ¿y si el autor intelectual no fue él, sino alguien más que también se sintió expuesto por Monzón?

Porque el patrón del crimen —planeado, profesional, sin huellas— parece más propio de una estructura criminal que de una vendetta personal.


Entre la memoria y la incertidumbre

Cecilia Monzón se convirtió en símbolo. Pero también en bandera de múltiples causas, algunas de las cuales ella misma criticó. Ni mártir ni santa: fue una mujer que eligió decir lo que pensaba, incluso cuando eso implicaba quedarse sola o ganarse enemigos.

Tres años después de su asesinato, la justicia sigue sin llegar. Y peor aún: podría no llegar nunca si el proceso se derrumba por fallas de origen. El caso Monzón corre el riesgo de convertirse en otra historia mexicana donde la verdad legal no necesariamente coincide con la verdad real.

Donde el feminicidio se enreda en la política. Y donde el miedo, como la impunidad, sigue teniendo la última palabra.

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