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Del tren del despilfarro al tren del rescate:

Del tren del despilfarro al tren del rescate: Armenta recupera las vías saqueadas por el morenovallismo

Por José Herrera

15 de julio de 2025


PUEBLA, Pue.— En un gesto que marca ruptura con el cinismo presupuestal del pasado reciente, el gobierno de Alejandro Armenta Mier ha iniciado el diagnóstico técnico del fallido Tren Turístico Puebla–Cholula, no para reactivar una farsa, sino para darle sentido, propósito y viabilidad a una infraestructura que antes solo sirvió como vitrina política y caja registradora de constructoras afines.

El coordinador de gabinete, José Luis García Parra, anunció que se está evaluando el estado de las vías férreas abandonadas por los gobiernos anteriores, con el fin de reaprovecharlas en un nuevo sistema regional que conecte Puebla, Cholula y Atlixco. El proyecto —aún en fase técnica— forma parte de una visión integral de movilidad y desarrollo económico sostenible, encabezada por la actual administración.

En contraste con los anuncios espectaculares del sexenio de Rafael Moreno Valle, donde se invirtieron más de mil 100 millones de pesos en un tren turístico sin estudio de impacto, sin proyecciones de rentabilidad y con una operación que obligaba al Estado a subvencionar mil 500 pesos por pasajero, la apuesta de Armenta parte del realismo técnico, la austeridad y la eficiencia presupuestal.

Lo que en su momento fue inaugurado con la presencia de Enrique Peña Nieto y promocionado como símbolo de modernidad, terminó siendo una obra de cartón: en cinco años operativos solo recaudó 4.9 millones de pesos, frente a más de 344 millones invertidos en mantenimiento y operación, con un retorno de apenas 1.4% del gasto total.

Durante el gobierno de Miguel Barbosa Huerta, se decidió suspender el servicio por su inviabilidad. Sin embargo, fue hasta la gestión de Sergio Salomón Céspedes que se concretó la venta de los vagones a la Secretaría de Marina por 198 millones de pesos. Esa venta permitió, por lo menos, recuperar una fracción mínima del gasto.

Hoy, la administración de Alejandro Armenta no rehúye ese fracaso: lo enfrenta, y plantea darle a ese esqueleto ferroviario una segunda vida, esta vez bajo criterios de planeación, análisis técnico y beneficio social. Según García Parra, no se repetirá el error del morenovallismo de construir para la foto y dejar la deuda al pueblo.

Además, en un mensaje que no es retórico, García Parra fue claro: en este gobierno no se tolerará la corrupción, venga de donde venga. Puso como ejemplo el caso de un funcionario del Registro Público en Teziutlán que ya fue detenido por extorsión. “Cero corrupción, sea quien sea”, enfatizó.

Mientras las anteriores administraciones ocultaban irregularidades y promovían contratos a modo —como el que benefició a la empresa Impulsora Tlaxcalteca de Industrias S.A. de C.V. sin licitación pública—, el actual gobierno busca transparentar el proceso desde el origen.

A diferencia del morenovallismo, cuya prioridad fue consolidar un aparato de simulación y sobrecostos disfrazado de “modernidad”, el proyecto ferroviario de Armenta apunta a una lógica de conectividad regional, eficiencia operativa y racionalidad financiera.

La ruta Puebla–Cholula–Atlixco, si se concreta bajo estos principios, puede convertirse no solo en una obra útil, sino en un acto de justicia presupuestal: transformar el emblema de una estafa en una infraestructura al servicio del pueblo.

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