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Repartidor de DiDi se salva de asalto armado

Repartidor de DiDi se salva de asalto armado gracias a vecinos en San Pedro Cholula

Por José Herrera
3 de julio de 2025

San Pedro Cholula, Puebla — La rutina de una entrega casi termina en tragedia. Un repartidor de DiDi logró salvarse de un asalto armado cuando dos sujetos lo interceptaron en la colonia San Cristóbal Tepontla, justo cuando entregaba un pedido. No fue la policía la que lo rescató: fueron los vecinos, que alzaron la voz, gritaron desde las ventanas, salieron a la calle. Y los ladrones, cobardes como siempre, huyeron.

El intento de robo ocurrió la tarde del miércoles. El repartidor fue acorralado por dos hombres: uno blandía un cuchillo y el otro, lo que parecía una pistola. Lo empujaron, intentaron bajarlo de su motocicleta, exigieron la mochila con mercancía.

Pero algo falló. No lograron encender la moto. Y los gritos empezaron.

Algunos vecinos salieron al escuchar el forcejeo. Gritaron, se acercaron. La escena cambió. Los delincuentes, al verse observados, corrieron rumbo a la maleza, hacia algún punto sin nombre, y sin patrullas a la vista.

Repartidores: carne de cañón del nuevo modelo laboral

El joven, aturdido, sólo pudo agradecer a quienes lo ayudaron. Su herramienta de trabajo —una motocicleta maltrecha— quedó tirada sobre el pavimento, mientras las autoridades llegaban tarde, como suele ocurrir en esta guerra informal que libran a diario los trabajadores de plataformas.

El caso fue reportado a las autoridades locales, pero no hubo detenidos. La policía acordonó el área y, como en tantas otras ocasiones, levantó un informe más para la estadística.

Vecinos de Tepontla exigieron mayor vigilancia en la zona. Denuncian que los asaltos a repartidores se han vuelto constantes, y que las calles son terreno fértil para ladrones que operan impunes mientras los patrullajes brillan por su ausencia.

La precariedad bajo amenaza

Lo que para algunos es comodidad —comida rápida, compras desde el celular— para otros es un riesgo diario. Los repartidores, mal pagados, sin seguro, sin respaldo laboral real, se juegan la vida en cada entrega. Y cuando son atacados, son los vecinos quienes tienen que gritar, correr, defenderlos. Porque el Estado, como siempre, llega tarde o no llega.

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