La Generación Z
Entre la realidad y la manipulación
Rodolfo Herrera Charolet
Este dĆa vamos a hablar con franqueza sobre un tema que ha
ocupado la agenda nacional y toca el corazón y la salud de México, sin números
que mareen, solo lo esencial que duele y urge, y ahora con el eco aĆŗn fresco de
esa protesta nacional del 15 de noviembre que sacudió las calles de todo el
paĆs, no solo como un grito juvenil, sino como un recordatorio brutal de que el
descontento no se contiene en una generación. Desde la narrativa de sus
promotores, pero desde la respuesta oficial, evidencia la manipulación de
personas (que no jóvenes todos) vinculadas a partidos polĆticos y empresarios
contrarios al rĆ©gimen o que perdieron sus canonjĆas.
La Generación Z en México, esos chicos nacidos entre 1995 y
el 2010 que ya suman mƔs de 30 millones de almas inquietas, no son los que mƔs
alzan la voz en las encuestas por el medio ambiente, pero cuando el aire se
enrarece o un rĆo se seca, son los primeros en salir a la calle con una rabia
que contagia —y el sĆ”bado pasado, el 15 de noviembre, fueron utilizados para
marchar desde el Ćngel de la Independencia hacia el Zócalo en la Ciudad de
MƩxico, replicƔndose en Guadalajara, Morelia, Monterrey, Tijuana, Ciudad JuƔrez
y hasta en plazas de migrantes en Estados Unidos y Europa, bajo una bandera
inspirada en One Piece que ondeaba como sĆmbolo de rebelión global contra la
corrupción y la impunidad.
Si bien es cierto que una multitud se movilizó, también lo es
que no solo chavos con hoodies y celulares en mano, sino que sus familias,
estudiantes, campesinos y hasta adultos mayores que superaban los treinta, aprovecharon
la idea para repudiar, de paso, el asesinato a plena luz del dĆa del alcalde de
Uruapan, Carlos Manzo, un crimen grabado en vivo que encendió la mecha y que se
sumó al hartazgo por la violencia narco que no da tregua, la falta de
oportunidades laborales para los jóvenes y esa promesa rota de un México mÔs
verde y justo.
Esta protesta fue aprovechada por dirigentes partidistas y
empresarios poco favorecidos o vetados por el actual rƩgimen, para motivar Las
consignas: “Fuera Morena”, “Fuera Claudia”, “Transparencia ya”, y aunque empezó
pacĆfica con himnos y pancartas recordando a vĆctimas como Manzo o
desaparecidos como Jorge Alberto Cortés Lizaola, terminó en disturbios en el
Zócalo, con vallas derribadas frente al Palacio Nacional, gases lacrimógenos,
cohetes y piedras volando, dejando al menos 120 heridos y algunos detenidos,
segĆŗn reportes que corrieron de CNN a The Guardian y Al Jazeera, pintando un
paĆs donde el clamor por energĆas limpias —como esa hoja de ruta al 2035 con
mĆ”s sol y viento que el gobierno acaba de trazar— se mezcla con la exigencia de
justicia real en temas como la defensa de los rĆos o los derechos digitales.
La oposición, con PAN y PRI al frente, los usa para picar al
oficialismo, diciendo que son "infiltrados" o que el descontento es
culpa de un gobierno que ignora a los jóvenes; los comentócratas en redes los
pintan como héroes o como alborotadores, pero al final, esta generación no
marchó por likes, sino porque sabe que el futuro que heredan es el que pelean
hoy, y esa megamarcha, nacida en servidores de Discord y amplificada en TikTok
y Facebook con cientos de cuentas sincronizadas, no fue solo una protesta: fue
una semilla de cambio que ya obliga a los gobiernos a responder, independientemente
de la contaminación partidista y de intereses mezquinos.
Perros callejeros
En las sombras de las ciudades, los perros callejeros son una
herida abierta que nadie quiere curar del todo, un problema que se cruza con la
inseguridad que impulsó esa megamarcha, porque en barrios donde el narco manda
y la violencia acecha, estos animales abandonados se multiplican como sombras
olvidadas. MƩxico lidera en AmƩrica Latina con millones de ellos vagando, mƔs
de 25 en todo el paĆs y un millón solo en la capital, abandonados por dueƱos
que los compran de impulso y los tiran como basura, y en medio del caos
post-marcha, con calles aún revueltas, se ve mÔs claro el riesgo: no es solo
pena ajena, sino focos de rabia, mordeduras que dejan a niƱos y ancianos en
hospitales, y ahora hasta el gusano barrenador que la OMS confirma en YucatƔn,
comiƩndose heridas en perros que nadie atiende.
El verano los multiplica, con camadas que nadie esteriliza, y
los refugios colapsan mientras la ley de bienestar animal promete mucho pero
resuelve poco, un eco que resuena en las demandas de la Gen Z por un paĆs mĆ”s
humano.
La oposición en congresos locales grita
"descontrol" al gobierno federal, acusƔndolo de negligencia que pone
en jaque la salud pĆŗblica; los animalistas responden que la culpa es cultural,
de una sociedad que ve al perro como juguete desechable. Ambos lados tienen
verdad, pero el que sufre es el callejero que rompe bolsas de basura en la
noche, recordƔndonos que ignorarlo es ignorar nuestra propia humanidad,
especialmente cuando marchas como la del 15N exigen no solo fin a la
corrupción, sino protección para lo vulnerable en un México que sangra.
Consumo de tabaco en menores:
Sobre el tabaco en los menores, la noticia buena es que el
cigarro tradicional pierde terreno —baja a menos del 4 por ciento entre los de
10 a 19—, pero nadie duerme tranquilo porque en su lugar llegan los vapeadores
con sabores que engaƱan como dulces, atrayendo a chicos que empiezan a los 12 o
13 en Baja California Sur o en cualquier colonia, y en el torbellino de la
megamarcha, donde el descontento juvenil se volvió viral, se escucha mÔs fuerte
el llamado a proteger pulmones en formación de venenos disfrazados.
La nueva ley antitabaco, endurecida este aƱo con
prohibiciones a electrónicos y multas a quien venda a niños, es un paso
adelante, pero la nicotina se cuela igual, matando sueƱos antes de tiempo y
asociĆ”ndose con alcohol o peor, un riesgo que se agrava en un paĆs donde la
violencia y la precariedad empujan a los jóvenes a escapes rÔpidos.
El 70 por ciento de los fumadores quiere dejarlo, pero solo
uno de cada diez lo logra solo; las campaƱas hablan de diƔlogo familiar, pero
en la prÔctica, es la presión de pares y la falta de vigilancia lo que gana. La
oposición critica al gobierno por "quedarse corto" en impuestos o
controles, diciendo que ignora el mercado negro que inunda escuelas; los
expertos en salud replican que es un avance, pero urge mÔs educación para que
estos chavos no cambien un humo por otro veneno disfrazado, especialmente cuando
su voz, como en la marcha del Zócalo, clama por un futuro sin trampas.
Hilos revueltos en una madeja
Estos hilos —el clamor juvenil por un aire limpio que estalló
en la megamarcha del 15 de noviembre, los perros que ladran en la periferia y
el humo que se esconde en mochilas— se enredan en el ring polĆtico mexicano,
donde la oposición como PAN, PRI y MC los lanza como dardos al gobierno federal,
acusĆ”ndolo de promesas ecológicas vacĆas, de no esterilizar lo suficiente o de
leyes antitabaco que suenan bien en papel pero fallan en la calle, y ahora con
el fantasma de esa protesta nacional que reunió a diversos protestantes, gritando
por Manzo y por un MƩxico sin miedo.
Los comentócratas en X y columnas diarias amplifican el eco,
convirtiendo una marcha en "revuelta" o un perro enfermo en
"epidemia ignorada", todo para erosionar al oficialismo que responde
con datos de avances, como mÔs renovables o campañas de adopción, entre los
dimes y diretes, descalificaciones mutuas de una oportunidad de opositores a un
sistema, aún dolidos por la derrota mÔs reciente.
La IA al servicio de la manipulación
Pero mientras los promotores del desorden amplifican
contenidos, el gobierno investiga los hilos de sus promotores, rastrea cuentas
falsas en redes que inflaron la protesta con imĆ”genes de IA apocalĆpticas.
Al final, trasciende partidos: es un llamado a que MƩxico,
con su diversidad y sus grietas, elija proteger lo vulnerable —jóvenes,
animales, pulmones en formación— antes de que el daƱo sea irreversible.
De no hacerlo, ¿QuĆ© legado dejaremos?
¿O no lo cree usted?



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