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Cholula se cae a pedazos


Por José Herrera

Cholula, con sus casonas viejas cayéndose a pedazos, como viejos borrachos en una cantina de mala muerte. Cuatro pinches casas en el centro, en una de ella de la abuelita de Miguel Grados, ambos asesinados en 1995. Ahí donde los turistas se toman fotos fingiendo que les importa la historia, pero que en realidad son un estorbo, un peligro latente. Y todo por pinches juicios, por herederos que no se ponen de acuerdo ni para ir al baño, por dueños que se murieron dejando el cagadero a los vivos.

Rodolfo Fierro Vega, el jefe de Protección Civil, ahí echando el rollo, diciendo que no pueden hacer nada. Que las casas están intestadas, bajo litigio. Palabritas bonitas para decir que nadie quiere ponerle el cascabel al gato, que nadie quiere meterle mano a ese pinche desmadre legal. Y mientras tanto, las paredes se agrietan, los techos amenazan con venirse abajo, y la pinche historia de Cholula se desmorona ladrillo a ladrillo.

Dice el Fierro Vega que ya arreglaron algunas fachadas. ¡Qué gran logro, carajo! Pintar una pared mientras el resto del edificio se va al infierno, se derrumba con el primer sismo. Es como ponerle un parche a un barco jodido que ya se está hundiendo. Y las otras, las cuatro malditas, ahí siguen, esperando su momento para convertirse en un montón de escombros.

Lo bueno, según el mismo Fierro, es que nadie vive en esas ruinas. ¡Qué alivio, carajo! Así, si se cae una pared encima de alguien, pues mala suerte por andar pasando por ahí o sacándose selfies aprovechando esa terrible noticia.

"Aquí mataron, aquí degollaron" 

Cuando pasan por la casona que fue cantina disfrazada de billar.

 Pero claro, el riesgo está latente, como una pinche bomba a punto de explotar. Y Protección Civil ahí, con su censo actualizado, como si una lista ruin fuera a detener el derrumbe.

Hace dos años ya se cayó un pedazo de una fachada. Los dueños, supongo que los que sí se pusieron las pilas o los que recibieron un buen susto, tuvieron que reforzar la cosa. Pero de las otras, nada. A esperar a que se caigan solas, supongo. A que la mentada burocracia y la desidia hagan su trabajo.

Así es Cholula, carajo. Un lugar lleno de historia, sí, pero también de puro desmadre y de gente que no sabe ni dónde tiene la cara. Las casonas ahí, como fantasmas del pasado, esperando su final. Y nosotros, los que vivimos aquí, esperando a ver cuándo se les da la gana de caerse. Y mientras tanto, a seguir esquivando los pedazos y a seguir tragando el jodido polvo de la indiferencia.

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