Cholula: Ladrón perseguido por policías entra a esconderse a la tienda.
Cholula, siempre con sus dramas de vecindario. Ahora resulta que un sujeto, seguramente con las manos más largas que su futuro, andaba corriendo de la tira. No sé qué habrá hecho, chance robó una gallina o le quiso bajar el cel a un niñito mimado, da igual. El punto es que el raterillo, con el miedo metido hasta el esófago, vio un letrero luminoso que decía "Phix Phone" y pensó, "¡Eureka!, aquí me escondo de estos perros".
Imagínate la escena: el ladrón jadeando, la policía pisándole los talones como si fuera el último litro de cerveza en el desierto, y el ratero se mete a una tienda de celulares como si fuera la madriguera de un conejo. La empleada, ocupada en sus quehaceres con cara de no haber roto un plato, viendo cómo entraba el caos a al changarro a su cargo. Miedo, tensión, dicen los chismosos que presenciaron el "operativo". Pues claro, tarugos, ¿Qué esperaban? ¿Una serenata?
Ahí está el video, circulando en las redes como la mierda en el agua. El vato tratando de hacerse chango, escondiéndose detrás de las vitrinas llenas de iPhones chafas, mientras los polis, con sus armas y sus caras de pocos amigos, entran como si fueran a catear un nido de ratas. Lo sacaron en el momento que llegaron más tiras con armas largas, al pobre diablo, seguro ya cagado del susto. Quién sabe qué habrá hecho, pero la cara no le ayudaba.
---¿Por qué me agarran hijo?
Los locatarios, los que tienen sus tienditas de chácharas y garnachas, ahora gritan por más seguridad. ¡Lamentable ironía! Seguramente son los mismos que votan por los mismos mentirosos como el director de gobierno que no hace ni madres...bueno si... sacarse fotos comiendo garnachas. Pero bueno, así es la vida en Cholula, un circo donde cambiaron los payasos pero sigue el mismo circo.
Y las autoridades, bien gracias. Ni un comunicado. Seguramente están muy ocupados comiendo cemitas o echándose una michelada en la feria. Y el ladrón, pues quién sabe, chance ya está libre, buscando otra tienda donde esconder su miseria. Al final, otro día más en esta ciudad, donde la adrenalina de unos es el susto de otros. Y así sigue la rueda.
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