Karla Martínez enfrenta rechazo ciudadano en Teziutlán y repunte delictivo del 5.5% en su primer cuatrimestre.
Apenas siete meses después de haber asumido el cargo como presidenta municipal de Teziutlán, Karla Martínez Gallegos enfrenta una doble crisis: el creciente descontento ciudadano que la ubica entre las alcaldesas peor evaluadas del país, y un incremento sostenido en los índices delictivos del municipio durante el primer cuatrimestre de 2025.
De acuerdo con datos de la Fiscalía General del Estado (FGE), entre enero y abril de este año se abrieron 286 carpetas de investigación por delitos del fuero común, cifra que representa un aumento del 5.5% respecto al mismo periodo de 2024, cuando se reportaron 271 denuncias.
Los delitos con mayor incidencia fueron el robo en sus distintas modalidades, encabezado por el robo de vehículo con 21 casos: 6 en marzo y abril, 5 en febrero y 4 en enero. La violencia familiar también se mantiene como un fenómeno persistente con 39 denuncias, de las cuales 14 ocurrieron sólo en marzo. En el mismo periodo se reportaron 3 homicidios dolosos —dos de ellos en marzo— y 25 lesiones dolosas, con un pico en abril.
Descontento popular: desaprobación supera el 55%
Además del deterioro en materia de seguridad, la percepción ciudadana del gobierno de Karla Martínez también muestra signos de desgaste prematuro. De acuerdo con la más reciente evaluación de Mitofsky para el periodo febrero-abril de 2025, el 55.9% de los habitantes de Teziutlán reprueba su gestión. Solo el 43.8% la aprueba, mientras un 0.3% no ofreció opinión.
El informe posiciona a Martínez Gallegos en el lugar 117 de 135 alcaldes evaluados a nivel nacional, una caída significativa para quien llegó al cargo con el respaldo de una coalición que prometía una reconfiguración de la política municipal.
Contexto de gobernabilidad en crisis
Los datos exhiben no solo un aumento cuantitativo en la criminalidad, sino también una pérdida progresiva de legitimidad política, particularmente sensible en un municipio como Teziutlán, históricamente marcado por la alternancia y la expectativa de cambio en cada administración local.
Mientras la narrativa institucional se esfuerza por proyectar estabilidad y trabajo en territorio, los indicadores objetivos —desde carpetas de investigación hasta encuestas de opinión— revelan un panorama adverso. La falta de acciones contundentes frente a los repuntes delictivos, sumada a una gestión que no ha logrado conectar con las demandas ciudadanas, colocan a Karla Martínez en una ruta cuesta arriba.
En un contexto nacional en el que la inseguridad se ha convertido en un eje central del debate político y electoral, las cifras de Teziutlán son un microcosmos de las tensiones más amplias entre la expectativa social y la eficacia institucional.
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