Legislando entre sombras
La diputada Delfina Pozos Vergara lanzó un llamado urgente al Congreso de Puebla: legislar con firmeza para impedir que candidatos con posibles vÃnculos criminales accedan al poder, especialmente en los municipios. Su propuesta no solo es válida, sino necesaria y oportuna en un estado donde el crimen organizado ha echado raÃces profundas, desde el huachicoleo hasta la corrupción de cuello blanco.
Pero lo que deberÃa alarmarnos aún más no está fuera, sino dentro del propio recinto legislativo. Ese Congreso que hoy simula indignación está plagado de silencios cómplices, de omisiones que huelen a encubrimiento, de una doble moral que apesta cuando cae la noche.
Es imposible ignorar la hipocresÃa de algunos legisladores que en tribuna claman por ética y transparencia, pero en privado conviven con la podredumbre. Hay quienes tienen vÃnculos familiares con personajes ligados al robo de combustible, quienes aparecen sonrientes en fotografÃas junto a lÃderes huachicoleros como “El Cachetes”, o que han hecho de la polÃtica un negocio familiar donde los apellidos pesan más que los principios.
¿Cómo puede blindarse un municipio si sus representantes no pueden, siquiera, limpiar su entorno más cercano? La congruencia deberÃa ser la primera ley de todo servidor público. Pero aquÃ, muchos son candil de la calle y oscuridad en su casa.
Pozos Vergara no se equivoca: urge cerrar la puerta a quienes ven en el poder una vÃa para proteger intereses oscuros. Pero también urge un acto de honestidad interna. Porque la transparencia no se declama; se vive. Y se demuestra cuando uno tiene el valor de revisar su propio techo antes de lanzar piedras al ajeno.
En el Congreso de Puebla sobran los discursos y faltan los actos. Sobran los gestos indignados y escasean las renuncias éticas. Si los legisladores quieren recuperar la confianza ciudadana, deben empezar por mirar hacia adentro, sin máscaras, sin blindajes, sin pactos de silencio.
La exigencia de Pozos Vergara es apenas el primer paso. El verdadero reto es que cada diputada y diputado tenga el coraje de aplicar esa misma vara de exigencia a sus aliados, a sus familiares, a sus padrinos polÃticos. Porque de lo contrario, seguirán legislando entre sombras, donde la ley es apenas un farol apagado.
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