¡Ni la Madre Santa se salva! Roban la corona de la Virgen de Guadalupe en Miahutlán
Por José Herrera y Carlo Charis
9 de mayo de 2025
En el sur, en el polvo de Miahutlán, ni siquiera la Madre Santa está a salvo de la miseria humana. La Virgen de Guadalupe, esa que debería ser intocable, fue despojada de su corona. ¿Por qué? Porque en este mundo los dioses no son más que objetos de deseo, como cualquier otra cosa que se pueda robar. Un golpe bajo, ¿verdad?
El jueves, en pleno desdén por las horas santas, los devotos, esos mismos que limpian el sudor de las estatuas, se dieron cuenta. La corona ya no estaba. La gente sigue llorando a escondidas. Eso sí, todos hablaron de justicia, como si el mundo pudiera cambiar con palabras. “¿Quién en su maldito juicio robaría a la madre de todos?”, se preguntaron, con un aire de asco, mirando sus manos como si de algún modo la culpa pudiera pegarse.
No hay pista. No hay respuesta. Solo una ciudad que se tambalea entre la devoción y la miseria, atrapada en su propio miedo, en su propia impotencia. El comité de fiestas, esos que se ahogan en el alcohol y las plegarias, hicieron un llamado a la gente: “Si alguien la ve, si alguien la escucha…”. Como si la justicia fuera a caer del cielo, como si una corona robada fuera suficiente para cambiar la porquería que es este pueblo.
Y claro, esto no es nuevo. En julio del año pasado, la figura de Santiaguito Peregrino fue robada en plena procesión. Un ladrón arrepentido, como si el arrepentimiento de un maldito fuera suficiente para limpiar el daño. La imagen fue devuelta en Veracruz, porque parece que, al final, los cargos de conciencia tienen la misma vida que cualquier mentira: se acaban, se esfuman.
Y no hace mucho, en el Camino Real, otra Virgen se fue. Segundo robo, sí, y esta vez ni siquiera la vergüenza de los hombres fue suficiente para detenerlos. Se robaron la madre de todos y luego la devolvieron, pero eso ya no importa, porque lo que se roba no vuelve a ser lo mismo.
Así que hoy, en Miahutlán, no hay fiesta ni oración que valga. Solo queda el eco del robo, la maldita sensación de estar todos robando algo. La Virgen se quedó sin su corona, y la gente, como siempre, se quedó sin respuestas. Pero nadie habla de lo que de verdad importa: los ladrones no son solo los que roban cosas, son los que roban esperanzas.
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