Otro edil prófugo… y van
cinco alcaldes que caen en Puebla
Por José Herrera
El sol no había salido en Ahuazotepec cuando ya la podredumbre política estaba al descubierto. A las seis de la mañana, con la precisión de un bisturí y la fuerza de una redada federal, la Fiscalía Especializada en Investigación de Secuestro y Extorsión irrumpió en el domicilio del presidente municipal Alfredo Ramírez Hernández, alias “La Yerba”, militante del PRD y electo en alianza con el PRI, con un historial más oscuro que su apodo.
“La Yerba” ya no estaba. Se había esfumado con el sigilo de quien conoce bien los pasadizos del poder y de la impunidad. Pero su hijo, Tadeo Ramírez, actual presidente honorario del DIF municipal, no corrió con la misma suerte: fue detenido en el lugar, mientras la casa era asegurada y sellada por la Fiscalía. Armas de fuego y otros objetos fueron hallados en el sitio, ligados a una investigación en curso.
Los antecedentes del alcalde prófugo no eran un secreto, al menos no para quienes quisieron ver. Miguel Barbosa Huerta, cuando aún gobernaba Puebla, ya lo había identificado como un perfil de riesgo; los expedientes penales ya estaban ahí, pero el PRD —y su aliado, el PRI— prefirieron voltear hacia otro lado. Lo postularon. Lo impulsaron. Lo legitimaron.
Ahora, su gestión es un cadáver político. Y no por persecución, sino por vínculos evidentes con redes del crimen organizado, particularmente con el robo de hidrocarburos en la Sierra Norte. La sangre de los suyos también pesa: dos policías municipales de Ahuazotepec fueron ejecutados en Huauchinango en junio de 2024, en ataques ligados directamente a ajustes de cuentas con huachicoleros.
Uno de los asesinados era Marco Antonio, de 27 años, quien estaba al mando de la policía local. Versiones extraoficiales apuntan a un pacto entre el mando municipal y bandas criminales, con la venia de Ramírez Hernández, quien —además de ser alcalde— es hermano de César Ramírez Hernández, ex edil y operador electoral de la misma red, quien lo apoyó como candidato de la coalición PRI-PAN-PRD-PSI.
Pero la telaraña no termina ahí. Alfredo “La Yerba” mantenía cercanía con Juan Lira Maldonado, “El Moco”, excandidato de Fuerza por México en Chignahuapan, y se presume también como uno de los operadores del capo huachicolero Óscar N., alias “El Loco Téllez”.
Lo que en otros tiempos hubiera terminado en acuerdos por debajo de la mesa, hoy se confronta con la ley. Con esta detención —y la fuga anunciada de “La Yerba”—, ya suman cinco los presidentes municipales detenidos, procesados o prófugos en Puebla en menos de dos años. La limpieza institucional avanza, pese al hedor y al ruido.
El Gobierno del Estado no ha titubeado. Las estructuras criminales que se disfrazaron de gobiernos municipales están siendo desmanteladas con una firmeza inusual en la política local, donde por décadas se toleró —cuando no se pactó directamente— con la delincuencia.
Hoy, en Ahuazotepec, la
yerba ya no huele a fiesta, sino a fuga, a cárcel, a traición y a plomo. Y si
aún queda justicia en este país, el exalcalde también deberá responder por los
muertos que le dejó su ambición y sus alianzas.
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