La caída que no fue: Congreso blinda al edil de Calpan
Por José Herrera
El diputado Julio Huerta Gómez, presidente de la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales, fue claro —y a la vez evasivo—: "La Ley Orgánica Municipal no faculta a los Cabildos para destituir a un alcalde electo por la vía democrática." Una afirmación legalmente precisa, pero políticamente ambigua.
La gravedad de las faltas administrativas señaladas contra Sánchez Méndez —de las que poco se ha querido detallar— se diluye así entre procedimientos burocráticos y declaraciones condescendientes: “el presidente tiene que echarle ganas para recuperar la gobernabilidad”, dijo el legislador, como si la erosión de confianza institucional pudiera resolverse con un gesto de buena voluntad.
Un poder atrapado en su propio laberinto
Detrás del discurso conciliador y la lectura estricta de la ley subyace un dilema mayor: ¿qué hace el Congreso cuando los equilibrios locales se rompen? En teoría, los órganos legislativos existen para garantizar gobernabilidad y legalidad; en la práctica, se convierten en espectadores de una crisis que no les interesa escalar.
El caso Calpan no es aislado. Es síntoma de un sistema municipal donde los conflictos internos —por intereses, cuotas, traiciones o simplemente ineptitud— son sistemáticamente desactivados por las vías formales. La política local, en su versión más cruda, se sigue rigiendo por acuerdos extralegales, donde la ley es excusa, no herramienta.
Crisis en San Nicolás Buenos Aires: el otro frente
Mientras tanto, en San Nicolás Buenos Aires, otro frente de conflicto comienza a asomar. Regidores del ayuntamiento, según Huerta, han manifestado de manera informal su intención de renunciar. La renuncia formal no se ha presentado aún ante el Congreso, pero se prevé que ocurra en los próximos días, lo que abriría la puerta para la designación de un Concejo Municipal.
El municipio en cuestión está sumido en incertidumbre desde la detención de Ramiro González Vieyra, el ahora exalcalde. No obstante, el diputado asegura que “hay gobernabilidad”. Lo dice con la misma entereza con la que se ha defendido la permanencia de Sánchez Méndez: como si la estabilidad política pudiera decretarse en conferencia de prensa.
La simulación como norma
El episodio en Calpan y la situación en San Nicolás Buenos Aires revelan una verdad incómoda: la estructura municipal en Puebla está diseñada para resistir el cambio, no para corregirse. No se trata solo de legalismos. Se trata de una cultura política que prefiere la continuidad a cualquier costo, incluso si ese costo es la legitimidad de sus autoridades.
Mientras tanto, los ciudadanos —esos que sí eligen con su voto— observan desde la periferia cómo sus gobiernos se disuelven entre tecnicismos, omisiones y frases huecas.
Y en el centro del huracán, el Congreso, entre pasillos y turnos legislativos, administra silencios más que soluciones.
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