Respuesta: Entre la nostalgia del PRI y el alarmismo polÃticopor José Herrera
La opinión planteada por Enrique KRAUZE incurre en un ejercicio de alarmismo ideológico que, más que aportar a la comprensión crÃtica del momento polÃtico que vive México, recicla clichés antipopulistas con escaso sustento fáctico y una profunda subestimación de la ciudadanÃa. A continuación, presento una respuesta estructurada punto por punto.
1. ¿Morena es caudillista y el PRI no?
El texto afirma que el PRI no era caudillista porque “no tenÃa dueño”, mientras que Morena “sà lo tiene”. Este argumento ignora la estructura vertical y presidencialista del PRI durante más de 70 años, donde el presidente en turno era el jefe máximo del partido, determinaba candidaturas y sucesiones. El PRI institucionalizó el caudillismo y lo disfrazó de burocracia.
SÃ, Morena tiene una figura predominante: López Obrador. Pero esa centralidad no es una anomalÃa en la historia mexicana, ni tampoco una exclusividad de Morena. Lo mismo se dijo de Salinas, Zedillo o Fox, cada uno con sus redes de poder. Lo relevante es que hoy existe un Congreso plural, una oposición que compite, y una ciudadanÃa más crÃtica y participativa que en los tiempos del viejo PRI.
2. ¿Morena tiene vocación totalitaria?
Afirmar que Morena tiene “vocación totalitaria” es una acusación extrema e infundada. Totalitarismo implica control absoluto del Estado, persecución sistemática del disenso, censura total, eliminación de elecciones libres y uso del aparato represivo contra los ciudadanos. Nada de eso sucede hoy en México.
México sigue siendo una democracia funcional, con elecciones competitivas (como las de 2021 y 2024), múltiples medios crÃticos (incluyendo la prensa que difunde opiniones como esta), y contrapesos institucionales. Si bien es válida la preocupación por la concentración de poder, llamar “totalitarismo” al triunfo electoral de un partido con respaldo popular es una descalificación abusiva de la voluntad democrática.
3. ¿Morena no busca reformarse y el PRI sÃ?
El texto presenta al PRI como una institución que “despertó” a la necesidad de reformarse. Pero eso ocurrió después de una presión social masiva, crisis internas y escándalos de corrupción innegables. Su apertura no fue voluntaria ni visionaria, sino forzada por su desgaste.
En cambio, Morena, como fuerza relativamente joven, aún está en proceso de formación institucional. Sus tensiones internas (entre pragmáticos, radicales y moderados), asà como los debates públicos sobre su agenda legislativa, muestran que no es un bloque monolÃtico ni impermeable a la crÃtica, como sugiere el texto.
4. ¿Vamos rumbo a Venezuela o Cuba?
Comparar a México con Cuba o Venezuela es una falacia de pendiente resbaladiza: exagera las consecuencias de un fenómeno actual (triunfo de Morena y su mayorÃa) y lo proyecta hacia extremos sin evidencia. Ni la estructura económica ni el contexto internacional permiten un “viraje comunista” en México.
No hay nacionalizaciones masivas, no se ha suspendido la propiedad privada ni se ha cancelado la libertad de prensa o asociación. Al contrario: México sigue atrayendo inversión extranjera, mantiene relaciones estrechas con Estados Unidos y sus instituciones financieras están activas.
El fantasma de Venezuela ha sido usado de forma mecánica contra cualquier gobierno progresista en América Latina. Pero los contextos no son comparables, y repetir ese argumento muestra más prejuicio ideológico que análisis riguroso.
5. La “inmensa minorÃa” y el clasismo implÃcito
El texto concluye con una invocación a la “inmensa minorÃa”, frase tomada de Gabriel Zaid, pero usada aquà como una justificación elitista: una élite ilustrada que debe “salvar” a un pueblo engañado. Este paternalismo disfrazado de civicismo niega la capacidad del pueblo mexicano para elegir con conciencia.
La ciudadanÃa no es vÃctima pasiva, ni está hipnotizada. Ha votado con conocimiento, ha castigado con su voto y ha premiado a quien considera que le cumple. Apostar a la descalificación de la mayorÃa solo refleja desdén por la democracia cuando no da los resultados deseados.
Conclusión
SÃ, es legÃtimo vigilar al poder. Es deseable criticarlo. Pero comparar a Morena con regÃmenes totalitarios, romantizar al PRI y reducir al pueblo a un “engañado” sin voluntad es una visión derrotista, sesgada y poco democrática.
Lo que México necesita no es nostalgia del autoritarismo con corbata ni advertencias apocalÃpticas, sino una oposición crÃtica, propositiva y con sentido de realidad, capaz de confrontar con ideas, no con caricaturas.
0 Comentarios