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Entrevista a Charolet sobre su ponencia en el Foro de Diálogos Multiactores del Sistema de Naciones Unidas:

 

Entrevista a Rodolfo Herrera Charolet sobre su ponencia en el Foro de Diálogos Multiactores del Sistema de Naciones Unidas: "Penas Ejemplares contra la Opacidad"

 


Entrevistador: Marcos H. Valerio, corresponsal de Campeche Hoy

 

Marcos H. Valerio (MHV): Rodolfo, gracias por concedernos esta entrevista tras tu ponencia en el Foro de Diálogos Multiactores del Sistema de Naciones Unidas en la Ciudad de México. Tu presentación, titulada Penas Ejemplares contra la Opacidad, ha generado un fuerte impacto. Comencemos por el núcleo de tu mensaje: ¿por qué insistes tanto en la necesidad de sanciones vinculantes y procesos penales para fortalecer la gobernanza en el marco de la Agenda 2030?

 

Rodolfo Herrera Charolet (RHC): Gracias, Marcos, por la oportunidad. Mira, la Agenda 2030, y en particular el ODS 16, nos plantea un ideal noble: sociedades justas, pacíficas, con instituciones transparentes. Pero los ideales no bastan. La corrupción, la opacidad, el abuso de poder, son como un cáncer que no se cura con buenos deseos. Si queremos que los gobiernos y las élites rindan cuentas, necesitamos dientes: sanciones que duelan, que inhabiliten, que metan a la cárcel a quienes saqueen lo público. Sin consecuencias reales, los exhortos de la ONU son solo palabras bonitas. Propongo tribunales anticorrupción con mandato transnacional, inspirados en mecanismos como el IIIM para Siria, porque la corrupción no respeta fronteras y la justicia tampoco debería hacerlo.

 

MHV: Hablas de tribunales especializados y sanciones severas, pero también mencionas la fiscalización de cuentas públicas con un enfoque en derechos humanos. ¿Cómo se traduce eso en la práctica?

 

RHC: La fiscalización actual en muchos países es un ritual vacío: revisan números, emiten informes y nadie enfrenta consecuencias. Propongo auditorías que no solo verifiquen si el dinero se gastó legalmente, sino si llegó a quienes más lo necesitan: los pobres, los marginados, los que la Agenda 2030 promete no dejar atrás. Por ejemplo, si un gobierno desvía fondos de un hospital, eso no es solo un delito financiero; es un atentado contra el derecho a la salud, contra la vida misma. Esas auditorías deben llevar a sanciones administrativas y, en casos graves, a procesos penales. Imagina organismos internacionales, como la Unión Europea, liderando estándares para estas auditorías sociales. Si los recursos no llegan a las comunidades, alguien debe pagar el precio, no solo con un regaño, sino con la ley.

 

MHV: Tu propuesta de estandarizar la transparencia también llamó la atención. ¿Por qué crees que es tan crucial, y qué desafíos ves en su implementación?

 

RHC: La transparencia hoy es un caos. Cada país publica datos como quiere, en formatos que nadie entiende, en portales que parecen diseñados para confundir. El ODS 16.10 pide datos accesibles, pero sin estándares globales, eso es imposible. Propongo una plataforma centralizada, gestionada por la ONU o la Open Government Partnership, donde los gobiernos suban información sobre gastos, contratos, políticas, en formatos unificados. Y no puede ser opcional: si no cumples, enfrentas consecuencias, como restricciones al financiamiento internacional. El desafío es la resistencia de gobiernos que prefieren la opacidad porque les permite ocultar. Pero con presión ciudadana y cooperación internacional, podemos hacer de la transparencia una herramienta de poder popular, no un lujo.

 

MHV: Uno de los puntos más controversiales de tu ponencia fue incluir a los partidos políticos como sujetos obligados en los compromisos de transparencia. ¿Por qué este énfasis, y cómo evitar que se politice?

 

RHC: Los partidos políticos son los engranajes del poder, Marcos. Controlan elecciones, políticas públicas, y a menudo están al servicio de intereses privados. Si no los hacemos transparentes, la Agenda 2030 se queda coja. Propongo que reporten públicamente sus finanzas, campañas y vínculos con privados, con sanciones claras: pérdida de fondos públicos o incluso prohibición de participar en elecciones. Y sí, el financiamiento ilícito debe llevar a procesos penales, como dice el ODS 16.4. El riesgo de politización existe, pero la clave es la imparcialidad: reglas claras, auditorías independientes y un marco internacional como el de la Open Government Partnership. Si los partidos saben que no pueden esconderse, la democracia respira.

 

MHV: También abordaste el tema del nepotismo y la reelección indefinida, que calificaste como "antidemocráticos". ¿Cómo propones combatir estas prácticas sin chocar con las soberanías nacionales?

 

RHC: El nepotismo y la reelección indefinida son veneno para la democracia. Cuando el poder se convierte en herencia familiar o en monopolio personal, el ODS 16.7, que busca una gobernanza inclusiva, se vuelve una burla. Propongo que la ONU emita una recomendación global para limitar la reelección a dos mandatos y prohibir la sucesión por parentesco. Transparency International podría incluir el nepotismo en sus índices de corrupción para visibilizar a los países que lo permiten. Claro, los gobiernos gritarán "soberanía", pero la soberanía no es un cheque en blanco para perpetuar dinastías. Las sanciones, como la inhabilitación o procesos penales por abuso de poder, deben aplicarse con auditorías independientes para evitar que se usen como armas políticas. Y, sobre todo, necesitamos que los ciudadanos exijan estas reformas.

 

MHV: Mencionaste varios desafíos, como la resistencia política y la falta de capacidades institucionales en algunos países. ¿Cómo crees que la cooperación internacional puede ayudar a superar estos obstáculos?

 

RHC: El ODS 16.a nos da la clave: cooperación internacional. Países en desarrollo, donde la corrupción es más sistémica, necesitan apoyo: financiamiento, capacitación, tecnología. Pero no se trata de caridad; es una inversión en justicia global. Organismos como la ONU o la Unión Europea pueden liderar la transferencia de capacidades, como sistemas de auditoría o tribunales anticorrupción. El peligro es que esta cooperación se contamine de intereses políticos, así que debe ser transparente y basada en estándares universales. Y, ojo, las sanciones deben aplicarse con imparcialidad, porque si se perciben como persecución, perderemos la confianza ciudadana que tanto necesitamos.

 

MHV: Finalmente, Rodolfo, tu ponencia termina con un llamado apasionado: "La Agenda 2030 es una deuda con la humanidad". ¿Qué mensaje le dejarías a quienes dudan de que estas propuestas puedan hacerse realidad?

 

RHC: A los escépticos les digo: la historia está llena de imposibles que se hicieron posibles porque alguien se atrevió a exigirlos. La Agenda 2030 no es un sueño utópico; es un mandato ético, pero sin acción, se queda en papel. No basta con indignarnos por la corrupción o la desigualdad; hay que construir instituciones que teman al pueblo, no al revés. Estas propuestas —sanciones, transparencia, fin al nepotismo— no son fáciles, pero son necesarias. Si no actuamos ahora, le fallaremos a los que menos tienen, a los que la Agenda 2030 promete proteger. La pregunta no es si podemos lograrlo, sino si tenemos el valor de intentarlo. ¿O no lo crees tú, Marcos?

 

MHV: Sin duda, un mensaje poderoso. Rodolfo, gracias por tu tiempo y por tu compromiso con estas ideas transformadoras. Esperamos verte seguir impulsando este debate.

 

RHC: Gracias, Marcos. El debate es solo el comienzo; ahora toca pelear por el cambio.

 

Entrevista realizada el 19 de julio de 2025, en el marco del Foro de Diálogos Multiactores del Sistema de Naciones Unidas, Ciudad de México.

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