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Quiero ser perro

 

Quiero ser perro


Cuando la Corrupción Huele Peor que un Callejón

Rodolfo Herrera Charolet

Arranqué este artículo con el título “Los Perros Millonarios de San Martín Texmelucan” pero al no tratarse de canes fifi, decidí tomar el comentario de un amigo. Así que aquí estoy, sentado frente al teclado, aun escribiendo con una mano tras mi fractura, mientras el mundo se desmorona bajo el peso de su propia inmundicia.

En San Martín Texmelucan, el aire huele a gasolina huachicol, tacos de suadero o carnita de perrito y la misma corrupción añeja que lleva siglos pudriendo el alma de los gobiernos. El alcalde Juan Manuel Alonso Ramírez, un tipo de Morena-PVEM con más promesas que un borracho en un bar, ha decidido que lo mejor para este pueblo es gastar casi un millón de pesos en ocho perros. Sí, perros.

Mientras los ciudadanos esquivan balas y baches, el hombre fuerte del municipio tira billetes para que sus animalitos policiales coman croquetas de lujo y tengan medicinas que cualquier vecino envidiaría. Como dijo un amigo entre risas amargas, “Quiero ser perro”. Y quién no, en este circo del despilfarro y simulación.

Un millón en croquetas y jeringas. La cosa es simple, pero apesta. Según los contratos que duermen en la Plataforma Nacional de Transparencia –ese cementerio digital donde la verdad muere cada día–, el ayuntamiento soltó 527,500 pesos a Cecilia Tome Hernández (RFC: TOHC751009I10) el 30 de enero de 2025, bajo el contrato DA-AB-019/2025, para comprar comida para ocho perros que, dicen, patrullan con la policía. Luego, el 18 de marzo, Ismael Varela Rodríguez (RFC: VARI980601CQA), un veterinario recién salido de la BUAP con cédula profesional 13187189 de 2022, se llevó 465,437.35 pesos (DA-AB-033/2025) para insumos veterinarios. Total: 992,937.35 pesos. Casi un millón, como si esos perros comieran filete mignon y se inyectaran suero de oro.

Esos perros, supuestamente héroes de cuatro patas, son parte de un programa piloto de “perros policías” que nadie entiende. Mientras tanto, la inseguridad en Texmelucan ha subido un 60% desde que Alonso tomó las riendas, según la Fiscalía de Puebla.

Los robos y homicidios son el pan de cada día, las patrullas apenas tienen gasolina, pero los caninos tienen presupuesto garantizado. “Esos perros viven mejor que yo”, me dijo un taxista en la plaza, con esa mirada cansada de quien ya no espera nada de los políticos.

Proveedores Fantasma en un Pueblo sin Mapa. Aquí es donde la cosa se pone más sucia que un callejón después de la lluvia. Cecilia Tome Hernández, la del contrato de las croquetas, opera desde una unidad habitacional donde Google Maps se rinde. No hay tienda, no hay almacén, no hay nada que diga “aquí vendemos comida para perros”. Ismael Varela, el veterinario, tampoco tiene una clínica visible. Un egresado de la BUAP que, según los registros, apenas lleva tres años con cédula.

¿Cómo se las arregla para surtir casi medio millón en insumos?

Esto no es una farmacia, es un milagro. O un fraude.

La adjudicación directa de estos contratos, sin licitación, huele a truco viejo. La Ley de Adquisiciones de Puebla dice que solo puedes dar contratos así por urgencia o exclusividad, pero aquí no hay ni una cosa ni la otra. Es como si el alcalde hubiera sacado los nombres de sus proveedores de una botella vacía de mezcal.

En X, la gente ya lo dice sin pelos en la lengua: “Otro caso de proveedores fantasma en Texmelucan.

¿Cuándo va a investigar la Auditoría?

Y no es para menos.

Nepotismo: La Familia Siempre Primero. Juan Manuel Alonso Ramírez no es nuevo en el juego sucio. Desde que asumió la alcaldía en octubre de 2024, tras ganar con la coalición Morena-PVEM, las denuncias de nepotismo le han llovido como cerveza en una cantina. Según los medios periodísticos, el hombre ha metido a cinco familiares en la nómina municipal: tres cuñadas y sobrinas en el DIF, Secretaría de Bienestar y Tesorería, con sueldos que suman 103,000 pesos al mes. Ninguna con título universitario, ninguna con experiencia que valga la pena. Y, para rematar, la suegra del alcalde, Elida Martínez Vargas, según publicaciones diversas se llevó un contrato millonario para repartir alimentos, usando policías municipales como repartidores (el contrato no se publica en la PNT).

Eso no es gobernar, es saquear.

Poco importa para Alonso la “cruzada contra el nepotismo” de la presidenta Sheinbaum que parece no llegar a los aliados del PVEM. Un Municipio que se cae a pedazos. San Martín Texmelucan no es cualquier pueblo. Es un nudo comercial, un cruce de carreteras donde el crimen y el comercio chocan como autos sin frenos. La inseguridad ha crecido un 60% en 2025, según la Fiscalía. Los operativos de la SSP estatal y la SEMAR en diciembre pasado fueron insuficientes para calmar las calles.

Mientras tanto, el ayuntamiento gasta en perros lo que podría pagar el sueldo de varios policías o arreglar las calles que parecen cráteres.

“Aquí no hay agua, no hay luz, pero los perros comen mejor que mis hijos”, me dijo una señora en el mercado, con esa resignación que duele. Por cierto, que esa mujer sigue vendiendo chiles secos que le surte mi tocayo Rodolfo Hernández.

El contraste es brutal. Alonso presume obras como los paneles solares en la planta de aguas residuales, pero la gente no ve resultados. Las colonias periféricas, como San Lucas Atoyatenco, siguen sin servicios básicos.

En X, un usuario lo resumió: “En Texmelucan, los perros tienen presupuesto, pero los niños no tienen futuro”.

¿Y Ahora Qué?

La Auditoría Superior del Estado (ASEP) debería meter la nariz en estos contratos ya.

¿Quiénes son esos proveedores personas físicas sin negocio establecido?

¿Son prestanombres?

¿Hay nexos con el alcalde?

La opacidad es el pan de cada día, y este caso apesta a los mismos trucos de siempre: contratos inflados, familiares en la nómina, promesas incumplidas.

Alonso, que en campaña juraba austeridad y combate a la corrupción, está atrapado en su propio cuento. Su rueda de prensa, anunciada para defender el programa de “perros policías”, suena más a un intento desesperado por apagar el incendio. Pero el fuego ya está encendido, y la gente no es tonta.

“El problema con el mundo es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas”. Aquí, los estúpidos parecen estar embriagados de poder. Quiero ser perro, dijo mi amigo, y se rio con esa risa que esconde rabia. En San Martín Texmelucan, ser perro parece el mejor negocio. Mientras tanto, la ciudad espera, entre balas y promesas, a que alguien ponga orden en este desastre.

¿O no lo cree usted?

Septiembre de 2025

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