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Vinculado a proceso el célebre Síndico Municipal

 El Síndico que Danza con Fantasmas: Cholula, Donde los Mercados Sufren y los Traidores Fuman en las Sombras. Por un tal cronista, sentado en un quiosco olvidado de San Pedro Cholula, Puebla – 26 de septiembre de 2025.


Aquí, en el corazón de Cholula, donde las pirámides murmuran historias de traiciones antiguas, el aire huele a mercado y a promesas rotas. Iván Cuautle Minutti, el síndico municipal –ese hombre con mirada de burócrata que ha visto demasiados sobres pasar bajo la mesa–, fue vinculado a proceso por un juez de control. El delito: falsedad en declaraciones ante una autoridad, un pecado que en el Código Penal de Puebla se paga con hasta ocho años de encierro. 


Lo han despojado de su cargo, como a un rey caído en un tablero de ajedrez. Suspensión inmediata, firma periódica ante un juez que no le quita los ojos de encima, pasaporte confiscado para que no sueñe con fronteras lejanas, y una orden clara: no te acerques a la sindicatura, a la contraloría, ni al contralor municipal. Está fuera, pero no libre. Camina con el peso de un proceso judicial que lo acecha como un lobo hambriento.


Pero el verdadero hedor no viene del juzgado; sube desde el Mercado Cosme del Razo, ese mosaico de puestos donde los locatarios tejen sus vidas con sudor y deudas. El 8 de julio de 2025, el infierno se coló por la puerta principal. Treinta hombres armados, rostros cubiertos como espectros de una pesadilla, irrumpieron al mediodía. No buscaban dinero, sino poder: concesiones de puestos, el alma misma del mercado. Retuvieron al administrador, a su secretaria, a un locatario que solo quería vender sus frutas. Golpes, amenazas de plomo, documentos arrancados como si fueran hojas secas. Los vendedores, con el coraje que da el cansancio, detuvieron a seis de ellos; luego, la policía municipal atrapó a nueve. 


Pero aquí está el veneno: siete salieron libres. ¿Por qué? Porque Cuautle, el guardián de la legalidad, no actuó. No denunció. Se quedó quieto, como si el silencio fuera su moneda de cambio. Omisión deliberada, dicen los papeles, un delito que huele a complicidad.

Los locatarios no son de los que callan. Más de cien se plantaron el 21 de julio frente al Palacio Municipal, con pancartas que pesaban como verdades. “¡Traidor! ¡Corrupto!”, gritaron, mientras Cuautle los miraba desde lejos, con esa cara de quien sabe que lo han atrapado. Lo acusan de negociar con la UPVA 28 de Octubre, una unión de ambulantes que apesta a extorsión organizada. Los vendedores juran que el síndico pactó con ellos, vendiendo espacios del mercado a cambio de favores oscuros. 


“Nos amenazaron de muerte”, le cuentan al abogado José Teódulo Percino, que promete desentrañar el nudo. Y no están solos: agentes de seguridad y comerciantes señalan vínculos con grupos delictivos de San Martín Texmelucan, esos que cobran cuotas como si fueran dueños de la calle. El Cabildo, harto, votó el 23 de julio –once a favor, dos abstenciones cobardes– para pedir al Congreso la revocación de su mandato. “Omisiones graves, corrupción, protección a agresores”, dice el acta, como si escribieran su epitafio.


Cuautle se defiende en videos de Facebook, acompañado en ocasiones de un puñado de resentidos y perdedores, con la voz temblorosa de quien sabe que el telón cae. 


“Persecución política”, alega, apuntando a la alcaldesa Tonantzin Fernández como la mente detrás de su desgracia. Dice que no tuvo nada que ver con el ataque al mercado, pero los hechos lo traicionan: no presentó denuncia a tiempo, dejó libres a los agresores, y ahora el juez lo señala por mentir en la investigación. La Fiscalía General del Estado tiene seis meses para armar el caso, y si los locatarios –con sus ojos llenos de miedo y rabia– testifican, esto podría terminar en juicio oral. 


Hay más: acusaciones de extorsión por 200 mil pesos en laudos laborales, amenazas a empleados, bloqueos a pagos municipales. Se alió con opositores como Roxana Luna y Alejandro Oaxaca, traicionando al bloque morenista que lo puso en el cargo, como lo hicieron otros que quisieron ser alcaldes y que ahora relamen sus heridas.


Cholula no es solo un pueblo de iglesias y pirámides; es un campo de batalla donde los locatarios del Cosme del Razo pelean por sobrevivir. Cuautle no les vendió protección; les vendió humo, o peor, balas disfrazadas de promesas. El Cabildo ya busca un interino, el Congreso espera la notificación para destituirlo, y la ciudad contiene el aliento. ¿Habrá justicia? En México, eso es como pedirle al viento que se detenga. Pero hoy, el síndico danza solo, con los fantasmas de los que traicionó susurrándole al oído. Si pasas por el mercado, escucha: los tamales murmuran venganza.


Carlos Charis- Crónista de las desgracias.



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