Coronango: tierra de nadie y de robos. Armando Aguirre gobierna entre asaltos, motos robadas y lavacoches fugados
Por José Herrera y Carlos Charis | Revista Proceso, 9 de mayo de 2025
Coronango no es un municipio, es una zona franca para ladrones con buena punterÃa y mejor olfato para la impunidad. De enero a abril, mientras el edil Armando Aguirre cortaba listones y ofrecÃa discursos vacÃos, el robo de vehÃculos se convirtió en el verdadero deporte municipal: 84 denuncias, 41 de ellas con violencia, como si asaltar fuera parte del reglamento urbano.
Las cifras no mienten, pero duelen: enero y febrero, meses de frÃo y miedo, concentraron la mayor parte de los atracos. Y entre tanto número, un patrón: Coronango no protege, solo administra los despojos. En total, la FiscalÃa General del Estado cuenta 345 carpetas de investigación por diversos delitos en ese lapso. Pero el robo de vehÃculos se lleva la corona, con casi una cuarta parte del total. Un infierno sobre ruedas.
También volaron 25 motocicletas, de las cuales 8 fueron arrebatadas a punta de gritos, armas o amenazas en voz baja. El crimen en Coronango tiene método, territorio y calendario. Y el gobierno, apenas si tiene una patrulla que no esté oxidada o usada como taxi privado de algún funcionario.
Uno de los casos más grotescos fue en marzo: un lavacoches se robó una Volkswagen Taos en menos de un minuto, apenas el dueño le entregó las llaves. El tipo aceleró como quien escapa del paÃs, mientras el cliente se quedaba mirando su reflejo en el vidrio del local. La escena ocurrió en Misiones de San Francisco, un fraccionamiento que parece una maqueta del fracaso: casas apiladas, calles sin ley, y delitos que se repiten como misa mal rezada.
Los vecinos, hastiados, piden más vigilancia. Pero Armando Aguirre parece más preocupado por mantener el peinado y seguir sonriendo en las fotos. Coronango arde, y el gobierno municipal solo sirve café en vasos de unicel.
AquÃ, el que no corre vuela, y el que no roba, reza para que no lo roben mañana.
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