Cabeza logo

header ads

Huauchinango: una deuda vieja, una memoria corta

Huauchinango: una deuda vieja, una memoria corta

Por José Herrera

Hay deudas que no matan, pero cómo estorban. En Huauchinango, municipio enclavado entre las montañas y los archivos polvorientos de Banobras, sobrevive una factura que nadie quiere recordar pero todos tienen que pagar: un crédito simple de 31 millones 420 mil pesos firmado en 2013 que, más que obra pública, ha dejado un eco de opacidad y silencios administrativos.

Han pasado 12 años, tres presidentes municipales, una pandemia, una guerra en Ucrania y media docena de promesas de transformación, pero ahí sigue: el recibo eterno, mensual, infalible, por 174 mil 558 pesos, que cae como maldición cada mes en las finanzas del Ayuntamiento.

Según el Formato de Información de Obligaciones Pagadas o Garantizadas de Fondos Federales, aún restan por pagar 7 millones 421 mil 118 pesos, con fecha de liquidación “tentativa” entre enero y marzo de 2025. Pero ojo: eso no significa que el Ayuntamiento quede libre. La deuda se salda oficialmente hasta julio de 2028, cuando se cumplan los 180 meses pactados.

Un crédito “educativo”, urbano y sin rostro

¿A dónde se fue el dinero? Según los documentos oficiales: infraestructura educativa, imagen urbana, pavimentaciones y la rehabilitación del hospital municipal. Cuatro etiquetas tan genéricas como convenientes. Nadie precisa cuántas aulas, qué calles, qué metros de drenaje, ni qué quirófanos se reconstruyeron. Solo el monto total y los años transcurridos.

A falta de memoria, valen las fotografías. ¿Dónde están esas obras? ¿Quién las supervisó? ¿Por qué, si ya se pagaron más de 24 millones de pesos, siguen existiendo escuelas sin baños, calles sin banquetas y un hospital al que le faltan hasta sábanas?

El crédito fue autorizado en tiempos de Gabriel Alvarado Lorenzo, alcalde priista que en su momento vendió el empréstito como una inversión histórica. Hoy, su nombre ni figura en los informes públicos. Como muchos exalcaldes de la región, ha sido tragado por la discreción institucional, protegido por el olvido deliberado que envuelve a los políticos cuando terminan su turno.

La herencia de cada administración: pagar sin preguntar

Desde entonces, cada gobierno municipal ha tenido que apechugar. Primero lo hizo el panista Enrique Rivera Reyes, luego el morenista Gustavo Vargas Cabrera, y ahora Roberto Solís Valles, quien se encuentra a medio sexenio con una deuda ajena entre las manos y la incómoda tarea de explicar por qué la ciudad sigue igual de maltrecha.

El problema no es solo la deuda, sino su opacidad. Ningún gobierno ha hecho pública la auditoría completa de ese crédito. Nadie ha mostrado los contratos, las empresas adjudicadas ni los resultados de las obras. ¿A cuántas constructoras se les pagó? ¿Quién firmó los cheques? ¿Se cumplió el objetivo? Preguntas que, en Huauchinango, parecen tan eternas como los pagos a Banobras.

¿Y la ciudadanía?

Poco o nada sabe la gente de Huauchinango sobre esa deuda. Las decisiones financieras se toman en cabildo, pero se esconden bajo siglas y números fríos. Que el pueblo pregunte es una rareza; que reciba respuesta, un milagro.

Mientras tanto, los pagos seguirán. Tres años más de abonos mensuales para saldar una deuda que ya no ilusiona, ni mejora, ni transforma. Solo aprieta.

Y cuando en 2028 por fin se liquide la última mensualidad, será otro alcalde —con otro color, otro discurso y los mismos baches— el que cuelgue la medalla del “fin de la deuda”. Entonces, quizás, alguien proponga otro crédito. Y otra vez la historia comenzará desde cero, con una sonrisa en la firma y una hipoteca en la sombra.

Publicar un comentario

0 Comentarios