Anunció su crimen en redes sociales: Ćscar Valerio asesinó a su esposa y luego se suicidó; autoridades fueron alertadas pero no llegaron a tiempo
Ćscar Valerio anunció en Facebook que matarĆa a su esposa y luego se quitarĆa la vida. Lo dijo en video, lo explicó en publicaciones pĆŗblicas y lo cumplió. El crimen ocurrió en la comunidad Benito JuĆ”rez —conocida como San Cayetano— en el estado de Zacatecas, donde las autoridades fueron alertadas a travĆ©s del 911 pero no evitaron el feminicidio.
SegĆŗn la FiscalĆa General de Justicia del Estado, Valerio asesinó a su esposa con un revólver calibre .22 y luego se disparó a sĆ mismo. Ambos cuerpos fueron hallados por la policĆa poco despuĆ©s del mediodĆa del martes 8 de julio. La escena del crimen, sin testigos y cargada de violencia simbólica, se transmitió primero por redes sociales y despuĆ©s llegó a los titulares.
Antes de cometer el feminicidio, Ćscar publicó videos en vivo donde expuso sus intenciones con detalle: acusó a su esposa de infidelidades, de abandono emocional y de provocar su ruina económica debido a tratamientos de hemodiĆ”lisis. En tono victimista, culpó a la mujer por su estado emocional y aseguró que las autoridades no le harĆan caso si intentaba denunciarla. TambiĆ©n expresó su deseo de que ambos fueran enterrados juntos.
No fue un acto impulsivo: fue un asesinato premeditado, transmitido públicamente, en una sociedad que sigue sin comprender los múltiples rostros del feminicidio ni el uso de redes sociales como instrumentos para escalar la violencia de género.
La violencia machista como espectƔculo digital
Este caso no es un hecho aislado. Es parte de una tendencia creciente donde agresores usan redes sociales para justificar o anunciar sus crĆmenes, buscando impunidad moral, validación de su narrativa y espectacularización de la muerte. Las plataformas digitales se han convertido en teatros de la violencia patriarcal, donde el asesino no sólo ejerce control fĆsico, sino simbólico sobre la vida y la memoria de sus vĆctimas.
En sus transmisiones, Ćscar Valerio insistió en que era vĆctima. Se posicionó como el “incomprendido” y buscó anticipadamente el perdón social. Como en otros casos de feminicidas que usan Facebook, TikTok o Instagram, lo que subyace es un discurso de control, de posesión absoluta, y de castigo contra la mujer que decide romper el vĆnculo.
El Estado que no llega a tiempo
La SecretarĆa de Seguridad PĆŗblica de Zacatecas reconoció que recibió una alerta minutos antes del crimen. El 911 reportó la transmisión en vivo donde el hombre anunciaba su decisión de asesinar y suicidarse. Sin embargo, los cuerpos fueron hallados cuando ya era tarde. Como ha ocurrido en otras ocasiones, la reacción institucional fue lenta, ineficaz o insuficiente.
A pesar de que el agresor documentó su plan, no hubo una intervención oportuna para impedir el feminicidio. La FiscalĆa estatal informó que el caso serĆ” investigado bajo los protocolos de feminicidio, pero lo cierto es que el daƱo ya estĆ” hecho y que el aparato de justicia, otra vez, llegó tarde.
¿QuĆ© hacemos con los crĆmenes anunciados?
El feminicidio de San Cayetano plantea preguntas dolorosas:
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¿QuĆ© mecanismos reales tienen las autoridades para intervenir cuando una mujer estĆ” en peligro inminente y el agresor lo anuncia pĆŗblicamente?
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¿QuĆ© responsabilidad tienen las plataformas digitales cuando sirven como escenario de amenazas y confesiones de asesinatos?
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¿Por quĆ© el discurso de “ella me hizo daƱo” sigue siendo socialmente tolerado cuando es usado para justificar la muerte de una mujer?
La impunidad simbólica —el perdón anticipado que buscan los agresores— se reproduce en cada comentario que dice “pobrecito”, en cada “algo le hizo”, en cada clic que convierte una transmisión criminal en viral. Y tambiĆ©n en cada omisión institucional que, con su inacción, permite que los crĆmenes anunciados se consumen.
Feminicidio es crimen de Estado
Las autoridades locales han turnado el caso a las FiscalĆas Especializadas en Delitos de GĆ©nero y de Alto Impacto, pero la pregunta de fondo sigue abierta: ¿de quĆ© sirven los protocolos si no hay reacción inmediata, ni protección efectiva para las mujeres amenazadas?
Este crimen no es el primero ni serÔ el último si no se entiende que el feminicidio, cuando es anunciado y no se previene, también debe considerarse un crimen de Estado por omisión.
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