Marilyn Manson llega a San Luis... y los católicos se van de ayuno
En San Luis PotosÃ, donde el calor se lleva bien con la moral y los demonios suelen tener nombre artÃstico, un grupo de fieles católicos ha decidido declararle la guerra espiritual a Marilyn Manson. No con pancartas ni demandas legales. No. Con ayuno, oración y caridad. Cuarenta dÃas. Como en el desierto. Como si el reverendo del metal fuera el mismÃsimo Satanás y no un tipo cansado que ya lleva más denuncias que éxitos.
La cruzada comenzó el 1 de julio y no es metáfora. Son fieles de verdad, con rosario en mano, ayunando para impedir que Manson pise el Teatro del Pueblo de la FENAPO el próximo 10 de agosto. Dicen que su presencia atenta contra la moral, que transmite mensajes de violencia y descomposición social. Y bueno, si uno se lo encuentra un martes en la misa de seis, probablemente también saldrÃa corriendo.
Pero aquà lo importante no es el artista ni su nombre armado con piezas de Marilyn Monroe y Charles Manson, sino la reacción de los bienpensantes que creen que una feria popular debe parecerse más a un retiro espiritual que a un concierto. Dicen que lo contrataron con dinero público, como si la licitación hubiera sido para un seminarista.
Ayuno mÃstico, indignación terrenal
El ayuno no es poca cosa: cuarenta dÃas sin carne (aunque igual muchos ni la compran), oraciones diarias y algún acto de caridad. Tal vez una despensa, tal vez sonreÃrle a alguien sin juzgarlo. Todo en nombre de impedir que alguien escuche “The Beautiful People” con una cerveza en la mano.
Los organizadores —fieles de hueso rosado y voz temblorosa— enviaron una carta al gobernador Ricardo Gallardo Cardona, pidiéndole que recapacitara. Pero el gobierno, que ya tiene sus propios demonios, no cedió. A fin de cuentas, la feria necesita taquilla, y los rezos no pagan luces ni sonido.
Manson, los demonios y la doble moral
También recordaron lo de Columbine. Y las denuncias. Y los sÃmbolos. Todo lo que hace a Manson ese Ãcono decadente que genera morbo, miedo y morralla. Lo pintan como si fuera un azote cultural, cuando en realidad hace años que vive más del escándalo acumulado que del talento renovado. Un cadáver estético con maquillaje nuevo, pero cadáver al fin.
Y sin embargo, ahà están: rezando contra una figura que apenas y entiende el paÃs que pisa. Un rockstar en el ocaso, enfrentado a fieles que creen que el infierno se abre en la explanada de una feria si se dejan tocar dos guitarras distorsionadas.
La verdadera feria
Mientras unos rezan, otros esperan la fila para las chelas y las papas con salsa. Manson tocará, con o sin indulgencia plenaria. Y los católicos ayunarán, con o sin boletos vendidos. Cada quien escoge su fe. Unos la encuentran en el altar. Otros en el escenario.
Y entre rezos y riffs, lo único seguro es que la feria cumplirá su cometido: entretener a la masa, ya sea con escapularios o con satánicas guitarras desafinadas. Porque en el fondo, todo es folklore. Hasta el miedo.
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