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El edificio del secreto: espionaje, contratos y sombras



El edificio del secreto: espionaje, contratos y sombras

Leibnitz 40 como base de operaciones clandestina

Por: José Herrera
9 de julio de 2025

En el número 40 de la calle Leibnitz, en la colonia Anzures de la Ciudad de México, no hay una placa oficial, tampoco un letrero visible que identifique al inmueble. A simple vista, parece un edificio más entre los muros modernos y silenciosos de una zona de oficinas. Pero durante años —al menos desde finales de 2011— ese espacio funcionó como centro de operaciones encubiertas del círculo más estrecho de Genaro García Luna.

Lo que públicamente fue presentado como un hotel boutique llamado Lumina Luxury Suites, propiedad de Julia Abdalá a través de la empresa B White S Suite, en realidad albergaba una de las piezas clave del engranaje oculto de inteligencia y negocios del exsecretario de Seguridad Pública durante el calderonismo. Así lo documentó la periodista Peniley Ramírez en su libro Los Millonarios de la Guerra, y lo confirman exfuncionarios, testimonios internos y contratos obtenidos por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad.

El Proyecto Secreto

Desde finales de 2011, el edificio de Leibnitz 40 fue ocupado por personal de la empresa ICIT Private Security, controlada por los Weinberg. Allí se instaló lo que los trabajadores llamaban “El Proyecto Secreto”: un centro de espionaje digital e inteligencia privada que operaba con recursos públicos y personal que aún dependía de la Secretaría de Seguridad Pública federal.

De acuerdo con testimonios recabados por Ramírez, funcionarios de la Policía Federal acudían diariamente a trabajar en el edificio, pero no como servidores públicos, sino como “consultores” o “externos”, sin contrato visible ni estructura administrativa clara. El lugar fue acondicionado para tareas de vigilancia electrónica, procesamiento de datos y generación de fichas de seguimiento a personas físicas y morales.

La línea entre lo privado y lo estatal era deliberadamente difusa.

Tecnología israelí, contratos millonarios

Desde Leibnitz 40, los equipos de ICIT y Nunvav —ambas empresas ligadas a los Weinberg y señaladas por la UIF— operaban el software NiceTrack, un sistema de espionaje israelí adquirido por la Policía Federal durante la gestión de García Luna. El contrato, según reveló MCCI, ascendió a más de 69 millones de dólares y fue otorgado sin licitación pública.

NiceTrack permitía interceptar comunicaciones, rastrear dispositivos móviles y crear perfiles de vigilancia. El software, originalmente concebido para tareas antiterroristas, fue utilizado para monitorear a empresarios, políticos y periodistas, según declararon técnicos que participaron en su instalación.

La información recabada desde el edificio era luego empaquetada en fichas personalizadas, que ICIT ofrecía como servicio a clientes del sector privado —y posiblemente, como mecanismo de presión para cerrar contratos gubernamentales.

Borrado de huellas

En los últimos días de 2012, tras conocerse el resultado electoral que daría la presidencia a Enrique Peña Nieto, el edificio se volvió centro de destrucción de evidencia. Testimonios recogidos por MCCI y citados en Los Millonarios de la Guerra refieren que Vanesa Pedraza, una de las funcionarias más cercanas a García Luna, coordinó desde allí la eliminación de expedientes sensibles.

Los documentos destruidos incluían —según los testimonios— registros de compras y contrataciones realizadas por el Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social (OADPRS), especialmente aquellas relacionadas con el equipamiento de cárceles federales. Muchas de esas adjudicaciones habían sido otorgadas a Nunvav Inc y Nunvav Technologies, empresas bajo control de los Weinberg.

Un hotel sin huéspedes

Curiosamente, no existen registros turísticos ni evidencia en portales de reserva que demuestren que el Lumina Luxury Suites haya operado como hotel en términos comerciales durante 2011 y 2012. Aunque la marca fue registrada por la empresa de Abdalá y el edificio contaba con acabados de alto nivel, no hay constancia de actividad turística regular.

Vecinos de la zona, entrevistados por MCCI, aseguraron que en esos años el edificio nunca tuvo movimiento típico de un hotel: ni huéspedes con maletas, ni taxis de aplicación, ni recepcionistas. En cambio, se veían vehículos blindados, camionetas sin placas y agentes entrando y saliendo con frecuencia.

¿Por qué ahí?

El inmueble de Leibnitz 40 ofrecía una ubicación estratégica: a cinco minutos del Campo Marte, cerca de embajadas, hoteles de lujo y centros corporativos. Pero también ofrecía discreción: ubicado en una calle poco transitada y sin señalización exterior, era ideal para montar una operación privada con fachada comercial, como suele ocurrir en tramas de inteligencia empresarial o estatal.

Lo paradójico es que quien figuraba como dueña legal del inmueble era Julia Abdalá, pareja de uno de los personajes clave del lopezobradorismo, Manuel Bartlett, lo que abre una nueva zona gris entre el poder actual y los operadores del sexenio anterior.

Conclusión parcial

El edificio de Leibnitz 40 no fue simplemente un bien raíz comprado a sobreprecio ni una transacción opaca más. Fue un nodo estratégico en la red de operaciones paralelas montadas por García Luna y los Weinberg. Y durante ese periodo, la propiedad formal del inmueble permaneció en manos de una empresaria con vínculos directos con el actual gobierno federal.

La siguiente pregunta lógica es: ¿cómo fue adquirida la empresa dueña del edificio por los Weinberg sin registro de la cesión de acciones? ¿Se simuló una compraventa para encubrir pagos por servicios?

En la tercera entrega: la simulación perfecta: empresas fachada, omisiones registrales y flujos financieros sin justificación.

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