El edificio del secreto: espionaje, contratos y sombras
Leibnitz 40 como base de operaciones clandestina
En el número 40 de la calle Leibnitz, en la colonia Anzures de la Ciudad de México, no hay una placa oficial, tampoco un letrero visible que identifique al inmueble. A simple vista, parece un edificio más entre los muros modernos y silenciosos de una zona de oficinas. Pero durante años —al menos desde finales de 2011— ese espacio funcionó como centro de operaciones encubiertas del cÃrculo más estrecho de Genaro GarcÃa Luna.
Lo que públicamente fue presentado como un hotel boutique llamado Lumina Luxury Suites, propiedad de Julia Abdalá a través de la empresa B White S Suite, en realidad albergaba una de las piezas clave del engranaje oculto de inteligencia y negocios del exsecretario de Seguridad Pública durante el calderonismo. Asà lo documentó la periodista Peniley RamÃrez en su libro Los Millonarios de la Guerra, y lo confirman exfuncionarios, testimonios internos y contratos obtenidos por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad.
El Proyecto Secreto
Desde finales de 2011, el edificio de Leibnitz 40 fue ocupado por personal de la empresa ICIT Private Security, controlada por los Weinberg. Allà se instaló lo que los trabajadores llamaban “El Proyecto Secreto”: un centro de espionaje digital e inteligencia privada que operaba con recursos públicos y personal que aún dependÃa de la SecretarÃa de Seguridad Pública federal.
De acuerdo con testimonios recabados por RamÃrez, funcionarios de la PolicÃa Federal acudÃan diariamente a trabajar en el edificio, pero no como servidores públicos, sino como “consultores” o “externos”, sin contrato visible ni estructura administrativa clara. El lugar fue acondicionado para tareas de vigilancia electrónica, procesamiento de datos y generación de fichas de seguimiento a personas fÃsicas y morales.
La lÃnea entre lo privado y lo estatal era deliberadamente difusa.
TecnologÃa israelÃ, contratos millonarios
Desde Leibnitz 40, los equipos de ICIT y Nunvav —ambas empresas ligadas a los Weinberg y señaladas por la UIF— operaban el software NiceTrack, un sistema de espionaje israelà adquirido por la PolicÃa Federal durante la gestión de GarcÃa Luna. El contrato, según reveló MCCI, ascendió a más de 69 millones de dólares y fue otorgado sin licitación pública.
NiceTrack permitÃa interceptar comunicaciones, rastrear dispositivos móviles y crear perfiles de vigilancia. El software, originalmente concebido para tareas antiterroristas, fue utilizado para monitorear a empresarios, polÃticos y periodistas, según declararon técnicos que participaron en su instalación.
La información recabada desde el edificio era luego empaquetada en fichas personalizadas, que ICIT ofrecÃa como servicio a clientes del sector privado —y posiblemente, como mecanismo de presión para cerrar contratos gubernamentales.
Borrado de huellas
En los últimos dÃas de 2012, tras conocerse el resultado electoral que darÃa la presidencia a Enrique Peña Nieto, el edificio se volvió centro de destrucción de evidencia. Testimonios recogidos por MCCI y citados en Los Millonarios de la Guerra refieren que Vanesa Pedraza, una de las funcionarias más cercanas a GarcÃa Luna, coordinó desde allà la eliminación de expedientes sensibles.
Los documentos destruidos incluÃan —según los testimonios— registros de compras y contrataciones realizadas por el Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social (OADPRS), especialmente aquellas relacionadas con el equipamiento de cárceles federales. Muchas de esas adjudicaciones habÃan sido otorgadas a Nunvav Inc y Nunvav Technologies, empresas bajo control de los Weinberg.
Un hotel sin huéspedes
Curiosamente, no existen registros turÃsticos ni evidencia en portales de reserva que demuestren que el Lumina Luxury Suites haya operado como hotel en términos comerciales durante 2011 y 2012. Aunque la marca fue registrada por la empresa de Abdalá y el edificio contaba con acabados de alto nivel, no hay constancia de actividad turÃstica regular.
Vecinos de la zona, entrevistados por MCCI, aseguraron que en esos años el edificio nunca tuvo movimiento tÃpico de un hotel: ni huéspedes con maletas, ni taxis de aplicación, ni recepcionistas. En cambio, se veÃan vehÃculos blindados, camionetas sin placas y agentes entrando y saliendo con frecuencia.
¿Por qué ahÃ?
El inmueble de Leibnitz 40 ofrecÃa una ubicación estratégica: a cinco minutos del Campo Marte, cerca de embajadas, hoteles de lujo y centros corporativos. Pero también ofrecÃa discreción: ubicado en una calle poco transitada y sin señalización exterior, era ideal para montar una operación privada con fachada comercial, como suele ocurrir en tramas de inteligencia empresarial o estatal.
Lo paradójico es que quien figuraba como dueña legal del inmueble era Julia Abdalá, pareja de uno de los personajes clave del lopezobradorismo, Manuel Bartlett, lo que abre una nueva zona gris entre el poder actual y los operadores del sexenio anterior.
Conclusión parcial
El edificio de Leibnitz 40 no fue simplemente un bien raÃz comprado a sobreprecio ni una transacción opaca más. Fue un nodo estratégico en la red de operaciones paralelas montadas por GarcÃa Luna y los Weinberg. Y durante ese periodo, la propiedad formal del inmueble permaneció en manos de una empresaria con vÃnculos directos con el actual gobierno federal.
La siguiente pregunta lógica es: ¿cómo fue adquirida la empresa dueña del edificio por los Weinberg sin registro de la cesión de acciones? ¿Se simuló una compraventa para encubrir pagos por servicios?
En la tercera entrega: la simulación perfecta: empresas fachada, omisiones registrales y flujos financieros sin justificación.
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