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Tronar los dedos: una expresión de urgencia

Tronar los dedos: una expresión de urgencia, no de agravio

Por José Herrera
11 de julio de 2025

El gesto del gobernador Alejandro Armenta durante su conferencia matutina del jueves ha sido objeto de debate y de múltiples interpretaciones. Mientras algunos lo han leído como una forma de violencia simbólica hacia una funcionaria joven, vale la pena detenerse y mirar el contexto, las palabras y las intenciones reales.

Durante la conferencia, el mandatario estatal se dirigió a la secretaria de Turismo, Carla López-Malo, para pedirle que acelere el paso en la promoción turística de Puebla. “Somos un clúster turístico muy importante”, dijo, antes de tronar los dedos, como quien marca el ritmo, como quien exige con firmeza, pero no con desprecio.

Una expresión con raíces familiares y culturales

El gobernador mismo aclaró el significado:

“Así me tronaba los dedos mi abuelita”,
dando a entender que el gesto no fue un acto de humillación, sino una expresión con carga afectiva, formativa, incluso cultural, que él mismo asocia a una educación estricta pero cercana.

No fue un grito ni un regaño; fue un símbolo de urgencia, de necesidad de acción, en un contexto donde la función pública no puede esperar. En tiempos donde se exige a los gobiernos resultados tangibles, es entendible que el jefe del Ejecutivo marque el paso a su equipo, incluso públicamente, sin que eso signifique agravio alguno.

Una disculpa oportuna y una funcionaria que entiende el mensaje

Lejos de evadir responsabilidad, el gobernador ofreció una disculpa directa a la secretaria, reconociendo que su gesto pudo malinterpretarse. En política, la capacidad de enmendar con humildad también es signo de madurez.

La propia secretaria López-Malo respondió con altura, reconociendo en Armenta a un líder respetuoso, exigente y comprometido con resultados. Ella, como muchas mujeres jóvenes que hoy participan en el servicio público, comprendió el mensaje más allá del gesto: la responsabilidad de hacer bien las cosas y responder con eficiencia a las tareas encomendadas.

El fondo antes que la forma

En un país como México, donde durante décadas la simulación institucional y la lentitud administrativa han dañado la confianza ciudadana, hay que reconocer cuando un gobernador exige resultados sin perder el respeto.

Tronar los dedos puede sonar brusco, pero también puede ser una forma antigua, coloquial y firme de decir: "no hay tiempo que perder". Y en la Puebla de hoy, esa urgencia no es sólo necesaria: es bienvenida.

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